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Las cifras lo son todo en este momento. Con más de medio millón de casos de COVID-19 reportados a lo largo de los últimos diez meses, Bogotá comenzó el año con el segundo pico de la pandemia, que en términos generales ha sido más duro que el primero, por lo que se ha generado gran presión sobre el sistema de salud. El problema está en que, pese a que otras ciudades atraviesan una situación similar, no se puede negar que el aumento de los contagios también está relacionado con factores que se presentaron durante el fin de año y son responsabilidad de todos.
Bogotá contabiliza casi 45.000 casos activos en el momento, y aunque la cifra es menor a los 65.000 que se alcanzaron en el primer pico, el alto porcentaje de casos graves y variaciones significativas en las tasas de contagio por localidad hicieron que, primero, se decretara el pico y cédula y luego las cuarentenas sectorizadas. Para Leonardo García, director del Comité Médico de Bogotá y Cundinamarca, una de las razones por las que se recurrió a nuevos cierres es que se estaba dando una tendencia similar a la que se vio al inicio de la pandemia: los casos pasaron de predominar en el norte a concentrarse en el sur.
Pese a ello, las diferencias del primer pico con el segundo son varias. Una de las más importantes es la ocupación de unidades de cuidados intensivos (UCI), pues si bien Bogotá tiene una mayor capacidad de asistencia y trabaja por mantener la disponibilidad por encima de las 120 camas, estas se han seguido llenando al punto que son más de 2.200 las personas en estado grave. A la par se ha evidenciado que ante el aumento de contagios no solo se les debe prestar atención a los más críticos, pues se ha demostrado que los problemas en la atención se han trasladado a urgencias, adonde han llegado más pacientes de lo acostumbrado.
En parte se ha atribuido dicha presión a la reactivación económica, pues, además de que regresaron pacientes crónicos, han aumentado los accidentes y las víctimas de violencia. El Distrito ha reconocido que en este pico los casos asintomáticos pasaron del 71 % al 60 %. Además, se ha dado un proceso más acelerado de contagios, pues el control era más fácil en las casas y, pese a las advertencias, las reuniones navideñas tuvieron gran incidencia. “La mayoría de los hospitalizados se contagiaron en diciembre, mientras que en el primer pico fueron brotes en fábricas, estaciones de trabajo, instituciones geriátricas o de habitantes de calle”, dijo recientemente la alcaldesa, quien también ha generado polémica por insinuar que la situación podría estar relacionada con la llegada de la cepa británica o la aparición de nuevas variantes.
Pero lo cierto es que hay varios factores que se advirtieron y que ahora se ponen sobre la mesa, los cuales incidieron en el aumento de contagios, que van desde la promesa de camas UCI hasta la falsa sensación de seguridad que se generó tras el primer pico, para lo cual consultamos a expertos que dieron sus versiones.
Más allá de San Victorino
Tras el fin del primer pico de la pandemia, la ciudad comenzó el proceso de reactivación económica, que se presentó como un modelo escalonado en el que se variarían los días y horarios de ingreso, dependiendo del riesgo que representaran la industria o el comercio, comparado con el cupo epidemiológico, que se mediría de acuerdo con la ocupación de las UCI y la cantidad de personas que deberían circular al día por las calles.
Pese a ello, el modelo se fue diluyendo y cuando se fue acercando la temporada decembrina, se comenzaron a evidenciar aglomeraciones en el comercio, empezando por el segundo día sin IVA y siguiendo, en los primeros días de diciembre, en zonas de alto comercio como San Victorino y los centros comerciales. Junto a esto vinieron las celebraciones de fin de año y el piloto de Bogotá 24 horas en Chapinero, por lo que uno de los primeros llamados del Distrito fue a evitar las reuniones familiares, pues casos como el de Perú venían demostrando que se podían convertir en uno de los principales focos de contagio.
