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Aunque sigue firme en su propósito de retirarse dentro de unos años a una casa con vista a las colinas de Villamaría, en la zona cafetera de Colombia, el ingeniero agrónomo japonés N.Takamatsu, siente que, últimamente, su amor por aquella tierra de granos excelsos no está siendo correspondido.
La zona cafetera colombiana forma ya parte del plan del gobierno de China, (rival comercial de Japón), para asegurar provisiones de comida de un país que, según los expertos, debe alimentar el equivalente al 20 por ciento de la población mundial pese a tener menos del 10 por ciento de las tierras cultivables del globo.
China tiene un largo historial de hambrunas que han causado violentas sublevaciones, como las que en el siglo diecinueve debilitaron la dinastía imperial Quing que terminó con Puyi, retratado por Bernardo Bertolucci en su película El último emperador (1987).
Otra seria hambruna, a mediados de los años sesenta del siglo pasado, mató de inanición entre 30 y 40 millones de personas, como consecuencia de sequías, inundaciones y otros factores, según el norteamericano Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).
En 2013, el recién instalado presidente chino, Xi Jinping, citó las hambrunas, pidió no olvidar que la seguridad alimentaria “es una línea roja” y anunció que la estrategia nacional de alimentación sería poner a China “en primer lugar”.
El profesor Takamatsu cita el hecho de que el presidente colombiano Gustavo Petro haya cruzado el Pacífico en 2023 solo para reunirse con Xi Jinping.
Lamenta que en esa ocasión no incluyera ni a Japón, ni a Corea del Sur, paradas habituales en las giras asiáticas de los mandatarios occidentales que suelen rentabilizar la gasolina del viaje afianzando contactos con la parte más lejana del Pacífico.
Aunque pareciera que son los países de América Latina los que aspiran a ser las grandes despensas de China, en realidad es al revés, me dice el profesor Takamatsu y asegura que Pekín decidió hace años conceder generosos créditos bancarios a los empresarios que se comprometan a poner comida en los platos chinos en los años venideros.
En su adorada zona cafetera, donde el profesor Takamatsu sueña en jubilarse, se están vendiendo a propietarios chinos haciendas de tamaño mediano y grande, lo que augura una subida de precios.
Y más con tristeza que resquemor, señala que la embajada de Colombia en Tokio ha estado sin embajador desde el inicio de la administración Petro, en un gesto abierto a múltiples interpretaciones, casi todas sesgadas hacia la falta de interés por una relación bilateral que se jacta de tener más de cien años de historia.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.