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El secretario de Salud, Gonzalo Morales, tiene en marcha un ambicioso plan: hospitales especializados, grandes centrales de urgencias, centros de atención prioritaria y una reingeniería en la EPS Capital Salud, en la que, por ejemplo, los usuarios ya no tendrían que pedir autorizaciones. El plan comenzó con la reorganización de los 22 hospitales, que ahora pertenecen a cuatro subredes, cada una con personería jurídica, presupuesto y nómina unificada. Además, se especializarán. “Ya no ofrecerán de todo, como un supermercado, sino que serán expertos en una labor. Ejemplo: hoy tengo cuatro unidades para pacientes cardiovasculares. Con el cambio, los atenderé en un hospital”.
Las ventajas del cambio: trasladar a un paciente entre hospitales será como pasarlo de un piso a otro, reduciendo trámites y tiempo. Además, se concentrarán los procesos administrativos en una agencia logística, para que los directores se dediquen a lo suyo: la salud. Sin embargo, en la otra cara de la moneda, hay dudas por los efectos de la reorganización como los recortes y la puerta que se les abrirá a los privados.
¿Por la reorganización se cerrarán servicios?
Es que no tiene sentido tener servicios regados en varios hospitales, cuando pueden funcionar en uno. No sólo por calidad, sino por eficiencia de los recursos. En vez de cuatro cardiólogos, tendré uno por turno y atiendo la misma cantidad de pacientes.
¿Cómo será la agencia logística?
Será una entidad mixta, sin ánimo de lucro, de mayoría y control público, integrada por las cuatro subredes, la EPS Capital Salud, el Hospital San Ignacio, el Hospital de la Universidad Nacional y Compensar. Tendremos gran volumen de usuarios y de compras. Estará conformada en septiembre.
¿Cómo va a operar?
En una plataforma se publicarán las necesidades de las subredes, se invitará a los oferentes y se recibirán las propuestas. La empresa hace el proceso, pero al final la junta directiva es la que adjudica. Será un mercado transparente, en el que todos sabrán qué y a cuánto venden los que venden.
¿Cómo se sostendrá esa agencia?
Con una especie de comisión y los ahorros, ya que reemplazará las 22 oficinas de compra de los hospitales, que tenían un jefe y como ocho empleados.
¿Y qué pasará con toda la gente que sale?
Unos se reubicarán, pero la mayoría son contratistas. En los hospitales, seis de cada diez empleados son administrativos y eso no tiene presentación.
Dicen que es una reestructuración sin estudios.
Las subredes fueron una propuesta de la pasada administración, presentada al Ministerio con estudios. La única diferencia es que ellos propusieron redes funcionales, con convenios entre hospitales. Nosotros vamos a hacer una red jurídica.
¿No afectará financieramente a los hospitales?
No, porque ahora están bajo una misma subred, con presupuesto y personal unificado. Todo va a una misma bolsa. Si es hospital por hospital, eso no lo maneja nadie.
Las estrategias
Con la reorganización llegan los Centros de Atención Prioritaria. ¿Para qué servirán?
La mitad de los que van a urgencias son consultas prioritarias. Los CAP atenderán esas consultas, para disminuir el hacinamiento en esas salas. Tendrán tres especialidades: pediatría, ginecología y medicina interna. La idea es sacar a los especialistas de los hospitales y llevarlos donde está la gente: a los barrios. Tendremos 40 y empezaremos en septiembre en el San Juan de Dios.
También se reorganizarán las urgencias.
En vez de tener urgencias básicas en 22 hospitales, habrá cuatro centrales en Kennedy, El Tunal y Meissen, en el Santa Clara y el Simón Bolívar. Contarán con todos los recursos especializados las 24 horas.
¿Cuál es el plan con los hospitales nuevos?
Construiremos seis hospitales, pero cuatro serán reposición de estructuras viejas. Una será el Hospital Simón Bolívar, que por estar en un lote pequeño y en un edificio que es mejor tumbarlo, lo reconstruiremos en la carrera 9 con 170 o a un lote de la calle 200. Otro será el de Bosa, que quedará más al occidente, en San Bernardino, zona que inevitablemente se va a urbanizar. También repondremos el de Usme, para el cual estamos buscando lote, y el de La Felicidad, que queda en la 13 con Boyacá. Finalmente, construiremos dos nuevos hospitales en lotes del San Juan de Dios: uno para reemplazar el Santa Clara y otro para el Materno Infantil.
¿Cuánto cuesta todo?
Son seis hospitales y 40 CAP, que cuestan $2,5 billones. De esto, se presupuestaron $1,4 billones. El resto sería a través de Alianzas Público Privadas ( APP).
¿Cómo van a funcionar las APP de salud?
Tenemos más o menos un panorama. Construir un hospital por APP tiene tres partes: la gris, la verde y la blanca. La gris es el edificio, en la que se hace un contrato a 30 años, para que quien construya pueda operar las instalaciones. Se le paga una especie de arrendamiento. Ya hay un fondo gringo que nos propuso construir el Simón Bolívar a cambio del actual lote en parte del pago.
¿Cómo es la verde y la blanca?
La verde es la parte de tecnología médica, que se contrata como un leasing, pues ya nadie compra tecnología biomédica que se deprecia rápido. La blanca es la operación y el personal del hospital. Estamos hablando de las regencias científicas, que es decirle a un par universitario o una entidad que lo maneje.