Ya en Navidad, una semana antes se tomaron medidas y volvió el pico y cédula, así como algunas restricciones a la movilidad y la compra de bebidas embriagantes. Para la fecha, las cifras mostraban un aumento de los contagios diarios por COVID-19, que pasaron de un promedio de 2.000 casos confirmados en la última de semana de noviembre a 3.900 en la última de diciembre. Para Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional, ante el desgaste ciudadano por la larga cuarentena que se tuvo en 2020, “había que cambiar las estrategias de comunicación que permitieran que la gente pudiera cumplir con más cuidado los temas de distanciamiento. Las recomendaciones sobre reuniones familiares se anunciaron muy tarde”.
Sumado a esto, la experta consideró que se falló, tanto a escala distrital como nacional, con las gabelas al comercio durante la temporada decembrina, pues a diario se veían las aglomeraciones y hubo pocas acciones al respecto. “Se les restó atención a los contactos estrechos y el hacinamiento en las zonas de comercio informal”.
En eso coincidió Dionne Cruz, presidenta de la Asociación Colombiana de Salud Pública, para quien la primera razón que explica este fuerte contagio es la laxitud de las medidas de cuidado, tanto individuales como colectivas. “Se sabía que diciembre era un mes complicado, pero había que mantener ciertas restricciones desde la misma Noche de Velitas”.
Calma y confusión
Además de esto, influyeron anuncios como el de la aprobación de las vacunas y la promesa de que llegarían al país en febrero, lo que, de acuerdo con el concejal Emel Rojas (Colombia Justa Libres), hizo que muchos ciudadanos creyeran que todo estaba por acabar y que por eso había licencia para hacer reuniones y viajes. “La gente sintió que se podía relajar por efecto de la vacuna. En nuestra cultura hay tres fiestas familiares en diciembre y quizá, debido a esos anuncios, hubo muchas reuniones, además de la salida de vehículos hacia otras ciudades”.
Por otro lado, estuvieron las contrariedades, pues una vez comenzaron a subir los casos, se fueron aplicando nuevas medidas en la ciudad, pero en varias ocasiones estas cambiaron sus condiciones a las pocas horas, a tal punto de que hoy las mismas cuarentenas sectorizadas generan confusión entre la ciudadanía. Tan solo, por ejemplo, se puede hablar de la restricción a la venta de alcohol, que comenzó como una ley seca, pero horas después se permitió la compra de alcohol a domicilio.
En gran medida esto se debe a que, dadas las circunstancias, se tomaron con poco tiempo o se han ido cruzando decisiones con restricciones tomadas con anterioridad, lo que, según Rojas, pone en riesgo su cumplimiento. “Fuimos cambiando las medidas: que pico y cédula, que la cuarentena general, que el aislamiento por localidades, que el toque de queda, etc. Sin embargo, nunca tuvimos algo concreto ni unificado y ese tipo de decisiones contrariadas llevaron a que disminuyeran la cultura y la conciencia ciudadana frente a las medidas”.
¿Qué pasó con la estrategia para el seguimiento de casos?
Uno de los mayores cuestionamientos al Distrito por la atención de la pandemia, en el reciente debate de control político en el Concejo, estuvo relacionado con la estrategia de rastreo de casos, pues si bien se esperaba controlar el segundo pico con la estrategia DAR (Detecto, Aislo, Reporto), se han reportado retrasos en la toma de muestras por parte de las EPS, así como una baja capacidad de rastreo en todo el país. De hecho, en la ciudad, el seguimiento está sobre el 31 %, mientras que los resultados y reportes de nuevos casos están tardando seis días o más. Además, los reportes diarios en Saludata solo dan cuenta del 22 % de los positivos que se encuentran ese mismo día, por lo que el concejal Carlos Fernando Galán (Bogotá para la Gente) ha cuestionado la toma de decisiones de acuerdo con las cifras de contagios publicada a diario, así como la veeduría a las EPS con respecto a la efectividad en el rastreo y la toma de muestras.
En cuanto a las pruebas, la presidenta de la Asociación Colombiana de Salud Pública señala que “deberíamos tener unas 100.000 pruebas al día y estamos haciendo la mitad. La capacidad diagnóstica deja mucho que desear y el rastreo de contactos tampoco se ha hecho. Los famosos cercos epidemiológicos solo se pueden aplicar con un buen número de pruebas”. Considera además que se debería pensar en aplicar pruebas constantes a grupos de riesgo, como transportadores, trabajadores de la salud, fuerza pública, personal penitenciario, operadores de aeropuerto y terminales, entre otros, e incluso, a grupos vulnerables como habitantes de calle, trabajadores sexuales o migrantes.
