Wuhan, la primera gran cuarentena de la pandemia un año después
El 23 de enero del año pasado, once millones de habitantes fueron confinados durante 76 días para detener el avance del coronavirus. Sus habitantes dicen que Wuhan es hoy “la ciudad más segura del mundo”.
A finales de diciembre, el miedo comenzó a recorrer la provincia china de Hubei, específicamente la ciudad de Wuhan, epicentro de una rara enfermedad: cada vez más habitantes llegaban a hospitales con fiebre, tos constante y problemas para respirar. Entonces comenzaron a circular rumores en WeChat (el WhatsApp chino) sobre un mortal virus que estaba matando a miles.
Fue el 5 de enero cuando las autoridades chinas ordenaron el cierre del mercado de mariscos de Wuhan, supuesto epicentro del virus, y reconocieron la existencia de una neumonía mortal. Cuatro días después la Comisión de Salud Municipal de la ciudad confirmó que un hombre de 61 años murió por el virus.
En ese momento, Dominic Zhang, ciudadano de Wuhan, pensó en las secuelas de otro virus parecido que había llegado a la ciudad años atrás. “No pude evitar relacionarlo con el estallido del SARS en 2003, que era más virulento y mortal, por eso pensamos que en meses estaría controlado”, recordó en diálogo con la agencia EFE.
Originada en China, en noviembre de 2002, la epidemia de SARS, que se extendió por 26 países, solo dejó 774 muertos y contagió a 8.098 personas. De acuerdo con la profesora Annelie Wilder-Smith, de Londres, “en julio de 2003 la enfermedad ya había sido controlada; fue cuestión de ocho meses”.
El escenario que vendría semanas después no pasó por la cabeza de nadie. Las semanas previas al Año Nuevo chino, miles de personas viajaron a sus ciudades de origen. En ese momento, según investigaciones posteriores, el virus ya se había propagado por el mundo. El 13 de enero se reportó el primer contagio de coronavirus en Tailandia; tres días después, el virus llegó a Japón ; el 21 de enero se confirmó el primer caso en EE. UU.
Hoy más de 96 millones de personas se han contagiado en todo el mundo y cerca de dos millones han muerto por causa del virus, cuyo origen está investigando en Wuhan un equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud.
La cuarentena
Cuando los contagios se dispararon y se registraron más de cien muertes por el SARS-COV-2, el gobierno chino decidió tomar medidas estrictas: ordenó el cierre de los aeropuertos y estaciones de tren. Un comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud aseguró que el virus aún no constituía una “emergencia mundial”, pero China sabía que algo andaba mal y decidió tomar medidas radicales: el 23 de enero ordenó cuarentena total a toda la ciudad de Wuhan, de once millones de habitantes; fue el primer gran confinamiento de la pandemia.
El balance oficial indica que China tuvo menos de 90.000 casos de coronavirus y 4.635 muertes, 3.869 de ellas en Wuhan. Durante 76 días, recuerda Zhang, la ciudad se aisló, no había información, escaseaban los suministros y los médicos no sabían cómo tratar la enfermedad.
“Cada persona recibía un tratamiento diferente”, recuerda este ingeniero de 35 años que relata cómo su suegro, esposa y él resultaron contagiados. Todos superaron la enfermedad meses después, pero hoy padecen las consecuencias. “Pasé meses aislado por una neumonía de la que no se sabía nada, no pude ver a mi hija en seis meses y la empresa en la que trabajaba cerró”, comenta Zhang a EFE.
Estudiantes colombianos que vivían en la ciudad recuerdan el terror con el que vivían. “No nos permitían entrar ni salir de la residencia, había que pedir comida dos o tres veces a la semana y todo contacto estaba prohibido. La gestión de la pandemia fue muy estricta”, recuerda una joven estudiante en Wuhan.
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La cuarentena duró 76 días, pero, según la gente de Wuhan, eso fue lo que hizo que la curva de contagios se aplanara. Hoy el gobierno chino sigue luchando con varios rebrotes del SARS-CoV-2 en tres provincias del norte del país; pero hoy todo parece estar bajo control en la ciudad epicentro de la pandemia.
