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El domingo pasado un grupo de estudiantes universitarios se acercó a la iglesia El Sagrario en el centro de Quito, para llevar a cabo su campaña “El amor nos une”. Con camisas blancas querían darle la paz a los creyentes. Los acompañaron diferentes miembros de la comunidad LGBTI para pedir de manera pacífica ser incluidos dentro de los espacios religiosos.
Una de los representantes de la comunidad LGBTI que asistió fue Samay, una mujer transexual que recibió varias miradas por parte de las personas que se encontraban en la iglesia. Al final de la misa, muchos feligreses le dieron la mano para darle la paz, incluso un señor de edad se la besó, pero dos personas se negaron rotundamente a tocarla.
Este hecho ocurrió afuera de la iglesia porque el padre no autorizó que la campaña se hiciera dentro. “En la misa mencionó que no estaba de acuerdo con este tipo de campañas y le pidió a los fieles no darnos entrevistas. Por eso no pudimos dar la paz”, cuenta Grace Chachalo, líder de la campaña.
Matteo Guerini, el otro líder del proyecto, dice que el padre de la iglesia no quiso ver un texto que le llevó para que lo leyera al final de la misa. Y que además, alzó la voz cuando Guerini le explicó que la campaña incluía a los LGBTI. Él prefiere no revelar el nombre del padre.
Desde el inicio del proyecto han recibido reacciones positivas y negativas por parte de la iglesia católica. Sin embargo, esperan que no haya más división y discriminación, y que la cifra de respuestas negativas sea cero.
Cortesía: Campaña "El amor nos une"
La idea de la campaña surgió hace dos meses en una clase de publicidad de la Universidad San Francisco de Quito. Los estudiantes tenían que hacer un proyecto sobre publicidad y sexismo, y ellos decidieron enfocarlo en la relación entre la comunidad LGBTI y la iglesia católica.
"Hicimos una investigación de aceptación hacia los LGBTI. Cerca del 70% de la universidad no tenía tolerancia hacia la comunidad" dijo Chachalo. Además contó que su universidad se caracteriza por tener un pensamiento liberal, por eso se alarmaron con esta cifra. "También averiguamos que más del 80% de ecuatorianos se consideran católicos, desde ahí decidimos relacionarlos, pues históricamente han tenido divisiones”, concluyó Chachalo.
Con el tiempo dejó de ser una simple tarea para una clase. 18 jóvenes del curso decidieron tomar el proyecto como propio con el fin de unificar las dos comunidades para dejar de lado la discriminación y los debates que parecen no tener un fin. Se dieron cuenta que solo una palabra resume la ilusión de este proyecto y esa es: amor.
Después de tener el “estandarte” definido, decidieron crear unos folletos que tienen semejanzas con los misales católicos (libros litúrgicos que contienen oraciones, lecturas y ceremonias de la misa). La cartilla tiene en el exterior una paloma con los colores del simbólico arcoiris de la comunidad LGBTI y en el interior diferentes versículos de La Biblia que hablan sobre el amor, en especial hacia el prójimo.
Los folletos fueron repartidos a sacerdotes católicos de las iglesias del centro de Quito. Sus reacciones fueron diversas: silencio, rechazo o aceptación. Pero Grace Chachalo y Mateo Guerini, concluyen que esperaban un mayor rechazo por parte de los representantes de la iglesia; en su mayoría, en lugar de comentarios discriminatorios, encontraron respuestas reconciliadoras.
Cortesía: Matteo Guerini
"Fue super divertido porque esperábamos que fuera malo. Teníamos la intuición de que iban a reaccionar mal, pero no pasó. Escucharon nuestra propuesta y nos decían que ellos respetaban”, dice Guerini.
El Espectador consiguió los testimonios de algunos padres y monjas que fueron entrevistados por los estudiantes, pero prefirieron no dar sus nombres. "Es que nosotros no tenemos que hacer paces con nada, porque simplemente la iglesia no está en contra de nada, hay una gran equivocación respecto a eso", dijo uno de los padres de La Compañía de Jesús.
"Pero la iglesia respeta, eso es lo que enseña, el respeto desde el vientre materno hasta la muerte. Pero si una jóven tiene esa inclinación e invita a otra jóven a tener esa inclinación, eso no está bien visto", expresó una de las monjas.
Con el proyecto, los miembros de " El amor nos une" se dieron cuenta que hay mucha desinformación entre ambas comunidades, pues por miedo a lo que piense la una de la otra evitan el diálogo. Tanto así que muchos religiosos no sabían lo que significa LGBTI (lesbianas, gais, bisxuales, transexuales e intersexuales).
Diane Rodríguez, la primera diputada transexual y presidenta de la Federación Ecuatoriana de Organizaciones LGBTI, manifiestó que hay puntos de encuentro en las diferencias, y está de acuerdo en que un punto de encuentro sea el amor.
“Pero hay que dejar algo en claro,esto siempre nace de nosotros. Quizás el discurso de la iglesia sea en algunas ocasiones inclusivo con la población LGBTI, por lo menos de sus representantes más emblemáticos. Pero nunca se ejecuta esa acción y queda claro con esta acción que están haciendo estos estudiantes que siempre viene de nosotros, de aquellos que somos LGBTI, sus familiares y simpatizantes”, concluye Rodríguez.
En junio de 2016, el papa Francisco expresó "creo que la iglesia no sólo debe disculparse como el cardenal Marx dijo. No sólo debe pedir perdón a esta persona que es homosexual, a quien se ha ofendido, sino que tiene que pedir perdón a los pobres, a las mujeres explotadas, a los niños explotados por su mano de obra, tiene que pedir perdón por haber bendecido muchas armas".
La aceptación que han tenido las personas con el mensaje de reconciliación es la satisfacción de la campaña ecuatoriana, que sigue creciendo mediáticamente para dejar de lado las diferencias y centrarse en aquello que une.