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La resurrección del movimiento estudiantil

Los estudiantes lograron que el Gobierno considerara retirar del Congreso la reforma a la educación superior. Quedan con un sabor de triunfo por crear una oposición fuerte y unida.

Carolina Gutiérrez Torres
09 de noviembre de 2011 - 11:31 p. m.

Boris Duarte Caviedes tiene 28 años. Cursa la maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Colombia. Es líder de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) de Bogotá. Es uno de los responsables de que las universidades del país se unieran y lucharan incansablemente por su causa: retirar el proyecto de la reforma a la educación superior del Congreso.

Boris dice que la resurrección del movimiento estudiantil se explica con una frase: “los jóvenes y los estudiantes de Colombia volvimos a tomar conciencia de que otro mundo no sólo es posible, sino necesario”. Boris cree que el movimiento de los estudiantes venía de un largo letargo de 40 años y que ya era tiempo de organizarse y unirse. Boris recuerda aquellas marchas históricas de 1971 que quedaron grabadas en las primeras páginas de los diarios de aquel tiempo.

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“Día trágico: 8 muertos y 47 heridos”. El titular apareció en la primera página de El País de Cali el 26 de febrero de 1971. Ese día quizá haya sido el más oscuro para el movimiento estudiantil de Colombia, que empezaba a ganarse el calificativo de “la mayor movilización” de este sector en la historia del país. La escena se vivió en Cali: estudiantes de la Universidad del Valle marchaban exigiendo la renuncia del rector y rechazando las condiciones de los créditos otorgados por entidades internacionales a las universidades, mientras la Fuerza Pública intentaba contener la protesta.

Hubo unos disparos. Una confusa situación que el presidente de entonces, Misael Pastrana Borrero, intentó explicar así en alocución televisada: “No se sabe si fue que el arma de dicho soldado se disparó involuntariamente o que otro agente de la autoridad lo hiciera, posiblemente, ante el temor de lo que estaba aconteciendo a su compañero. No hubo orden alguna de disparar por parte de ningún oficial”. Los muertos llegaron a 20 y el gobierno, como confesando su incapacidad de alcanzar un acuerdo en paz, declaró el estado de sitio. La lucha apenas comenzaba.

La Universidad Nacional de Bogotá les hizo un llamado a los estudiantes del país para unirse en solidaridad con sus compañeros. Marcharon las universidades de Medellín y las de Bucaramanga, mientras el gobierno respondía ampliando el toque de queda a esas ciudades y amenazando con penas de 30 a 180 ochenta días de arresto para quienes desobedecieran la ley. El inconformismo se extendió hasta noviembre de ese año. Al final, el mayor triunfo del movimiento estudiantil quedó condensado en un documento denominado Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil, que constituyó las bases para la reestructuración de la universidad.

Jamás volvió a vivirse una movilización igual, hasta hoy. ¿Qué sucedió en estos años? Boris Duarte responde desde un parque del centro de Bogotá: “hay tres razones que llevaron a esta dispersión: la represión y persecución del Estado, el sectarismo de las organizaciones estudiantiles y la falta de memoria histórica que nos llevaba a caminar sobre los mismos errores del pasado”.

Según él, y algunos de los otros líderes de la MANE que hoy lo acompañan en el Parque de los Periodistas, la resurrección de este movimiento comenzó en 2008. Ese año, cinco organizaciones nacionales empezaron a hablar de unirse, de nombrar a unos líderes y de tener “por lo menos” una unidad nacional en el momento de marchar (fueron la Federación de Estudiantes Universitarios, la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios, la Federación Universitaria Nacional, la Organización Colombiana de Estudiantes y el Proceso Nacional Identidad Estudiantil). “En términos de unidad política no tuvimos muchos resultados, pero sí logramos ponernos de acuerdo en una agenda de movilizaciones”.

Por esa misma época cada universidad pública vivía su propia manifestación en contra del Plan Nacional de Desarrollo del entonces presidente Álvaro Uribe. Rechazaban, puntualmente, un artículo que les exigía a las universidades hacerse responsables del pago de su pasivo pensional. Un ataque a sus finanzas. “Nosotros reaccionamos cuando nos sentimos atacados. Mientras mayor sea el ataque y mientras más reprimidos nos sintamos, más fuerzas vamos a tener”, dice Laura Ligarreto, también líder de la MANE.

En abril de 2010 se celebró un encuentro en Manizales en el que se habló por primera vez de la creación de una mesa nacional. El objetivo era consolidar lo que ellos llamaron una Unidad de Acción, que sería la encargada de coordinar las movilizaciones y “el día a día”; y una Unidad Programática “para pensar y construir la idea de universidad que todos queríamos”, cuenta Duarte.

Pasó más de un año para que fuera una realidad la Mesa Amplía Nacional Estudiantil (MANE). Los días 20 y 21 de agosto de 2011, en el auditorio Camilo Torres de la Universidad Nacional de Bogotá, quedó conformada. En la segunda sesión, el 15 y 16 de octubre, por votación se definieron unos voceros. En Bogotá son once y todos, con orgullo, dan la cara. Hoy más que nunca.

Óscar Aponte Moreno, 17 años

Está en segundo semestre de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia. Empezó su militancia en el movimiento Rebeldía Estudiantil Organizada hace dos años, cuando todavía era estudiante de secundaria del colegio San Viator de Bogotá. “El nuestro es un proyecto político socialista. Luchamos por tener una nueva escuela articulada a las clases populares, luchamos por la transformación social”, dice.

Paola Alejandra Galindo, 21 años

Está en noveno semestre de Filosofía en la Universidad Nacional. Desde los 17 años pertenece a Comuna Universitaria, una organización estudiantil “constructora de movilización social”. Ingresó al grupo por invitación de un grupo de amigos que trabajaban en los barrios. “Era una apuesta política con la gente, en defensa del ordenamiento territorial, de la educación, de la vida”, cuenta Paola con un discurso fluido, estructurado.

Boris Duarte Caviedes, 28 años

Sólo le falta la ceremonia de grado para obtener el título de politólogo. Es estudiante de la maestría de Estudios Políticos Latinoamericanos de la Unal. Su primera gran movilización fue en 2007, cuando los estudiantes de la Nacional se unieron en contra de una reforma académica. Se vinculó al grupo Red Revuelta, de la organización Proceso Nacional Identidad Estudiantil. En 2009 fue elegido vocero nacional de esa organización.

Laura Ligarreto Barrientos, 21 años

Acaba de graduarse del pregrado de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional y está a la espera de una maestría en la U. Javeriana. Comenzó a involucrarse con el movimiento estudiantil desde que cursaba el primer semestre, cuando estaba en discusión la continuidad de su carrera en la Facultad de Derecho. “Muchos entramos al movimiento en grandes coyunturas, porque gran parte de nuestra fuerza nace cuando nos sentimos atacados”.

Sergio Fernández Granados, 25 años

Es estudiante de la maestría en Derecho de la Unal. Hace tres años empezó a ser parte de la Organización Colombiana de Estudiantes, en momentos en que los estudiantes del país se movilizaban en contra del Plan Nacional de Desarrollo de Álvaro Uribe, que en el artículo 82 obligaba a las universidades a asumir su pasivo pensional. Fue representante de los pregrados ante el Consejo Académico de la U. Nacional.

Andrés Rincón Morera, 29 años

Estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional y el IEPRI. Cumplió una década militando en movimientos estudiantiles. Hoy hace parte de la Federación Universitaria Nacional (FUN) Comisiones Modep (Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo). “Me trajo aquí la injusticia. Sólo a través de la lucha política, un país se puede transformar”.

David Leonardo Cañas, 24 años

Está en noveno semestre de Licenciatura en Física en la Universidad Distrital. Fue uno de los responsables de revivir el Consejo Estudiantil de su pregrado y desde ese momento empezó su carrera de líder. Impulsó la articulación nacional con otros consejos de física y matemáticas, “pero trabajábamos más en la creación de proyectos académicos que políticos”, dice. Fue el vocero de su universidad desde la creación de la MANE.

Por Carolina Gutiérrez Torres

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