El mercado de pescado y mariscos de Huanan, supuesta zona cero del coronavirus, sigue clausurado; Yana Jung, que regenta una de las decenas de ópticas que ocupan toda la extensión del mercado, un piso más arriba, dice no tener miedo de que el virus vuelva a Wuhan.
“Nosotros tuvimos suerte porque nos fuimos el 8 de enero por las fiestas de Año Nuevo, antes de que cerraran la ciudad. Ninguno de los trabajadores de esta planta se contagió”, asegura, pese a que el virus había estallado en el mercado casi un mes antes del día que dice que cerraron.
Esta mujer de 52 años cree que las estrictas medidas de China contra los rebrotes evitarán que el COVID-19 regrese a Wuhan, pese a los viajes del próximo período vacacional.
Tecnología y autocuidado
Un colombiano en China relató a este diario que, tras la primera ola de la epidemia, la normalidad ha estado marcada por dos elementos: el principio de precaución y la trazabilidad apoyada en la tecnología móvil. Empresas y personas aplican los protocolos definidos por las autoridades, cuenta.
“Las medidas en Pekín, por ejemplo, son muy estrictas: las estaciones del metro exigen el uso de tapabocas y se mide la temperatura con cámaras infrarrojas. Varios establecimientos solicitan a sus clientes que presenten el respectivo código QR en su celular para demostrar que no han estado en una zona de riesgo de infección, y miden la temperatura. Cualquier incidencia debe ser registrada y reportada”, explica y agrega: “Hace dos días se reportaron tres casos de transmisión local en mi ciudad e inmediatamente centros comerciales y conjuntos residenciales sellaron sus accesos secundarios para dejar solo entradas principales en donde se revisa: código QR (verde), temperatura y uso apropiado del tapabocas”.
El Año Nuevo chino está a la vuelta de la esquina y las autoridades han pedido a la gente evitar salir, reunirse o viajar. En Wuhan la normalidad tardará en llegar. “Creo que Wuhan todavía necesita tiempo. Todo el mundo necesitará algo de tiempo. Quizás en dos o tres años —augura Zhang— la gente pueda volver a tener una vida normal, en lo económico y lo psicológico; pero hace falta tiempo”. A esa ciudad de la que fueron evacuados varios colombianos el año pasado no han regresado extranjeros; solo lo hacen, según las medidas establecidas, aquellos con visa de trabajo vigente. No se ha abierto el ingreso a estudiantes extranjeros.
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Fue el 5 de enero cuando las autoridades chinas ordenaron el cierre del mercado de mariscos de Wuhan, supuesto epicentro del virus, y reconocieron la existencia de una neumonía mortal. Cuatro días después la Comisión de Salud Municipal de la ciudad confirmó que un hombre de 61 años murió por el virus.
En ese momento, Dominic Zhang, ciudadano de Wuhan, pensó en las secuelas de otro virus parecido que había llegado a la ciudad años atrás. “No pude evitar relacionarlo con el estallido del SARS en 2003, que era más virulento y mortal, por eso pensamos que en meses estaría controlado”, recordó en diálogo con la agencia EFE.
Originada en China, en noviembre de 2002, la epidemia de SARS, que se extendió por 26 países, solo dejó 774 muertos y contagió a 8.098 personas. De acuerdo con la profesora Annelie Wilder-Smith, de Londres, “en julio de 2003 la enfermedad ya había sido controlada; fue cuestión de ocho meses”.
El escenario que vendría semanas después no pasó por la cabeza de nadie. Las semanas previas al Año Nuevo chino, miles de personas viajaron a sus ciudades de origen. En ese momento, según investigaciones posteriores, el virus ya se había propagado por el mundo. El 13 de enero se reportó el primer contagio de coronavirus en Tailandia; tres días después, el virus llegó a Japón ; el 21 de enero se confirmó el primer caso en EE. UU.
Hoy más de 96 millones de personas se han contagiado en todo el mundo y cerca de dos millones han muerto por causa del virus, cuyo origen está investigando en Wuhan un equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud.
