Venezuela: lo que puede pasar y lo que no el 10 de enero
Caracas enfrenta tensión: Maduro busca consolidar el poder con una reforma constitucional mientras la oposición lidia con bloqueos y falta de apoyo militar.
Camilo Gómez Forero
No es necesaria una bola de cristal ni un juego de cartas del tarot para anticiparse a lo que puede ocurrir en Caracas el 10 de enero. La periodista y politóloga venezolana Maibort Petit tiene otra técnica mucho más convencional y, quizá, más confiable que la de astrólogos y videntes: mirar un mapa de la ciudad y revisar la prensa.
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No es necesaria una bola de cristal ni un juego de cartas del tarot para anticiparse a lo que puede ocurrir en Caracas el 10 de enero. La periodista y politóloga venezolana Maibort Petit tiene otra técnica mucho más convencional y, quizá, más confiable que la de astrólogos y videntes: mirar un mapa de la ciudad y revisar la prensa.
“Caracas se divide en dos. Todo lo que son los poderes públicos están del lado oeste. El lado fuerte de la oposición está del lado este, y estas dos partes se conectan a través de tres vías que son la Boyacá (Cota Mil), la avenida Francisco de Miranda y la autopista Francisco Fajardo (la arteria vial de la ciudad)”, dice Petit.
Los chavistas, dice la reportera, quieren bloquear esas tres calles y taponarlas para la jornada en la que Nicolás Maduro planea investirse para otro período en el poder. Entender el mapa y su antesala es vital para ese día, pues la líder de la oposición, María Corina Machado, quien ha invitado a la gente a movilizarse, podría quedar atrapada junto con sus seguidores del lado este de la ciudad si ocurre ese bloqueo a gran escala. Si la intención es llegar a Miraflores a ejercer presión, la oposición podría tener problemas logísticos.
“Ella ha salido en otras oportunidades, no cabe la menor duda de que podría hacerlo de nuevo. Si lo hace, se enfrenta a que Diosdado Cabello la arreste. Podría hacerlo en el momento en el que Maduro está juramentándose en la Asamblea, cuando estén distraídos. Ahora, con ese bloqueo, no sé si vaya a haber el número de personas importante (de la oposición) para enfrentarse a las armas que va a tener Maduro en cada una de esas encrucijadas en las calles”, dice Petit. “La alternativa es el metro, porque es una línea por debajo de la tierra, pero el régimen también lo controla”, explica.
Otra opción sería que la oposición se infiltrara como chavistas en el este de la ciudad, pero es demasiado arriesgada. La salida de Machado a las calles ese día, comenta la experta, agregaría una dosis de determinación a la oposición en las calles, al igual que si aparece Edmundo González Urrutia, otro elemento que enfrenta barreras.
“Si llega Edmundo, no sé cómo entraría. Desde este viernes estará por América Latina. Tendría que entrar por la frontera. Por el mar no puede, tiene que entrar por Colombia o por Brasil. Por Guyana no puede”, asegura la periodista de la cabeza de la oposición, por quien la Fiscalía venezolana ofreció ayer una recompensa de US$100.000 por su captura.
Pero aunque González llegara, su aparición y la de Machado serían insuficientes en la práctica. Para un levantamiento contra Maduro, dicen los expertos, se necesitan armas y dinero, y no hay ninguna de esas dos cosas en la mesa. “Las revoluciones son costosas”, dice Petit. ¿Erik Prince no cumpliría este rol? El empresario estadounidense lanzó hace meses la campaña “Ya Casi Venezuela”, con la que prometía desplazar a Maduro del poder, creando mucha expectativa en redes sociales. Para Petit, esto simplemente se trató de una “campaña de guerra psicológica muy irresponsable” de parte de Prince.
“Si te lees los manuales de guerra cognitiva, te das cuenta de que eso es una estrategia de guerra psicológica. Es una cosa que a los chavistas no les llega porque están formados en eso. Ahora, si tú vas a mandar una fuerza especial o a unos mercenarios, no lo anuncias por redes sociales porque es ridículo. Adicionalmente, pide plata. Es muy poco serio. Aquí lo que le dio a la gente fue tristeza porque se jugó con la esperanza de la gente”, agrega.
Sobre esto, Petit cita el caso del mayor general venezolano Clíver Alcalá en 2019, quien entrenó a un grupo de soldados para ejecutar una operación militar (la Operación Gedeón) con la que se buscaba capturar a Maduro. En marzo de 2020, las autoridades colombianas descubrieron las armas con las que se haría esa operación y así el plan se cayó en pocos días. “No creo que, en esta oportunidad, un grupo de mercenarios acostumbrado a matar en otros lados pueda tener éxito. También hay que ver la historia de Prince, que es mucho más propaganda”, dijo la periodista.
La escena está cargada de adversidad para la oposición: con el mapa cortado, sin armas y sin dinero para medírseles a los militares que todavía acompañan a Maduro, un levantamiento no parece viable. La idea de unos mercenarios “salvando la patria” tampoco promete mucho, y esto hay que decirlo. Una fuente comenta, a modo personal, que “uno de los grandes errores que ha tenido la oposición es vender optimismo y que la cosa ya está lograda. La gente allá adentro no puede recibir otra frustración porque si se desmotiva, para volver a reunificarse y llegar al punto que se llegó en julio, nos va a costar el doble de tiempo”. El panorama no puede ser más frustrante.
El éxito de un cambio de régimen depende, como ha sido en los últimos seis años, de los militares venezolanos. Y este grupo, de nuevo, todavía sigue firme con Maduro. “Sé que hay militares descontentos y esperando la oportunidad, pero trato de ser muy objetiva”, dice Petit. La oposición, lamenta, ha fallado en atraerlos a su bando y, aunque hay nombres que respaldan a Machado, la realidad es que Maduro conserva el monopolio de las armas por sus amenazas. Los uniformados saben que traicionar a Maduro significa ser torturado hasta la muerte, como el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, y no quieren tomar el riesgo a menos de que sepan con certeza que la revolución será aplastante.
Aún así, Petit, como muchos venezolanos, no pierde la esperanza, pero es realista frente al porvenir. “A Venezuela le cayó la maldición de Tutankamón. Y cuando uno piensa que no puede haber algo peor, llega algo peor”, lamenta. Con esto se refiere a que no solo las condiciones para que la oposición asuma el poder son muy limitadas, sino que los planes del oficialismo son mucho más alarmantes.
En su entrevista anual con el periodista Ignacio Ramonet, en la que ofrece un peritaje de lo que va a hacer, Maduro continuó esbozando su plan para el 10 de enero: una reforma constitucional y convocar elecciones generales adelantadas —a las que la oposición no puede presentarse porque reconocería así a Maduro—, tal vez para dentro de un solo mes, según estimaciones. Eso lo ha resaltado desde hace meses. La reforma establece la modificación de la estructura del Estado para que se divida en miles de células o “ciudades comunales”. Para profesores universitarios como Juan Manuel Raffalli, abogado en Derecho Constitucional, se eliminarían las competencias y autonomía en los municipios y gobernaciones, que le serían transferidas a autoridades no electas por el voto universal.
Hugo Chávez intentó hacerlo en 2007, pero el pueblo lo rechazó. Lo intentó de nuevo en 2010 y logró avances por otras vías. Maduro trató en 2020 y 2021, pero no consagró totalmente ese proyecto que, si se cumple, acabaría por completo con la institucionalidad democrática.
“Si la hacen estamos fritos, y la van a hacer”, dice la periodista.
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