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Andrés Gutiérrez tiene 37 años. Es padre de tres hijos, dos niñas de tres y once años, Ema e Isabela, y un niño de siete, Lorenzo. Es psicólogo y director de la Fundación Semillas de Vida, una organización que en 2002 creó su mamá, Teresa Tamayo, para ayudarlo a él y otras personas a superar la dependencia que pueden generar los estupefacientes. Hoy, dice, es feliz con su vida. No se siente apenado con su pasado, pues ahora su historia ha servido de motivación a muchos otros que, como él, alguna vez cayeron en los problemas que genera la adicción.
“Tenía catorce años, compartía mi vida con mis dos hermanos y mis padres. Éramos una familia bogotana con dificultades, pero vivíamos bien. Un día todo se descompensó cuando mi padre, con unos comportamientos inadecuados y una serie de situaciones, empezó a afectar el núcleo familiar. Yo era pequeño, me quedaba al cuidado de otras personas mientras que mis padres trabajaban. Había una notable ausencia por parte de ellos”, cuenta Andrés.
Recuerda que ante la soledad que sentía por no tener cerca a sus padres empezó a frecuentar grupos de jóvenes en el barrio Marsella, donde vivió gran parte de su adolescencia. “Mis padres no me hacían ningún control, así que yo terminé adoptando conductas negativas. Empecé con un consumo experimental de drogas. Después de un tiempo empecé a vivir en una condición muy difícil, aunque en ese momento no lo entendía”, asegura.
Tras iniciar con el consumo de alcohol, pasó a otros estimulantes como la cocaína. Luego comenzó a combinar otras sustancias. “Así duré por más de trece años, sumergido en un proyecto de vida desolador”.
“En mi casa se dieron cuenta tarde, otros problemas internos se robaban la atención. Y aunque tuve un problema de adicción muy severo, logré mantenerlo en secreto”, afirma Andrés.
Pero, como asegura Diana Marcela Pava, médica toxicóloga de la Universidad Nacional y asesora de la Policía Nacional, los efectos por consumir estas sustancias pueden ser evidentes a corto o a largo plazo, como en el caso de Andrés, que empezó a tener alteraciones en su conducta, algunos síntomas respiratorios y dificultades cardíacas. Según Pava, también se pueden presentar alteraciones neuropsicológicas, psicosis tóxica, aparición y exacerbación del acné o lesiones en cavidad oral y la faringe.
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Tras separarse de su esposo, Teresa Tamayo siguió sola con sus tres hijos. “Aunque Andrés siempre negó el consumo, con el tiempo se le fue notando en su ropa, sus ojos, la forma como hablaba”, recuerda. Entonces, ella tomó una decisión drástica: desocupó su casa y se fue a vivir a un garaje que le ofreció una conocida. En el lugar donde habían crecido sus hijos creó una fundación para ayudar a personas con adicción. La llamó Semillas de Vida.
En ese lugar Andrés encontró el camino para rehabilitarse. Hoy, luego de estudiar Psicología en la Universidad Católica Luis Amigó, es su director. En ese cargo ha estado durante ocho años, en los que ha ayudado a personas a afrontar los problemas que suele generar la dependencia. En ese lapso ha desarrollado dos rutas para atender a los usuarios de las sustancias psicoactivas. Una es rehabilitación ambulatoria, donde se le da al paciente un manual para seguir en compañía de su familia. La otra apunta a atender a los usuarios en la fundación durante nueve u once meses.
La idea es que, a partir de su ejemplo, estos pacientes empiecen a cambiar su comportamiento. Conferencias de personas que han estado en una situación similar, cursos de primeros auxilios y talleres de panadería hacen parte de la lista de actividades que Andrés ha planeado. La base del proceso, dice, es apoyar a quienes llegan a la fundación. Lo fundamental para él es “evitar que sientan culpa, tanto ellos como la familia. Lo importante es que a través del diálogo se puedan identificar los factores que condujeron a cada persona a consumir drogas”.
¿Cómo ayudar a un familiar con adicción?
Si en su casa se presenta un caso de dependencia, Andrés Gutiérrez, director de la Fundación Semillas, recomienda seguir una serie de pasos. Estos son sus consejos:
1. No normalice el consumo: si ve a un familiar consumiendo y presenta una adicción, no vea esta situación como algo normal. Existen razones que lo llevaron a ese consumo; averigüe y actúe. “Por eso, si tiene un familiar que consume, dígale algo, sáquelo de su zona de confort o, si no, él no va a tomar decisiones”, dice.
2. Dejar de ser permisivos: padres, tíos, hermanos y más familiares que comparten con la persona que consume, quítense la venda de los ojos: si usted como familiar no actúa y no busca alternativas para solucionar este problema, él solo no lo va a hacer; ¡ayúdelo!
3. Tome decisiones pronto: siéntese con su familia, ojalá esté él y las personas que más respeta, como sus abuelitos o hasta la misma pareja, generen un diálogo contundente, que sea coherente con sus acciones y elijan qué van a hacer. La intervención en el momento en que se reconoce el consumo excesivo es lo más importan te.
4. Deje de financiar el consumo: aunque usted no lo crea, cada moneda que le da a la persona que consume puede ser utilizada para la compra de estas sustancias. Mamá, papá, hermano u otro familiar, no les den dinero a estas personas si saben que están consumiendo drogas, ellos necesitan sentirse solos para empezar a tomar decisiones. “De qué le sirve el dinero si no ha sembrado unas bases sólidas en la familia”. Lo importante es que pueda llenar el corazón de la persona con amor, siempre por medio del diálogo. Esta será la mejor solución y todo empieza desde casa.
5. Busquen ayuda profesional: ir buscando un sitio de intervención donde lo orienten, tanto a él como a la familia, es clave, ya que existen varias maneras de detectar el consumo. Un ejemplo de ellos son sus maneras de actuar: se vuelven agresivos, se irritan con facilidad, comen a deshoras, no les gusta que les digan las cosas y hay siempre una reacción fuerte. Eso no es normal, es algo que es de un momento y que viene del consumo de drogas.
Si tiene alguna información sobre tráfico de drogas, puede comunicarse con la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional, que cuenta con la línea 167.
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