Migrar y estudiar: una ecuación no tan sencilla para los migrantes venezolanos
Aunque el derecho a la educación para la población migrante venezolana en Colombia está garantizada por las leyes, y a pesar de los esfuerzos, hay todavía numerosas barreras que afectan y dificultan no sólo el acceso, sino también la promoción y la permanencia de los niños, niñas y jóvenes venezolanos en el sistema educativo del país. Reportaje.
La difícil situación política y económica que atraviesa Venezuela desde hace cinco años ha generado un éxodo masivo de sus ciudadanos a toda América Latina. Millones de venezolanos, decididos a dejar atrás el desempleo, la escasez de medicamentos y alimentos, la inseguridad y la descontrolada inflación, han emprendido un viaje sin retorno en el que Colombia se ha convertido en su principal destino.
Según estimaciones de Migración Colombia, en el país viven 1,8 millones de venezolanos. Y de ellos, cuatro de cada diez son menores de edad. Los niños, niñas y adolescentes que acompañan a sus familias en el recorrido fuera de Venezuela deben dejar atrás muchas cosas, entre ellas a sus amigos, sus abuelos, así como también a sus colegios. Un problema que va más allá de lo académico.
El abandono escolar en el vecino país, de acuerdo con cálculos de la Organización de la Federación Nacional de Profesionales de la Docencia de Venezuela, estuvo por encima del 50% en el 2020. El éxodo de docentes, el empeoramiento de los servicios en el país, como la luz e Internet y la falta de recursos económicos para suplir las necesidades en las cuarentenas aumentaron este fenómeno, que ya estaba en alza desde que comenzó la crisis migratoria en 2015.
Pero para los niños no es solo dejar de ir a clases. Abandonar el colegio significa también dejar de recibir los refrigerios, los almuerzos y atención en salud. “La escuela generalmente es un espacio protector”, explica Germán Casas, psiquiatra infantil y presidente de Médicos sin Fronteras Colombia. “Tenemos que hablar de lo que significa la institución escolar como un ambiente seguro del menor de edad en todo sentido”.
La masiva migración de familias venezolanas ha forzado a las instituciones de los países receptores a adaptarse para un fenómeno sin precedentes en la región. Cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) muestran que cerca de 6 millones de venezolanos han emigrado desde 2015.
En el caso colombiano, el mayor receptor de esta población según Acnur, los esfuerzos que el Gobierno ha adelantado en los últimos años para garantizar el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes migrantes han permitido que a noviembre de 2021 cerca de 488.000 niños y niñas provenientes de Venezuela ingresaran al sistema educativo colombiano, según cifras entregadas por el Ministerio de Educación.
Sin embargo, aunque la educación para la población migrante está garantizada por las leyes colombianas, después de varios años hay todavía barreras que afectan y dificultan no sólo el acceso, sino también la promoción y la permanencia de los venezolanos en el sistema educativo del país.
Discriminación institucional y falta de conocimiento de la normatividad en los organismos encargados, así como casos de negación del acceso a la educación a los niños con situación migratoria irregular, la xenofobia y las diferencias curriculares, son algunos de los obstáculos a los que muchas familias venezolanas en Colombia se enfrentan al momento de buscar estudiar en el país.
Sin colegio por la pandemia: Aterrizar en “La Pista”, el asentamiento migrante más grande de Colombia
En el corazón de Maicao, en La Guajira, una antigua pista de aterrizaje es ahora el hogar de cerca de 2.000 familias, en su mayoría provenientes de Venezuela, que viven en condiciones de extrema pobreza. Tras la pandemia, muchos de los niños y las niñas abandonaron sus estudios y ahora se enfrentan a peligros como la prostitución, el trabajo forzado y la delincuencia.
(Haz clic para leer la historia)
Títulos sin apostilla: una pesadilla para los migrantes venezolanos
Los trámites para convalidar un título, ya sea de bachillerato o universitario, siendo venezolano en Colombia siguen siendo un reto. La falta de apostillas y las trabas burocráticas obligan a muchos de estos jóvenes migrantes a desistir de certificar sus diplomas, a pesar de que el hacerlo podría abrirles puertas para el acceso a una universidad o a mejores empleos.
