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Por un lado, Vladimir Putin, presidente de Rusia, casi inexpresivo, solo, sentado en su escritorio, con dos banderas de fondo, vistiendo saco y corbata, mientras anuncia una “operación militar” en Ucrania, una ofensiva. Por otro, Volodímir Zelenski, presidente del país invadido, en camiseta, rodeado de sus asesores y grabándose desde el celular en modo selfi, diciendo “aquí estamos”.
Los videos se conocieron en febrero pasado, con varias horas de diferencia, y retratan claramente la distancia entre los estilos de ambos líderes, un contraste en el que Zelenski, de 44 años, parece salir victorioso con etiquetas en la prensa como la de “héroe del pueblo” y hasta comparaciones con Winston Churchill.
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La oratoria de Zelenski ha llamado la atención, entre otras cosas, por la capacidad que ha tenido para pedir el apoyo de la comunidad internacional, por medio de discursos virtuales ante al menos diez parlamentos de sendos países, en los que no solo ha apelado a la solidaridad, sino en los que también ha criticado de una u otra forma el actuar de los líderes cuyo respaldo busca; siempre con aplausos y ovaciones como respuesta en el auditorio.
Zelenski se “muestra como un líder carismático, como una persona protectora y una especie de padre de la nación en crisis (…) Logra movilizar el significado para un objetivo específico: poner a Ucrania como víctima del imperialismo ruso”, comenta Carlos Charry, director del doctorado y la maestría en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario.
“Estas semanas de guerra han mostrado a un líder que parece notablemente hábil, incluso desde una distancia de miles de kilómetros, para leer la habitación”, escribió Laura King para Los Angeles Times. Respecto a la conexión de esa habilidad con el pasado actoral y como comediante de Zelenski, Charry señala: “Posiblemente sus conocimientos actorales le han servido en este momento crítico para comunicar”.
El presidente ucraniano, recordemos, saltó de la comedia y la actuación a la presidencia en 2019. Su papel más recordado, en el programa El servidor del pueblo, es precisamente el de un maestro de escuela cuyo discurso contra la corrupción se vuelve viral y lo impulsa para llegar hasta el más alto cargo en la nación.
“Los comediantes se ganan la vida mediante esta conexión muy íntima con su audiencia”, dijo Nomi Claire Lazar, profesora de Asuntos Públicos e Internacionales en la Universidad de Ottawa, a la BBC. Según ese medio, por cierto, quien ayuda al presidente ucraniano a escribir sus discursos es su asistente cercano Dmytro Litvin, de quien, no obstante, no hay mucha información.
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Las palabras de Zelenski se han ajustado según la audiencia. Cuando se dirigió al Congreso de Estados Unidos, cuando le pidió a Joe Biden ser el “líder de la paz”, apeló a su empatía hacia la Ucrania bajo fuego recordando los ataques del 11 de septiembre y a Pearl Harbor; a los legisladores alemanes les pidió ayudar a derrumbar el muro que se ha levantado en Europa entre el mundo libre y el sometido; y ante Israel, por mencionar un último ejemplo, aludió al Holocausto, donde murió gran parte de la familia del propio Zelenski, quien es judío.
Sobre el tono de estas intervenciones, la profesora Lazar, para la BBC, agregó: “Realmente, no puedes ir a las legislaturas extranjeras y decir que te avergüences a menos que ya te hayas establecido como árbitro moral”. Para la académica, dada la situación crítica en Ucrania, Zelenski de alguna manera se ha “ganado” el derecho de hablarles así.
Ahora, por obvias razones, sería difícil establecer qué tanto ha calado en la opinión pública en Ucrania la forma de comunicar del presidente, cuya popularidad venía en picada hasta 2021. Según Statista, a partir de una encuesta a 2.018 personas, el 20 % de los consultados no confiaban para nada en Zelenski en febrero de 2020 (frente a 17 % que confiaban totalmente), proporción que pasó a 38 % en noviembre de 2021 (solo 10,6 % dijeron confiar por completo).
Lo que ha sido evidente para muchos analistas es que quizá la resistencia ucraniana ha sido más fuerte de lo que Putin esperaba. Sería difícil decir que la moral no ha tenido que ver. Como en un espacio de Twitter organizado por este diario señaló Guillem Andrés, periodista de Metrópoli, de Barcelona, quien está en Ucrania, cerca de la frontera con Eslovaquia (oeste), el ánimo popular, pese a todo, parece “alto”. Y la rendición no se asoma como una opción ni siquiera en zonas tan devastadas como Mariúpol, como el propio gobierno lo ha dicho.
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No obstante, el “éxito” de la oratoria de Zelenski en la esfera internacional ha sido leído con matices: por un lado, sigue recibiendo el apoyo de Occidente. Para Charry, además, Zelenski ha logrado poner la agenda en los medios de este lado del mundo sin que se hable de los “orígenes, de la situación de las regiones separatistas, en donde también hubo violación de derechos humanos. Es un éxito porque de ese tema no se habla”. Pero, por otro lado, Zelenski no ha logrado objetivos como el de la zona de exclusión aérea.
En todo caso, hablar de éxitos parece lejano en medio de una guerra que ha cobrado la vida de más de mil civiles y desplazado fuera del país a 3,7 millones de personas en busca de refugio. La invasión a Ucrania cumplió un mes el pasado 24 de marzo, en medio de esfuerzos diplomáticos con la visita de Joe Biden a Europa y una especie de incredulidad frente a las negociaciones virtuales que han mantenido las delegaciones rusa y ucraniana. Habrá una nueva ronda, esta vez presencial y de tres días, desde hoy hasta el miércoles en Turquía, según el anuncio de la delegación enviada por Kiev.