¿Qué ejemplos hay de APP en salud?
No hay. Estamos abriendo el camino.
Los planes en el San Juan de Dios
Dijo que no iban a abrir el San Juan de Dios, pero hay muchos planes allí.
Lo dijimos, por el costo que tiene. Pero la pasada administración dejó contratos firmados, el 30 de diciembre, por $9.000 millones para arreglar un edificio que, nos dicen, es más barato construir uno nuevo. Cogimos ese contrato y los destinamos a arreglar un edificio que hay sobre la décima, donde funcionarán tres CAP.
¿Y dónde estarán los dos hospitales nuevos?
El Plan de Manejo nos dice que podemos demoler el antiguo San Juan y usar tres lotes. La idea es demolerlo, construir una plazoleta para que queden los edificios viejos a los lados y edificar dos hospitales: uno reemplazará el Santa Clara, que es un monumento nacional, que es un encarte, porque no se le puede hacer nada.
Es decir, que ejecutarán el Plan de Manejo.
Construiremos los dos hospitales modernos para revivir la zona y entregarle los edificios viejos a un privado, que los explote en actividades de salud a cambio de recuperarlos patrimonialmente. Ya tenemos una solicitud de una entidad de rehabilitación.
Pero tiene que resolver lo de la compra.
Eso está casi listo. Cundinamarca debe resolver unos embargos y la ocupación de 32 familias. Si no, no le recibimos. En la parte pensional, la Corte dijo cómo se debía pagar. El Distrito pagó. La Nación y la Gobernación deben su parte, pero es problema de ellos.
EPS Capital Salud
Uno de los planes con la EPS del Distrito Capital Salud es cambiar la forma de pago a los hospitales. ¿Cómo va a funcionar?
Hoy, una factura de un hospital funciona como si cobraran uno a uno los ingredientes de un ajiaco. Se paga por el volumen de los servicios y no por el resultado. A partir de octubre cambiaremos el modelo y pagaremos un costo fijo por actividad, como una cirugía, por ejemplo. Ya no me cobrarán desde una aguja hasta el cirujano. Cuando eso empiece, prácticamente se acabarán las autorizaciones de la EPS.
¿Cómo logra dirigir el que compra (EPS) y el que vende (hospitales)?
Me toca decirles que trabajen juntos. Si uno tumba al otro, al final yo pago. De hecho, es lo que tengo que hacer ahora, pagar los platos rotos de los dos. Tienen que trabajar integrados. No tiene sentido que si yo soy el dueño de los dos, uno tumbe al otro.
En la EPS sigue participando un privado.
Pero con la capitalización, Salud Total va a quedar con el 11 %, que es casi nada.
¿Salud Total seguirá eligiendo gerente?
No. Eso desaparece. Eso lo hizo porque tenían el 49 %. Ahora con el 11 % no tiene derecho a exigir. Ellos ya saben que no van a seguir con la administración y, además, no les interesa. Se quieren salir.
¿Cómo van a resolver la salida de ellos?
Ese es un problema complicado, pero hay entidades interesadas en entrar.
¿Todos los planes con la EPS y los hospitales cuadran financieramente?
Totalmente. ¿Cuántas EPS del régimen privado han salido? En Bogotá, la UPC se paga igual al régimen contributivo que al subsidiado, y pregunte qué privado se quiere salir. Si nadie se quiere salir y hay gente que quiere entrar, eso tiene que ser negocio.
¿Cómo va la auditoría forense a Capital Salud?
La pasada administración tomó el control de la EPS en 2014, la recibió con un déficit de $6.000 millones y la entregaron con uno de $600.000 millones. Contratamos esa auditoría para saber qué ocurrió. Sabemos que supuestamente les subieron las tarifas a los hospitales públicos, pero no les pagaron. ¿Qué pasó con esa plata? Hay que esperar la auditoría. Es tan grande y tan enredado todo, que uno no puede especular.
¿Por la reorganización lo han amenazado?
Sí. Tuvimos una situación compleja con el trabajo en El Tunal, Suba y Kennedy.
¿Qué encontraron allá?
En uno una temporal que tenía a 1.400 personas contratadas y les cobraba el 7 % de comisión. En otro, contratos con fundaciones que, al buscar la dirección que reportaban, no existían.
¿Y el contrato de las ambulancias?
Eso forma parte de una denuncia que hice, en la que se estaban pagando por traslado $450.000, cuando una EPS si mucho paga $110.000. Fuera de eso, no recobraban. Al revisar el contrato, uno encuentra que legalmente está bien, pero, ¿pagando ese platal? Ahí debe haber gato encerrado. ¿Encima del callo de quién me paré? No sé. Además, la Contraloría me advirtió que esos pagos son ilegales. El decreto del POS dice que quienes pagan son la EPS o el SOAT y, si lo sigo haciendo, es desviación de recursos. No continúo esos contratos y si me van a amenazar y me tengo que ir del país, lo hago, pero a la cárcel no me voy.
¿Se les está abriendo la puerta a los privados?
Siempre se ha contratado todo con los privados. ¿Quiénes construyen? Los privados. ¿La plata de dónde sale? La prestan los bancos. Eso es un carretazo y la gente se come ese cuento. Dizque les vamos a entregar esto a los privados y ellos siempre lo han hecho todo.
¿Cómo dejará este plan en cuatro años?
Lo más amarrado posible para que no lo vuelvan a desbaratar.