Educar en sentimientos, la apuesta contra la agresividad en los colegios

Justo cuando Bogotá se ubica como una de las ciudades más intolerantes del país, con el programa “Cuenta hasta diez” se busca educar a los jóvenes de zonas vulnerables y entregarles herramientas para que conozcan sus emociones y resuelvan mejor sus conflictos.

Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com
09 de noviembre de 2019 - 03:25 a. m.
Dos veces a la semana, psicólogos y matemáticos practican ejercicios con los estudiantes durante dos horas. / Cortesía
Dos veces a la semana, psicólogos y matemáticos practican ejercicios con los estudiantes durante dos horas. / Cortesía

La intolerancia es el principal detonante de las agresiones fatales y no fatales entre ciudadanos, vulnerables a sus emociones e impulsos, en medio de situaciones complejas. Así lo concluye Medicina Legal al reportar que, entre enero y septiembre de este año, en promedio al día se registraron 72 episodios de violencia interpersonal, 51 hechos de violencia intrafamiliar y dos homicidios, un panorama que parece estar contagiando a los niños, quienes vienen protagonizando con más frecuencia casos de intolerancia.

De hecho, el año pasado, según cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, de los 1.746 menores procesados por el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (SRPA), a 105 los sancionaron por el delito de lesiones personales, a 92 por violencia intrafamiliar y a 53 por asesinato. Para tratar de cambiar esta situación, desde 2017, se puso en marcha el programa “Cuenta hasta diez”, con el que se busca brindar herramientas a los más jóvenes, que les permitan tomar decisiones racionales y responsables en momentos de mayor tensión.

La idea consiste en llevar a profesionales en psicología y matemática a los colegios para que desarrollen actividades novedosas e interesantes para los chicos, con el objetivo de disminuir los conflictos y el riesgo de incurrir en alguna conducta delictiva. Desde que comenzó el programa a la fecha han capacitado a 3.726 estudiantes, en 26 instituciones educativas públicas de Bogotá.

Una de la beneficiadas es Jéssica, una estudiante del colegio José María Vargas Vila, del barrio Bella Flor, ubicado en el extremo sur de la capital, en el límite entre la localidad de Ciudad Bolívar y el municipio de Soacha. El barrio, fuera de estar habitado en su mayoría por víctimas del conflicto y población vulnerable, es uno de los 15 con la mayor tasa de homicidios de la localidad, lo que configura un escenario de riesgo para los jóvenes que residen allí.

Pero esta joven, de 17 años, dice que vive feliz en su territorio. Camina todos los días desde su casa al colegio, y el pasado martes 6 de noviembre recibió un diploma, junto a otros 99 compañeros, por haber participado en “Cuenta hasta diez”. “Nos enseñaron a hablar, a controlarnos, a respirar y a contar hasta diez. Antes, cuando estaba de mal genio, me desquitaba con los demás. Ahora mi relación mejoró con personas del salón con las que no hablaba. Fue algo bonito, porque aprendí a convivir”, afirma la estudiante, quien cursa 8° y 9° al tiempo, pues pertenece al programa “Volver a la escuela”, al cual accedió después de perder varias veces el año.

Jéssica tiene el cabello corto y, aunque es trigueña, se lo pintó de rubio. Tiene popularidad entre sus compañeros, que celebraron los particulares pasos de baile que hizo cuando salió a recibir el diploma en la cancha de micro. Según dice, su mayor sueño es compartir su felicidad y alegría con personas de todo el mundo.

¿Qué es “Cuenta hasta diez”?

Alejandra Tarazona, directora de Prevención y Cultura Ciudadana de la Secretaría de Seguridad, explica que la intervención se hace desde tres frentes. Primero, los 20 psicólogos del programa aplican ejercicios cognitivo-conductuales, que tienen relación con las emociones. La idea es que los chicos aprendan a identificarlas y a controlarlas.

En segundo lugar, se implementa un refuerzo en matemática, asignatura que es el “coco” de los estudiantes y que, según la funcionaria, influye mucho en la deserción escolar. Buscan que los estudiantes apliquen los conceptos en la cotidianidad, con ejercicios como pagar facturas, comprar una botella de agua o pagar un pasaje en bus.

Por último, como han identificado que de nada sirven las intervenciones si en sus casas o en las aulas de clase se mantiene la violencia o la comunicación negativa con frases como “usted no sirve para nada”, la estrategia se complementa con actividades en las que involucran a sus padres y docentes.

“Nos hemos dado cuenta de que muchos chicos no saben diferenciar la rabia de la tristeza, lidiar con un duelo o enfrentar decisiones trascendentales. Los resultados, al finalizar el semestre, son una mejora en el manejo de las emociones negativas de quienes las tenían más pronunciadas al comienzo de la intervención”, indica la funcionaria.

En las sesiones participan jóvenes que cursan entre 6° y 8° grado, porque los ejercicios están pensados para estudiantes de esa edad. En la selección de las zonas a intervenir se tienen en cuenta las “áreas de calor”, donde las cifras de conflictividad de menores son altas, y colegios donde se desarrolla el programa “Volver a la escuela”.

“Cuenta hasta diez” se inspiró en programas similares que se aplicaron con éxito en países como Estados Unidos y México, y lo que se hizo fue adaptar las estrategias a la realidad de la ciudad.

Aunque por ahora no se sabe si el programa lo mantendrá la próxima administración, Tarazona afirma que todos los protocolos para su aplicación quedarán públicos para que la siguiente Alcaldía o cualquier otra que desee implementarlo pueda consultar y obtener el material. “Lo más valioso para nosotros es dejarle a la ciudad un plan que transforme vidas y que funciona”.

Por Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar