Violencia en Nigeria en víspera de elecciones presidenciales deja 66 muertos

La policía del país africano aseguró que el episodio parece estar vinculado a las tensiones entre agricultores sedentarios y ganaderos nómadas enmarcadas en un círculo de venganza. El futuro presidente tendrá como reto el restablecimiento de la seguridad en estos recurrentes conflictos.

- AFP
15 de febrero de 2019 - 09:15 p. m.
Un policía nigeriano monitorea el material electoral dispuesto en la estación de Gombi, en el estado de Adamawa.  / AFP
Un policía nigeriano monitorea el material electoral dispuesto en la estación de Gombi, en el estado de Adamawa. / AFP

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La policía nigeriana halló 66 personas muertas en el noroeste de Nigeria en incidentes violentos intercomunitarios, la víspera de una elección presidencial en este inestable y gigante país africano de 190 millones de habitantes.

"Nuestras agencias de seguridad hallaron los cuerpos de 66 personas, asesinadas por criminales, que estaban en diferentes sectores del distrito de Kajuru", al sur de la capital del Estado de Kaduna, escribió el gobernador Nasir El Rufai en su página Facebook.

"Entre las víctimas hay 22 niños y 12 mujeres", dijo el comunicado del gobernador.

(En contexto: Nigeria, el país más poblado (y pobre) de África elegirá nuevo presidente)

"La situación desde hace tres años es muy inestable, y enfrentamos secuestros constantes y matanzas", dijo a AFP Maisamari Dio, presidente de la asociación de la comunidad Adara (agricultores).

Según Dio, estas últimas matanzas entre los dos grupos, encerrados en un ciclo infernal de venganza, comenzaron la noche del domingo cuando once personas murieron en manos de grupos criminales peuls.

"El gobierno pide a los líderes comunitarios, tradicionales y religiosos en este distrito evitar toda venganza y tener confianza en las fuerzas de seguridad y en la justicia para hallar a los criminales", insistió el gobernador.

El gobernador, cercano al presidente Muhammadu Buhari, ambos en liza para un nuevo mandato, es muy criticado por su incapacidad para restablecer la seguridad en el Estado de Kaduna, víctima de ataques de grupos armados, ladrones de ganado y en donde se enfrentan numerosos grupos religiosos extremistas.

Kaduna fue el foco de importantes episodios de violencia electoral en 2011. Centenares de cristianos murieron luego de la derrota del candidato musulmán, el ex general Muhammadu Buhari, frente al cristiano Jonathan Googluck.

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De cara a las elecciones

Los dos principales candidatos son el jefe de Estado saliente Muhamadu Buhari, de 76 años, y el líder de la oposición, Atiku Abubakar, de 72, un millonario empresario que fue vicepresidente del país entre 1999 y 2007.

El vencedor debe obtener, además de la mayoría de los votos expresados, al menos 25% de los sufragios en las dos terceras partes de los 36 Estados de la federación, a los que se añade el territorio de la capital federal, Abuja. En caso contrario habrá segunda vuelta.

La oposición podría beneficiarse del mediocre balance económico del jefe de Estado saliente, marcado por una recesión económica (2016-2017) y un fuerte aumento de la inseguridad en numerosas regiones del país.

Pero la mayor amenaza que pesa sobre las elecciones es la compra de votos por los partidos políticos, que buscan así el apoyo masivo de la población.

(Ver más: El Nobel Wole Soyinka rechaza a principales candidatos electorales de Nigeria)

En tiempo de ralentización de la economía, en un país donde 87 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza, "ya se sabe lo que la gente es capaz de hacer a cambio de un saco de arroz", comenta un agente de policía de Aba.

"Nuestro deber es garantizar que la gente pueda elegir a su candidato libremente, sin presión, sin tener que mostrar por quién ha votado, tomando una foto con su teléfono móvil, por ejemplo" agrega.

"Todos los políticos lo hacen" se lamenta un agente de la Comisión Nacional Electoral Independiente (INEC). "Por eso no se denuncian entre ellos. Salvo tras la proclamación de los resultados: el que pierde sí va a quejarse de las trampas del otro".

Sin embargo, Hasa, la costurera de Kano no ha perdido su sentido pragmático. Además de sus oraciones, jamás dice no a una pequeña gratificación.

"Si me ofrecen dinero, lo tomo" dice. "No es un crimen, porque de todas formas es nuestro dinero. Nos lo están devolviendo" se justifica.

Por - AFP

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