Detalle de la plaza Rynok en Leópolis (Ucrania), donde un dron destruyó por completo el Museo Romano Shujevich y un misil alcanzó un edificio en la zona de amortiguamiento del sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y donde múltiples catedrales y monumentos se ocultan tras estructuras de protección.
Foto: EFE - Rostyslav Averchuk
Lucerna, Suiza
Los estragos de la guerra nunca se limitan al campo de batalla. Los costos recaen sobre toda la sociedad y cuando las bombas destruyen monumentos, obras de arte y archivos irremplazables, las pérdidas no se miden solo en vidas y bienes, sino en términos históricos más amplios.
La identidad, la memoria y el patrimonio cultural son lo que sostiene a una sociedad en sus horas más oscuras, y su destrucción erosiona la civilización. Del mismo modo, la profanación o pérdida de elementos que una cultura considera sagrados puede...