Pensadores 2022: La urgencia de frenar la inflación en EE. UU.
Un profesor de Economía de la Universidad de Harvard revisa las decisiones erradas de la Reserva Federal.
Robert J. Barro * / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR, CAMBRIDGE
Casi sentimos pena por el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, cuando ante el Congreso, en septiembre, manifestó frustración por las presiones inflacionarias que afectaban la economía estadounidense. Lo bueno es que, finalmente, reconoció la existencia de una inflación que duraría más que unos pocos meses. Pero luego pasó a decir que la política monetaria expansionista de la Fed no tenía la culpa. Esa política incluye tasas de interés nominales de corto plazo cercanas a cero, una ampliación del balance de la Fed a la friolera de US$8 billones y una continuación de las compras de activos a una tasa mensual de US$120.000 millones. Si alguna vez hubo una política monetaria agresiva, es ciertamente esta. (Recomendamos: Lea aquí todos los artículos de la serie Pensadores globales 2022).
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Casi sentimos pena por el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, cuando ante el Congreso, en septiembre, manifestó frustración por las presiones inflacionarias que afectaban la economía estadounidense. Lo bueno es que, finalmente, reconoció la existencia de una inflación que duraría más que unos pocos meses. Pero luego pasó a decir que la política monetaria expansionista de la Fed no tenía la culpa. Esa política incluye tasas de interés nominales de corto plazo cercanas a cero, una ampliación del balance de la Fed a la friolera de US$8 billones y una continuación de las compras de activos a una tasa mensual de US$120.000 millones. Si alguna vez hubo una política monetaria agresiva, es ciertamente esta. (Recomendamos: Lea aquí todos los artículos de la serie Pensadores globales 2022).
Powell sigue insistiendo en que la alta inflación de hoy tiene que ver con cuellos de botella temporarios y problemas de las cadenas de suministro que son producto de la recesión inducida por la pandemia y la subsiguiente recuperación dispareja. Según esta visión, la Fed es simplemente un agente pasivo que hace lo mejor para ofrecer suficiente liquidez para que la inflación del lado de la oferta no altere los mercados financieros y la economía general.
La interpretación que hace Powell de los acontecimientos actuales me recuerda la visión del banco central alemán en 1923, en plena hiperinflación luego de la Primera Guerra Mundial. Según el Reichsbank, la inflación generada por la escasez de productos era culpa de los extranjeros, cuyos pagos de reparaciones descabellados habían causado una marcada depreciación del marco alemán. En este escenario, el Reichsbank era un agente pasivo, que intentaba lo mejor posible imprimir moneda para seguir el ritmo del aumento de los precios. Como es el caso de Powell, la culpa de la inflación se depositaba en otra parte —en este caso, los extranjeros— más que en las propias políticas del banco central.
El recuento de la situación del Reichsbank no estaba del todo errado. Considerando que el gobierno alemán y el banco central dependían del ingreso de señoreaje para pagar las reparaciones, es verdad que los pagos de reparaciones causaban la expansión monetaria y la inflación; pero la voluntad del Reichsbank de imprimir dinero seguía siendo una parte central de la historia.
De la misma manera, Powell no está del todo equivocado cuando atribuye la inflación en parte a las alteraciones de la oferta; pero la voluntad de la Fed de seguir este proceso mediante una expansión monetaria —en lugar de combatiendo la inflación aumentando las tasas de interés y vendiendo activos— sigue siendo un factor crucial. En cualquier caso, si las alteraciones de la oferta fueron la historia principal en 2020-21, también deberían haber impedido la recuperación del PIB real (ajustado por inflación). Sin embargo, para el segundo y el tercer trimestre (estimado) de 2021, la marcada recuperación en V desde el tercer trimestre de 2020 ya había restablecido el PIB real de Estados Unidos aproximadamente a su nivel de 2019 ajustado por tendencia.
El patrón en forma de V era predecible, considerando que la recesión en la primera mitad de 2020 fue esencialmente una elección voluntaria de cerrar gran parte de la economía en respuesta a la propagación del covid-19. Una vez que este cierre se levantó sustancialmente, era razonable esperar que la economía regresara rápidamente a su nivel previo. Asimismo, resulta poco claro que esta recuperación acelerada le deba mucho a la política monetaria expansionista o a la política fiscal agresiva que la acompañó.
