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El 10 de mayo, la República de Corea afianza su sistema político y su jerarquía global en el orden económico, aunque dentro de un horizonte incierto. Las elecciones presidenciales del 9 de marzo mostraron una división tajante entre la continuidad y el cambio. Yoon Suk-yeol, de la fuerza opositora Partido del Poder Popular, tuvo una mayoría de solo el 0,8 % de los 34 millones de votos sobre su rival continuista Lee Jae-myung, del Partido Democrático.
El presidente saliente Moon Jae-in deja una imagen en alto, con un 44 % de aceptación; sin embargo, el público no quedó satisfecho con todas sus realizaciones. Sus dos grandes apuestas de campaña, en 2017, habían sido la paz con Corea del Norte y la solución al problema de acceso popular a viviendas dignas. En relación con el país vecino, hubo momentos de increíble impacto como la visita presidencial a Pyongyang y la participación conjunta de ambas delegaciones coreanas en los Olímpicos de invierno en 2018. No menos trascendental fue el encuentro, en junio de 2019, entre Kim Jong-un, de Norcorea, el presidente estadounidense Donald Trump y el propio Moon, en la zona desmilitarizada de Panmunjon. La distensión se mantuvo en los años siguientes, pero a comienzos del presente año nuevas amenazas de desarrollo de armas atómicas por el Norte malogró el proceso.
En el orden económico y social, si bien el presidente Moon fue capaz de llevar a Corea al primer puesto entre las economías más innovadoras, por encima de rivales como Singapur, Suiza y Alemania, el correspondiente mejoramiento de la calidad de vida de los coreanos ha sido esquivo. El costo de la vivienda se disparó 120 % durante su mandato, creando desazón en una sociedad que ve con inquietud el éxito comercial de su país en el mundo, mientras las condiciones de hacinamiento son palpables en cintas como la muy galardonada Parásito.
La opinión pública respaldó las medidas tomadas para contrarrestar la pandemia del covid-19. Corea fue un pionero en el uso de las tecnologías avanzadas para el seguimiento y aislamiento del contagio, de tal modo que es uno de los países con menos muertes por el virus. Ello favoreció la imagen del gobierno, pero no fue suficiente para contrarrestar el incumplimiento de las promesas de bienestar. Asimismo, ciertos casos de corrupción y el nombramiento de amigos en las entidades de control durante la fase preelectoral terminaron por mancillar su reputación de honestidad.
Yoon, el nuevo presidente, viene de ser el fiscal general, nombrado precisamente por Moon. Su posición política es conservadora. Durante la campaña, denigró de las políticas de equidad género, les achacó la baja tasa de natalidad y prometió cerrar el ministerio que las aplica, con el fin de granjearse el voto de los hombres jóvenes. Esa visión del mundo se replica en el orden externo, donde promete reforzar la alianza militar con Estados Unidos, con el fin de obligar a Corea del Norte a desmantelar sus proyectos de misiles y armas atómicas. Por lo tanto, no solo reanudará los ejercicios militares conjuntos, que involucra su medio millón de soldados con los 28 mil efectivos estadounidenses estacionados el país, sino que ampliará la instalación de baterías antimisiles y elevará el equipo militar a un nivel que sostenga una eventual guerra con el vecino. En ese orden de ideas, buscará la participación en el esquema militar Quad, por medio del cual Estados Unidos, India, Japón y Australia están formando una alianza frente a lo que juzgan el expansionismo chino.
La geopolítica regional se agita día a día. Al conflicto latente intercoreano se suma la independencia de Taiwán, las disputas por las islas en el Mar del Sur de China y los choques persistentes entre India y Paquistán, entre otras confrontaciones. Muchos analistas consideran que en cualquier momento China avance sobre Taiwán, como lo hizo Rusia en Ucrania; sin embargo, desde una perspectiva menos tétrica, al conocer la sagacidad china, es poco probable que se lance a destapar esa caja de Pandora. De todos modos, el contexto regional es incierto para los coreanos.
El presidente Yoon recibe un país encumbrado en el dominio tecnológico con una competitividad reconocida en el campo de las TIC. Su prioridad doméstica estará volcada hacia la preservación de ese legado y, seguramente, acentuará el interés nacional por el viraje hacia la economía verde con la transformación de sus fuentes energéticas, cada vez menos vinculadas a los hidrocarburos, a tono con los objetivos globales del desarrollo sostenible. Resolver al mismo tiempo las promesas incumplidas de bienestar social son su reto interno más resonante, agudizado por la intención de volcar muchos más recursos hacia la defensa.
Sus preferencias externas lo llevarán alimentar tensiones con Beijing. Es probable que incentive la salida de las inversiones coreanas ubicadas en el gran país vecino y se proyecte como un socio más activo en el sudeste asiático, con relaciones más intensas con Tailandia, Vietnam y la misma India. En consecuencia, es factible que el nuevo gobierno agite la bandera nacionalista como táctica para granjearse el favor de una opinión pública que observa el rumbo de su país con perplejidad.
* Universidad Externado de Colombia.
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