El alcance
Una de las promesas que más le han reprochado al Distrito tiene que ver con el número de camas UCI, pues pese a que el secretario de Salud, Alejandro Gómez, se disculpó por haber dicho que Bogotá llegaría a las 4.000 camas (meta que no se alcanzaría debido a falta de personal médico), han seguido la serie de críticas por cuenta de lo que la concejal Carolina Arbeláez (Cambio Radical) ha denominado falta de planeación que le pasa factura al Distrito.
“Tuvimos una de las cuarentenas más largas del mundo y la idea era adecuar la infraestructura y el personal de salud. Solo aportó el 14 % de las nuevas UCI, teniendo el presupuesto para haber acondicionado más camas, y eso denota un pobre esfuerzo para una ciudad con tantos habitantes”, dijo Arbeláez, para quien haber formado el personal médico para este segundo pico era parte de lo que se debía prever. “En otros países se actuó rápido y se formaron médicos de forma exprés en manejo de UCI”.
Pero no todos consideran lo mismo, pues el gremio médico reconoce que, pese a las proyecciones, un segundo pico más alto no se podía prever y, como lo ha indicado el secretario de Salud, se está llegando a un tope de capacidad, por lo que se ha abierto la posibilidad de enviar pacientes a otras ciudades, así como de abrir hospitales de campaña para descongestionar las urgencias. Aunque Dionne Cruz, presidenta de la Asociación Colombiana de Salud Pública, cree que se debe pensar en contratar médicos extranjeros, Fabián Rosas, presidente de la Asociación Colombiana de Especialistas en Medicina de Urgencias y Emergencias (ACEM), asegura que se puede aplicar una estructura piramidal, para aprovechar expertos en otras especialidades como pediatría u ortopedia, así como usar los equipos de rescate certificados internacionalmente.
Cultura ciudadana
El Distrito ha destacado el compromiso de la ciudadanía con las medidas, pues pese a que se han descubierto fiestas clandestinas y se siguen reportando personas que incumplen las medidas, según el Distrito, los indisciplinados no representarían más del 20 % de la población y en parte esto se validaría con los resultados preliminares de las pruebas de seroprevalencia que hizo el Instituto Nacional de Salud, que determinó que solo el 20 % de la ciudadanía se habría contagiado hasta octubre de 2020.
Aunque no existe una medición exacta que pueda dar fe de la efectividad de medidas del Distrito como “Alas de Distancia” o el más reciente reto de dos semanas de la Alcaldía, desde el Concejo se han pedido mensajes más llamativos. “La Secretaría de Cultura debió tener más protagonismo en generar campañas para que la gente supiera en qué situación estábamos. Ahora hay que reiterar a la gente que tiene mayor corresponsabilidad, debido a que el Distrito no cumplió con su parte”, argumentó el concejal Jorge Colmenares (Centro Democrático). Esto mismo cree Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la U. Nacional, quien manifiesta que “hace falta alguna estrategia para que los movimientos que tienen liderazgo puedan enviar mensajes sobre el cuidado”
Otra cosa se cree desde el Distrito, que considera exitosas las apuestas ciudadanas, pues se han hecho intervenciones en poblaciones específicas, según indicó Nicolás Montero en su intervención en el Concejo, mientras que en las festividades reforzaron mensajes, aunque el factor diferencial con las celebraciones es que el autocuidado correspondía a la ciudadanía.
Aunque desde el Distrito aseguran que se preparan medidas ciudadanas de choque, no se debe desconocer que a este punto de la pandemia se llega por una serie de factores que incluyen la transmisibilidad del virus, el comportamiento ciudadano y también la capacidad de respuesta estatal, pues aunque se ha aumentado la capacidad hospitalaria y en los últimos quince días ha bajado el promedio de casos diarios a 4.200, la amenaza sigue latente y obliga a que la ciudadanía siga alerta a sus condiciones, pues hasta que se garantice la vacunación se debe prever este tipo de situaciones, que han hecho de este segundo pico el más complejo.