Con respecto a la política fiscal, la ampliación de billones de dólares del gasto federal y de la deuda pública ha sido impresionante. Partes de esta política pueden haber ayudado a la recuperación, particularmente los subsidios que ayudaron a sustentar los vínculos entre los trabajadores y las empresas. Pero los pagos excesivos a los desempleados probablemente retrasaron la recuperación del empleo. Desde la perspectiva del crecimiento económico de largo plazo, un paquete bien diseñado de inversión en infraestructura podría tener sentido. Sin embargo, cada vez más se emplean excusas basadas en la pandemia para gastar más dólares federales, ya no para favorecer la recuperación o el crecimiento de largo plazo, sino, más bien, para sustentar los sueños socialistas de un Estado benefactor en permanente expansión.
Esta visión alcanzó su apoteosis con la agenda Reconstruir Mejor del presidente Joe Biden, que incluye cuatro nuevos programas de prestaciones. Francamente, no me había dado cuenta de que el problema de la política estadounidense era una escasez de programas de prestaciones. Todavía recuerdo al expresidente Bill Clinton cuando dijo, en 1996, que “la era del gobierno grande se ha terminado”. ¿Dónde está Clinton cuando lo necesitamos?
Temo que el giro hacia un sector público en permanente expansión impedirá el progreso económico de Estados Unidos en los próximos años. En algunos sentidos, parece que estuviéramos imitando la agenda socialista de Europa occidental, pero una diferencia importante es que una parte sustancial del ingreso tributario de Europa proviene del impuesto al valor agregado (IVA).
Al no tener este impuesto al consumo comparativamente eficiente, EE. UU. probablemente dependerá más de impuestos ineficientes al capital (gravámenes a las ganancias corporativas, ganancias de capital, patrimonio, riqueza general y demás). También habrá un mayor énfasis en una graduación más profunda de los programas impositivos para las ganancias personales que, como los entendía el expresidente Ronald Reagan en los años 1980, implican tasas marginales ineficientemente elevadas a los ingresos individuales altos.
Para regresar a la perspectiva para los precios, en septiembre de 2021, la tasa de inflación de los precios al consumidor promedio de doce meses era 5,4 % (con base en el IPC anunciado). Esta medición de la inflación, similar a otras medidas estándar, casi con certeza aumentará cuando las cifras bajas registradas para octubre-diciembre de 2020 queden fuera del promedio. Entre enero de 2021 y septiembre de 2021, la tasa de inflación anualizada promedio del IPC fue del 6,9 %.
Una señal preocupante es la decisión de Biden de culpar a las petroleras y a otras grandes corporaciones codiciosas por el alza de los precios. En un discurso el 16 de septiembre, declaró: “Estamos (…) yendo detrás de los malos actores y de los especuladores de la pandemia en nuestra economía. Hay mucha evidencia de que los precios de la gasolina deberían estar bajando, pero no es el caso. Miraremos eso más de cerca”. El presidente Richard Nixon usaba el mismo tipo de retórica en los años 1970, justo antes de imponer controles de precios que luego infligieron un daño económico aún mayor del que había causado la inflación abierta.
El disgusto con esa época de inflación anterior finalmente llevó al expresidente Jimmy Carter, en su momento de gloria, a nombrar a Paul Volcker presidente de la Fed, en 1979. Volcker no fue considerado de inmediato como un héroe cuando aceptó que poner fin a la alta inflación de principios de los años 1980 (durante la presidencia de Reagan) vendría de la mano de una severa recesión. Pero, con el tiempo, su estatus de celebridad creció, ya que su contribución para dominar la inflación resultó duradera.
Powell hoy corre peligro de ganarse la reputación contraria. Hasta el momento, no ha recibido muchas críticas personales. Pero si la expectativa general y, por ende, arraigada es que la inflación aumente, cada vez más se lo culpará por eso. Antes de que lleguemos a ese momento, Powell debería virar a una política monetaria contractiva al estilo de Volcker que frene la inflación antes de que sea demasiado tarde. Lo que me preocupa, para parafrasear al senador Lloyd Bentsen en el debate presidencial de 1988, es que uno podría legítimamente mirar a Powell y decir: “No eres ningún Paul Volcker”.
* Robert J. Barro es profesor visitante en el Instituto Norteamericano de la Empresa y socio de investigación de la Oficina Nacional de Investigación Económica. Copyright: Project Syndicate, 2021.