La cuarentena
Cuando los contagios se dispararon y se registraron más de cien muertes por el SARS-COV-2, el gobierno chino decidió tomar medidas estrictas: ordenó el cierre de los aeropuertos y estaciones de tren. Un comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud aseguró que el virus aún no constituía una “emergencia mundial”, pero China sabía que algo andaba mal y decidió tomar medidas radicales: el 23 de enero ordenó cuarentena total a toda la ciudad de Wuhan, de once millones de habitantes; fue el primer gran confinamiento de la pandemia.
El balance oficial indica que China tuvo menos de 90.000 casos de coronavirus y 4.635 muertes, 3.869 de ellas en Wuhan. Durante 76 días, recuerda Zhang, la ciudad se aisló, no había información, escaseaban los suministros y los médicos no sabían cómo tratar la enfermedad.
“Cada persona recibía un tratamiento diferente”, recuerda este ingeniero de 35 años que relata cómo su suegro, esposa y él resultaron contagiados. Todos superaron la enfermedad meses después, pero hoy padecen las consecuencias. “Pasé meses aislado por una neumonía de la que no se sabía nada, no pude ver a mi hija en seis meses y la empresa en la que trabajaba cerró”, comenta Zhang a EFE.
Estudiantes colombianos que vivían en la ciudad recuerdan el terror con el que vivían. “No nos permitían entrar ni salir de la residencia, había que pedir comida dos o tres veces a la semana y todo contacto estaba prohibido. La gestión de la pandemia fue muy estricta”, recuerda una joven estudiante en Wuhan.
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El mercado de pescado y mariscos de Huanan, supuesta zona cero del coronavirus, sigue clausurado; Yana Jung, que regenta una de las decenas de ópticas que ocupan toda la extensión del mercado, un piso más arriba, dice no tener miedo de que el virus vuelva a Wuhan.
“Nosotros tuvimos suerte porque nos fuimos el 8 de enero por las fiestas de Año Nuevo, antes de que cerraran la ciudad. Ninguno de los trabajadores de esta planta se contagió”, asegura, pese a que el virus había estallado en el mercado casi un mes antes del día que dice que cerraron.
Esta mujer de 52 años cree que las estrictas medidas de China contra los rebrotes evitarán que el COVID-19 regrese a Wuhan, pese a los viajes del próximo período vacacional.
Tecnología y autocuidado
Un colombiano en China relató a este diario que, tras la primera ola de la epidemia, la normalidad ha estado marcada por dos elementos: el principio de precaución y la trazabilidad apoyada en la tecnología móvil. Empresas y personas aplican los protocolos definidos por las autoridades, cuenta.
“Las medidas en Pekín, por ejemplo, son muy estrictas: las estaciones del metro exigen el uso de tapabocas y se mide la temperatura con cámaras infrarrojas. Varios establecimientos solicitan a sus clientes que presenten el respectivo código QR en su celular para demostrar que no han estado en una zona de riesgo de infección, y miden la temperatura. Cualquier incidencia debe ser registrada y reportada”, explica y agrega: “Hace dos días se reportaron tres casos de transmisión local en mi ciudad e inmediatamente centros comerciales y conjuntos residenciales sellaron sus accesos secundarios para dejar solo entradas principales en donde se revisa: código QR (verde), temperatura y uso apropiado del tapabocas”.
El Año Nuevo chino está a la vuelta de la esquina y las autoridades han pedido a la gente evitar salir, reunirse o viajar. En Wuhan la normalidad tardará en llegar. “Creo que Wuhan todavía necesita tiempo. Todo el mundo necesitará algo de tiempo. Quizás en dos o tres años —augura Zhang— la gente pueda volver a tener una vida normal, en lo económico y lo psicológico; pero hace falta tiempo”. A esa ciudad de la que fueron evacuados varios colombianos el año pasado no han regresado extranjeros; solo lo hacen, según las medidas establecidas, aquellos con visa de trabajo vigente. No se ha abierto el ingreso a estudiantes extranjeros.
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