(Haz clic para leer la historia)
Sin grado ni diploma: otro obstáculo para los jóvenes
Los migrantes en condición irregular que se acercan a los últimos años de colegio en Colombia deben enfrentar trabas administrativas para obtener su título de educación media. Al no tener clara la posibilidad de finalizar sus estudios, los jóvenes pueden abandonar el colegio y exponerse a los riesgos que genera la desescolarización.
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La difícil situación política y económica que atraviesa Venezuela desde hace cinco años ha generado un éxodo masivo de sus ciudadanos a toda América Latina. Millones de venezolanos, decididos a dejar atrás el desempleo, la escasez de medicamentos y alimentos, la inseguridad y la descontrolada inflación, han emprendido un viaje sin retorno en el que Colombia se ha convertido en su principal destino.
Según estimaciones de Migración Colombia, en el país viven 1,8 millones de venezolanos. Y de ellos, cuatro de cada diez son menores de edad. Los niños, niñas y adolescentes que acompañan a sus familias en el recorrido fuera de Venezuela deben dejar atrás muchas cosas, entre ellas a sus amigos, sus abuelos, así como también a sus colegios. Un problema que va más allá de lo académico.
El abandono escolar en el vecino país, de acuerdo con cálculos de la Organización de la Federación Nacional de Profesionales de la Docencia de Venezuela, estuvo por encima del 50% en el 2020. El éxodo de docentes, el empeoramiento de los servicios en el país, como la luz e Internet y la falta de recursos económicos para suplir las necesidades en las cuarentenas aumentaron este fenómeno, que ya estaba en alza desde que comenzó la crisis migratoria en 2015.
Pero para los niños no es solo dejar de ir a clases. Abandonar el colegio significa también dejar de recibir los refrigerios, los almuerzos y atención en salud. “La escuela generalmente es un espacio protector”, explica Germán Casas, psiquiatra infantil y presidente de Médicos sin Fronteras Colombia. “Tenemos que hablar de lo que significa la institución escolar como un ambiente seguro del menor de edad en todo sentido”.
La masiva migración de familias venezolanas ha forzado a las instituciones de los países receptores a adaptarse para un fenómeno sin precedentes en la región. Cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) muestran que cerca de 6 millones de venezolanos han emigrado desde 2015.
En el caso colombiano, el mayor receptor de esta población según Acnur, los esfuerzos que el Gobierno ha adelantado en los últimos años para garantizar el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes migrantes han permitido que a noviembre de 2021 cerca de 488.000 niños y niñas provenientes de Venezuela ingresaran al sistema educativo colombiano, según cifras entregadas por el Ministerio de Educación.
Sin embargo, aunque la educación para la población migrante está garantizada por las leyes colombianas, después de varios años hay todavía barreras que afectan y dificultan no sólo el acceso, sino también la promoción y la permanencia de los venezolanos en el sistema educativo del país.
Discriminación institucional y falta de conocimiento de la normatividad en los organismos encargados, así como casos de negación del acceso a la educación a los niños con situación migratoria irregular, la xenofobia y las diferencias curriculares, son algunos de los obstáculos a los que muchas familias venezolanas en Colombia se enfrentan al momento de buscar estudiar en el país.
Sin colegio por la pandemia: Aterrizar en “La Pista”, el asentamiento migrante más grande de Colombia
En el corazón de Maicao, en La Guajira, una antigua pista de aterrizaje es ahora el hogar de cerca de 2.000 familias, en su mayoría provenientes de Venezuela, que viven en condiciones de extrema pobreza. Tras la pandemia, muchos de los niños y las niñas abandonaron sus estudios y ahora se enfrentan a peligros como la prostitución, el trabajo forzado y la delincuencia.
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Los trámites para convalidar un título, ya sea de bachillerato o universitario, siendo venezolano en Colombia siguen siendo un reto. La falta de apostillas y las trabas burocráticas obligan a muchos de estos jóvenes migrantes a desistir de certificar sus diplomas, a pesar de que el hacerlo podría abrirles puertas para el acceso a una universidad o a mejores empleos.
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Los migrantes en condición irregular que se acercan a los últimos años de colegio en Colombia deben enfrentar trabas administrativas para obtener su título de educación media. Al no tener clara la posibilidad de finalizar sus estudios, los jóvenes pueden abandonar el colegio y exponerse a los riesgos que genera la desescolarización.
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