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Isaac Herzog fue elegido por diputados israelíes como el nuevo jefe de Estado. “Asumo sobre mis hombros la dura responsabilidad que ustedes me dan”, dijo Isaac Herzog, de 60 años, en un mensaje difundido por televisión tras conocer los resultados. “Seré el presidente de todos, construiré puentes entre los diferentes componentes de nuestra sociedad”, agregó.
El nuevo presidente israelí, Isaac Herzog, mezcla una vasta experiencia política, un discurso conciliador y una historia familiar, que serán los pilares sobre los cuales se apoyará para ejercer una función que hoy se presenta especialmente relevante.
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Su tono sosegado y apaciguador ha sido una constante, no solo en las semanas previas a esta elección sino durante toda su carrera política, que comenzó hace más de 20 años, previa a los comicios de 1999.
Desde entonces desempeñó múltiples cargos, siempre como parte de formaciones de izquierda o centroizquierda, incluyendo 15 años en el mítico y hoy debilitado Partido Laborista.
Tras servir como ministro de Vivienda, de Turismo y de Asuntos Sociales, entre otros puestos, en 2013 ganó las primarias del Laborismo y se convirtió en líder de la oposición, cargo que ostentó hasta 2018.En esos años presentó un discurso opuesto al del primer ministro Benjamín Netanyahu, por quien se vio opacado durante toda su carrera, con formas más vehementes y agresivas.
Una de las principales diferencias entre ambos fue el abordaje de Herzog respecto al conflicto con los palestinos, frente al cual éste siempre apostó por una aproximación diplomática, al punto que en 2013, diez días después de convertirse en jefe de la oposición, mantuvo un encuentro con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, en el que le expresó su apoyo por la solución de dos Estados, cada vez más denostada por la derecha israelí.
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Otro elemento que ha caracterizado el discurso de Herzog ha sido la necesidad de mantener buenas relaciones con Estados Unidos, algo que enfatizó incluso durante la presidencia de Barack Obama, considerado uno de los líderes estadounidenses más críticos con Israel, y que resulta especialmente relevante en la actualidad, ante las diferencias por un posible retorno de Washington al acuerdo nuclear con Irán, eterno enemigo de Israel.
A esto se suma su particular interés por las comunidades judías en el exterior, de las que muchos analistas dicen que Israel se ha distanciado en los últimos años a causa de sus políticas y a las que Herzog busca tender nuevamente la mano, algo que ha hecho en los últimos tres años como líder de la Agencia Judía, cuya misión es precisamente fortalecer los lazos con la diáspora y fomentar la inmigración judía hacia Israel.
Nacido en Tel Aviv hace 60 años, el nuevo presidente presenta entre sus credenciales una larga historia familiar de figuras vinculadas a la política israelí.
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Herzog es nieto del primer gran rabino de Israel, Isaac Halevi Herzog; hijo de Haim Herzog, general y jefe en dos ocasiones de la inteligencia militar, además de sexto presidente del Estado; y sobrino del mítico ministro de Exteriores Abba Eban.
”Mi historia familiar y mi larga experiencia como servidor público me han enseñado a nunca dar por sentado el milagro de la existencia del Estado de Israel”, dijo hace pocos días este político, que estudió en Estados Unidos y que trabajó varios años como abogado antes de convertirse en parlamentario.
Aunque el cargo que ocupará en los próximos siete años es considerado como una mera función protocolaria, históricamente el presidente de Israel ha sido la figura que más representa el consenso dentro de la sociedad, además de ser la cara del país ante la comunidad internacional.
Ese consenso adquiere hoy particular relevancia por la tensión entre ciudadanos judíos y árabes, que explotó el mes pasado durante la escalada de violencia entre Israel y las milicias palestinas de Gaza y que aún no se ha disipado.
Además de intentar acercar a las distintas comunidades que componen a la heterogénea sociedad israelí, Herzog deberá también lidiar con una severa crisis constitucional, con un Tribunal Supremo golpeado por campañas de descrédito de los partidos derechistas y en el marco del juicio por corrupción contra Netanyahu.
Precisamente, este juicio podría suponer para el nuevo jefe de Estado su principal desafío, en caso de que el todavía primer ministro sea condenado y le solicite un indulto.