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En el gabinete de Petro

La ex Secretaria de Hábitat narra los hechos que antecedieron a su salida del gobierno distrital y que provocaron la ira y renuncia de su esposo, Daniel García-Peña.

María Valencia Gaitán
29 de diciembre de 2012 - 09:00 p. m.
El alcalde Petro  juramenta a  María Valencia./ Cortesía: Alcaldía
El alcalde Petro juramenta a María Valencia./ Cortesía: Alcaldía

Para mí, todo comenzó una tarde en la sede de la campaña. Sin afanes ni interrupciones, Petro escuchó atentamente mi propuesta de ciudad, en la que proponía un plan de reordenamiento urbano orgánico en función de sus habitantes y no de los urbanizadores, que combate la segregación socioespacial y regulariza la expedición de normas inconexas que transformaron a Bogotá en un laberinto caótico.

Luego, Petro me propuso formar parte de la lista al Concejo. Al no tener ambiciones políticas, sino ser una arquitecta con ancestrales ideales políticos; me costó tomar la decisión. Terminó convenciéndome y acordamos que apoyaría impulsando mi propuesta con mirada gaitanista.

Fueron semanas de estudio, de pulir el plan de acción, de caminatas por Bogotá a su lado, de escucharlo con detalle, de camaradería y de enorme ilusión. No dudé un sólo instante en que Petro sí era el man.

Su victoria electoral fue muy emocionante. Manuela, mi hija de seis años, corrió a sus brazos diciéndole: ¡¡¡Petro, ganamos, ganamos!!! Sabíamos que no iba a ser fácil lo que se venía, pero nos sentíamos listos a afrontar los obstáculos.

De inmediato, comenzó el empalme. En general, el equipo escogido le apostaba a la propuesta de Bogotá Humana. Las reuniones de entrega de informes fueron dirigidas por el alcalde, para garantizar la transversalidad en los temas, la trasparencia en la gestión y la horizontalidad en las decisiones.

El 2 de enero, mientras organizaba toda la documentación procesada durante el empalme, recibí una llamada de Petro, quien me propuso la Secretaría del Hábitat. Luego de confesarle mi sorpresa con la familiaridad que caracterizaba nuestras conversaciones, le escuché sus motivaciones para el ofrecimiento y me dio poco tiempo para decidir. Llamé de inmediato a Daniel García-Peña, mi esposo, para comentar la decisión a tomar. Había llegado el momento de poner en marcha la propuesta.

Lo primero fue armar un equipo no sólo técnico, ajeno al clientelismo, con experiencia en lo público y en lo privado, sino comprometido emocionalmente con la ciudad. Con sincronía y entrega, el grupo se apropió del marco conceptual de mis propuestas y me acompañó en la formulación y planificación del Plan de Desarrollo para Hábitat. Lanzamos una estrategia contra los urbanizadores piratas, el clientelismo, la segregación socioespacial y la corrupción; iniciamos el taller de urbanismo participativo encargado de diseñar y planificar los proyectos de redensificación; buscamos alternativas financieras y tecnológicas, para mejorar la calidad espacial y constructiva de las VIP/VIS; identificamos el suelo en la ciudad consolidada para construir sin atropellar y reformular la expansión del territorio. Todo encaminado a la incorporación de la ciudadanía, para contar con su participación activa.

Ya enrutados y clavados en la construcción de los cronogramas detallados para iniciar la gestión del Plan de Desarrollo del sector Hábitat tan aplaudido por el Concejo, el alcalde pidió la renuncia protolocaria del gabinete. Se vivió una semana de especulaciones impulsadas por los medios de comunicación que se formalizaron una tarde por la radio. Alguien del equipo interrumpió una reunión, para contarme que ya muy posesionada del cargo la nueva secretaria de Hábitat hablaba por radio.

Así sucedió mi despedida, sin explicación alguna. Luego Daniel entregó su carta de renuncia irrevocable que tanto se mediatizó y el equipo de la Secretaría del Hábitat fue totalmente desintegrado.

Por María Valencia Gaitán

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