Colombia trata de “agarrar la sartén por el mango” con Monómeros
La Supersociedades sometió a la empresa venezolana al máximo grado de supervisión. Esto, aunque no impediría la venta de la petroquímica, permite a Colombia conocer al detalle los movimientos de una compañía clave para la agroindustria nacional.
María Alejandra Medina
La Superintendencia de Sociedades de Colombia sometió al máximo grado de supervisión a la petroquímica Monómeros Colombo Venezolanos, propiedad del vecino país, pero que opera en el mercado nacional. La decisión, que implica, por ejemplo, que la compañía necesita autorizaciones para capitalizar o vender activos, se veía venir desde hace un par de semanas, cuando la misma entidad anunció el inicio de una actuación administrativa “con el fin de preservar la empresa como unidad productiva y fuente generadora de empleo”.
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La Superintendencia de Sociedades de Colombia sometió al máximo grado de supervisión a la petroquímica Monómeros Colombo Venezolanos, propiedad del vecino país, pero que opera en el mercado nacional. La decisión, que implica, por ejemplo, que la compañía necesita autorizaciones para capitalizar o vender activos, se veía venir desde hace un par de semanas, cuando la misma entidad anunció el inicio de una actuación administrativa “con el fin de preservar la empresa como unidad productiva y fuente generadora de empleo”.
La importancia de Monómeros para el mercado colombiano es ampliamente conocida: representa alrededor del 30 % del mercado de abonos y fertilizantes, mientras que en un departamento como el Atlántico (donde tiene su sede principal) la cifra ronda el 80 %, al tiempo que genera, en total, alrededor de 600 empleos.
La determinación del ente de vigilancia llega después de que se conocieran las intenciones del gobierno de Nicolás Maduro de vender la compañía. “Me opongo integralmente a una privatización de la empresa Monómeros localizada en Barranquilla. Ya lo intentó insanamente el Dapre de [Iván] Duque, ahora repite el ministro [Alex] Saab”, le dijo el presidente Gustavo Petro a Maduro en una carta publicada por el propio mandatario colombiano en noviembre pasado.
El sindicato de trabajadores, Sintramonómeros, salió casi de inmediato a apoyar la postura del presidente Petro. “La posible privatización de Monómeros no solo pone en riesgo la estabilidad laboral de miles de colombianos, sino que también pone en peligro la soberanía agroalimentaria del país”, dijo en un comunicado.
Hay que recordar que fue bajo la actual administración que el control de la junta directiva, que el gobierno de Iván Duque le había dado a Juan Guaidó, volvió a manos de Nicolás Maduro.
Ahora, “Maduro pretende por medio de Monómeros chantajear y presionar al Gobierno de Colombia con miras a lo que ocurra el próximo año en Venezuela, luego de la fecha del 10 de enero”, estimó el opositor Julio Borges en una columna en este diario, en referencia a la fecha en que el presidente de Venezuela pretende juramentar para un nuevo mandato sin que haya pruebas de su victoria electoral. Por cierto, no hay certeza sobre si Petro asistirá a esa investidura.
En el mismo texto, Borges señalaba que sectores de la oposición “desde un inicio, fuimos sumamente enfáticos en decir que los activos de Venezuela en el exterior debían ser transferidos a un fideicomiso para garantizar que ni los acreedores, ni el régimen de Maduro pudiera ponerles la mano”. Recordó también que “la gestión del Gobierno interino [de Guaidó] buscó impregnar de política la empresa, afectando su gobierno corporativo y su gestión financiera. De hecho, en el 2021 una comisión de la Asamblea Nacional de Venezuela presentó un informe detallado sobre lo que fue un intento de toma hostil de la empresa por parte de factores políticos y concluyó la necesidad de despolitizar la empresa y blindar sus operaciones”.
¿Qué busca Maduro con Monómeros?
