Separados, divorciados y vueltos a casar: este es el plan del papa Francisco
El Pontífice pidió que se redacte un documento para mejorar el acompañamiento a estas parejas, a las que ya ha defendido en otras oportunidades. En 2016 ya había dejado a criterio de los sacerdotes darles o no la comunión.
El papa Francisco ha dedicado su pontificado a defender a los “más pequeños”; a aquellos a los que la sociedad y la Iglesia les ha cerrado las puertas. Y en esa lucha entran los divorciados, separados y vueltos a casar. Desde su primera exhortación apostólica, Amoris Laetitia, publicada en 2016 y producto del debate que se dio en el Sínodo de la Familia, el Papa dijo que no estaban excluidos y pidió a sacerdotes acogerlos en el seno de la Iglesia.
Dejó, sí, en manos de los sacerdotes la decisión de darles o no la comunión. En años recientes ha insistido en aclarar que “los divorciados no están excomulgados”. Este miércoles Francisco pidió redactar “lo antes posible un documento con itinerarios de acompañamiento” para estas parejas, según explicó, “para que no se sientan abandonados por la Iglesia”.
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Hoy se publicó un documento del Ministerio de los Laicos, Familia y Vida dedicado a dar algunas pautas en los matrimonios, en su preparación y para evitar su fracaso. Ahí el papa escribe en el prefacio que pide acogerlos.
En el prefacio del Itinerario Catecumenal para la vida matrimonial del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, presentado hoy en el Vaticano, se habla del noviazgo y la vida matrimonial. En él Francisco insiste en que “la Iglesia quiere estar cerca de estas parejas y caminar también con ellas (...), para que no se sientan abandonadas y puedan encontrar en las comunidades lugares accesibles y fraternos de acogida, de ayuda al discernimiento y de participación”.
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Eso sí, el papa defiende la preparación al matrimonio como “un antídoto para evitar la proliferación de celebraciones matrimoniales nulas o inconsistentes”
“Prevenir las rupturas, en efecto, es un factor decisivo hoy en día para evitar las separaciones, que pueden deteriorar y dañar irremediablemente el vínculo”. Y pide un itinerario de acompañamiento:
“Es mi ferviente deseo que a este primer Documento le siga cuanto antes otro, en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente”.
El papa resalta que un divorcio provoca grandes heridas. “Al igual que los sacerdotes y las personas consagradas, los matrimonios también son hijos de la madre Iglesia, y una diferencia de trato tan grande no es justa”.
Agrega que “es de las familias de donde nacen las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada; y son las familias las que componen el tejido de la sociedad y “remiendan sus desgarros” con paciencia y sacrificios diarios. Por ello, es un deber de justicia para la Iglesia madre dedicar tiempo y energías a preparar a quienes el Señor llama a una misión tan grande como la familia”.
En el Prefacio, Bergoglio reivindica el legado de Amoris Laetitia y reclama “volver a situar a la familia en el centro”.
¿Qué dice moris Laetitia de los divorciados?
En ese documento, el papa Francisco se dirigió a los divorciados vueltos a casar para decirles que “no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros activos de la Iglesia”.
Entonces advirtió que “ya no es posible decir que todos los que se encuentran en una situación así llamada irregular viven en pecado mortal (....) nadie puede ser condenado para siempre”.
“No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren”, señaló en su momento el documento. Le pidió al clero misericordia a la hora de discernir quién puede tener derecho a los sacramentos: “Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor.”
El Papa llamó a analizar las condiciones de cada caso, y advertía: “Es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado, se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda creer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia”.
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El papa Francisco ha dedicado su pontificado a defender a los “más pequeños”; a aquellos a los que la sociedad y la Iglesia les ha cerrado las puertas. Y en esa lucha entran los divorciados, separados y vueltos a casar. Desde su primera exhortación apostólica, Amoris Laetitia, publicada en 2016 y producto del debate que se dio en el Sínodo de la Familia, el Papa dijo que no estaban excluidos y pidió a sacerdotes acogerlos en el seno de la Iglesia.
Dejó, sí, en manos de los sacerdotes la decisión de darles o no la comunión. En años recientes ha insistido en aclarar que “los divorciados no están excomulgados”. Este miércoles Francisco pidió redactar “lo antes posible un documento con itinerarios de acompañamiento” para estas parejas, según explicó, “para que no se sientan abandonados por la Iglesia”.
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Hoy se publicó un documento del Ministerio de los Laicos, Familia y Vida dedicado a dar algunas pautas en los matrimonios, en su preparación y para evitar su fracaso. Ahí el papa escribe en el prefacio que pide acogerlos.
En el prefacio del Itinerario Catecumenal para la vida matrimonial del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, presentado hoy en el Vaticano, se habla del noviazgo y la vida matrimonial. En él Francisco insiste en que “la Iglesia quiere estar cerca de estas parejas y caminar también con ellas (...), para que no se sientan abandonadas y puedan encontrar en las comunidades lugares accesibles y fraternos de acogida, de ayuda al discernimiento y de participación”.
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Eso sí, el papa defiende la preparación al matrimonio como “un antídoto para evitar la proliferación de celebraciones matrimoniales nulas o inconsistentes”
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“Es mi ferviente deseo que a este primer Documento le siga cuanto antes otro, en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente”.
El papa resalta que un divorcio provoca grandes heridas. “Al igual que los sacerdotes y las personas consagradas, los matrimonios también son hijos de la madre Iglesia, y una diferencia de trato tan grande no es justa”.
Agrega que “es de las familias de donde nacen las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada; y son las familias las que componen el tejido de la sociedad y “remiendan sus desgarros” con paciencia y sacrificios diarios. Por ello, es un deber de justicia para la Iglesia madre dedicar tiempo y energías a preparar a quienes el Señor llama a una misión tan grande como la familia”.
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¿Qué dice moris Laetitia de los divorciados?
En ese documento, el papa Francisco se dirigió a los divorciados vueltos a casar para decirles que “no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros activos de la Iglesia”.
Entonces advirtió que “ya no es posible decir que todos los que se encuentran en una situación así llamada irregular viven en pecado mortal (....) nadie puede ser condenado para siempre”.
“No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren”, señaló en su momento el documento. Le pidió al clero misericordia a la hora de discernir quién puede tener derecho a los sacramentos: “Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor.”
El Papa llamó a analizar las condiciones de cada caso, y advertía: “Es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado, se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda creer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia”.
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