Pedro Sánchez en España, entre la espada y la pared por Venezuela
Mientras las tensiones aumentan, España y Venezuela se enfrentan a una posible ruptura que podría impactar tanto en el ámbito político como económico, con el petróleo en el centro de la disputa.
Camilo Gómez Forero
El puente entre Caracas y Madrid no está quebrado todavía, pero puede estar muy cerca de quedarlo. Aunque algunos funcionarios del gobierno de Pedro Sánchez en España traten de disimular las tensiones, como la ministra de Educación y Deportes, Pilar Alegría, que aseguró que todo funciona con plena “normalidad”, la realidad es que las relaciones entre ambos países no marchan nada bien.
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El puente entre Caracas y Madrid no está quebrado todavía, pero puede estar muy cerca de quedarlo. Aunque algunos funcionarios del gobierno de Pedro Sánchez en España traten de disimular las tensiones, como la ministra de Educación y Deportes, Pilar Alegría, que aseguró que todo funciona con plena “normalidad”, la realidad es que las relaciones entre ambos países no marchan nada bien.
Tanto en el Parlamento español como en el venezolano se multiplican los pedidos para romper relaciones bilaterales. Las razones del origen de estas tensiones no son del todo claras, pero al menos en la superficie hay un elemento puntual: la decisión del Congreso español de reconocer a Edmundo González como el presidente electo de Venezuela fue visto por el madurismo como una “declaración de guerra”.
“El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, estuvo muy ‘arrecho’ luego de esto. Llamó de inmediato a la Comisión de Política Exterior para que se reuniera y aprobara una resolución plenaria para instar al Gobierno a romper relaciones de inmediato”, comentó Xabier Coscojuela, periodista venezolano.
Esta ruptura no solo incluía las relaciones diplomáticas, sino también las comerciales, lo cual es muy importante. España se ha convertido en el tercer mejor cliente de Venezuela, solo por detrás de Estados Unidos y China, al concentrar el 11 % de sus exportaciones, lo que se traduce en unos US$671 millones. Las exportaciones, cabe destacar, incluyen ropa, cerámica y maquinaria, pero, sobre todo, petróleo.
“La empresa petrolera española Repsol, que había salido de Venezuela por cuestión de las sanciones, logró volver porque Estados Unidos le concedió un permiso especial. Esas inversiones que ha hecho en petróleo son muy importantes. Maduro ha logrado recuperarse gracias a la exportación de petróleo de Chevron, pero también suma Repsol”, dice Coscojuela.
En el aspecto comercial, en teoría, Caracas tiene más que perder ante una hipotética ruptura de negociaciones. No solo España podría aprovisionarse del crudo de otros países, sino que Repsol produce gas en la planta de Cardón IV para uso interno en Venezuela, lo que ha servido para evitar más apagones en el país. Pero también hay que tener en cuenta todo el tablero geopolítico: España ha importado cuatro veces más petróleo venezolano desde la invasión a Ucrania, con el beneplácito de Estados Unidos, lo que evidencia que, a pesar de los choques, Venezuela puede ser un actor necesario para Madrid y Washington mientras la guerra siga su curso.
En medio de esto, llamó la atención que la hermana de Rodríguez, Delcy, quien es también la vicepresidenta de Venezuela, se reunió directamente con Repsol el día después de la “arrechera” de Jorge Rodríguez. La ruptura parecía ir en serio y estaba en el orden del día para ser discutida “con urgencia” el viernes. Pero cuando el asunto parecía ir más en serio, el debate se sacó del orden del día. Rodríguez no explicó por qué ni cuándo se discutirá el asunto en pleno.
“Esto dice que lo tenemos allí guardadito mientras el Gobierno español da el siguiente paso o porque se movió alguna negociación que mantienen ambos gobiernos”, dijo Coscojuela.
Según otra fuente de un partido venezolano consultada por El Espectador, estos cambios obedecen a “tensiones internas” y a una voluntad del líder del Parlamento venezolano por usar las relaciones diplomáticas como un elemento de negociación con España. La cuestión sobre el rompimiento permanecerá en la Comisión de Política Exterior, que funciona como un cuartel especial de Maduro, esperando a que Madrid tome acciones sobre Venezuela.
A este elemento de persuasión se sumaría otro, que raya más con el chantaje, que estaría usando Caracas para mantener la atención de Madrid en la mesa: los ciudadanos españoles en Venezuela. Esta misma semana, el Gobierno de Venezuela acusó sin pruebas a José María Basoa y Andrés Martínez Adasme, ciudadanos provenientes de Bilbao, de terrorismo y querer atacar a Maduro. El Gobierno de Sánchez en Madrid ha señalado que esta acusación es “inverosímil” y que se trataba nada más de turistas, pero la trama recuerda una película que ya hemos visto.
“Ellos (los españoles) pasan por Colombia e incluso Mauricio Bernal, propietario del hotel donde se hospedaron y su guía, dijo que estos señores no eran nada de lo que los acusaban. Maduro, de hecho, expuso con nombre y apellido a Bernal en tono amenazante luego de esto. No es la primera vez que algo así ocurre con extranjeros. Recordemos a los seis empresarios de la empresa Citgo a quienes llamaron a Caracas y al llegar los dejaron detenidos en una supuesta operación anticorrupción. En ese grupo había un ciudadano con doble nacionalidad (cubano-estadounidense). Eran solo una ficha de cambio de negociación. No me extrañaría que esto fuera igual”, recuerda Coscojuela.
Con más de 136.000 ciudadanos españoles en Venezuela, Madrid debería tener muchas preocupaciones en este sentido. Es una de las razones por las que el Partido Popular español ha liderado la campaña contra de Maduro, llegando a insinuar que el presidente Sánchez es cómplice del “golpe de Estado” que se produce en Venezuela. También han pedido la dimisión del canciller, José Manuel Albares, por las todavía misteriosas circunstancias que rodean el traslado del candidato González de Caracas a Madrid. Sobre esto, Albares solicitó hablar el mismo día que llegó González ante su Congreso para explicar la decisión del Gobierno español, pero no le han confirmado la fecha para poder hacerlo.
Para el gobierno de Sánchez, Venezuela se ha convertido en un dolor de cabeza interno y externo: en España lo acusan de ser un cómplice de Maduro, mientras que en Caracas lo señalan de ser intervencionista. Quedando entre la espada y la pared, su protagonismo empezará a decantarse cuando Albares explique los detalles del exilio, mientras las negociaciones siguen por debajo de cuerda.
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