“Desde hace 10 años, Maduro ha intentado ceder activos de Venezuela en condiciones opacas. De hecho, ha logrado vender activos, como Chalmette, la refinería en Estados Unidos, o las acciones de PDVSA en la refinería de República Dominicana”, explica José Ignacio Hernández, constitucionalista y exprocurador del gobierno interino de Juan Guaidó, por lo que asegura que la situación con Monómeros no es un caso aislado. “Lo que pretende es procurarse ingresos y evitar que esos activos sean tomados por acreedores de la deuda pública, pues los gobiernos de Chávez y Maduro terminaron en un endeudamiento cercano a los US$170.000 millones”.
Hernández resalta que la importancia de la empresa es mayor para Colombia que para Venezuela. “Si esta privatización se logra, habría dos grandes consecuencias: para Colombia, una situación de riesgo porque el suministro de fertilizantes para la agroindustria podría quedar en peligro; para Venezuela sería una pérdida de activos en condiciones poco transparente. Además, cualquier ingreso que se genere no va a beneficiar a los venezolanos, sino que desaparecerá en la cleptocracia del gobierno de Maduro”.
Se calcula que el precio de venta puede rondar los US$350 millones.
Para Hernández, por lo expuesto, la postura de Petro es “sensata” y el sometimiento al control de la Supersociedades, “esperable”. Aunque ese grado de supervisión no le impediría a Maduro vender la empresa, sí sería necesario que, si los accionistas deciden vender, obtengan una “autorización de la Superindustria, porque es un acto que afecta el mercado de los fertilizantes”, le explicó el supersociedades, Billy Escobar, a El Heraldo.
“Este control otorga al Gobierno de Petro la posibilidad de conocer en detalle los planes de venta de Monómeros y hacer las exigencias necesarias para garantizar la continuidad operativa de la operación. Esto impide a Maduro vender Monómeros de manera secreta y expedita”, agregó el constitucionalista venezolano.
Hay que recordar, además, que Monómeros se encuentra sancionada por Estados Unidos. “Cualquier operación para la adquisición de las acciones de Pequiven [de la que Monómeros es filial] en la empresa quede sometida a controles de la OFAC (Oficina de Control de Bienes Extranjeros), y eso sería otra traba que podría impedir la venta”, añade Hernández. Sin olvidar que el 20 de enero de 2025 Donald Trump regresará a la Casa Blanca, por lo que el futuro de las sanciones es aún más incierto.
Ya desde la campaña presidencial, Gustavo Petro había manifestado su intención de comprar más de la mitad de Monómeros, lo cual para Hernández resulta “más racional” para el lado colombiano. Según el opositor Julio Borges, “pensando en el interés de Colombia, si Monómeros cae en manos privadas ajenas a los intereses colombianos, algunos tratos preferenciales en la compra de productos petroquímicos se pueden ver afectados y puede incidir en los precios de algunos alimentos en Colombia. Sin embargo, no sé si esta es razón suficiente para que el Estado colombiano dé ese paso y compre Monómeros. Por principios, soy de la posición de que el Estado empresario casi siempre asciende al fracaso y la corrupción”.
Otros, como el exministro de Agricultura Andrés Valencia, claramente lo ven como algo poco estratégico, pues, subraya, no es el rol del gobierno participar de un mercado privado como ese y además sería adquirir una empresa en una situación financiera complicada, como la Súper resalta en su decisión. Así lo manifestó el exfuncionario del gobierno de Iván Duque al diario barranquillero.
Según la información financiera reportada por el ente de vigilancia, los ingresos de Monómeros cayeron cerca de 20 % entre 2022 y 2023.
Por el momento, es claro que Monómeros se ha convertido en una nueva fuente de tensión entre el gobierno colombiano y el venezolano, a pocas semanas de que Maduro inaugure otros cinco años en Miraflores, como lo pretende, pese a una considerable falta de reconocimiento internacional.
“Nuestra preocupación máxima es el hecho de que Monómeros se utilice a través de Alex Saab, Irán o Rusia como un caballo de Troya para seguir creciendo la influencia, el dominio, el crimen organizado en todo el tejido social venezolano y colombiano”, concluyó Borges en diálogo con este diario.
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