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En los pastales de la tierra rural del municipio de Ricaurte (Cundinamarca), Janeth Gómez Mogollón tuvo una infancia feliz. En medio de animales del campo, de cosechas y de amabilidades entre vecinos, jugó, creció, ayudó en las labores que este terreno demanda y aprendió a subsistir gracias a los alimentos. Esa enseñanza aún la pone en práctica para ayudar a mantener a su familia.
(Días de coronavirus y de héroes anónimos: el escobita Elkin Londoño)
“Me crié rodeada de muchas cosas maravillosas, pero a la vez con muchas dificultades; sobre todo económicas, las cuales forzaron mi desplazamiento a Bogotá, en donde conocí a mi maravilloso esposo y formé una muy bonita familia. Hoy en día le aporto un grano de arena a esta ciudad con mi trabajo”, le contó Janeth a El Espectador, con una voz que denota el esfuerzo que saca de sí para acomodar frutas y verduras en el puesto que tiene en la plaza de mercado del barrio Siete de Agosto.
Gracias a ese trabajo le ha dado alimento a su familia. Una familia con valores campesinos, una en la que la ayuda mutua es la base del progreso. La laboriosa mujer se dedica a dicho oficio desde hace más de 40 años y nunca había tenido que experimentar las situaciones que la han abordado desde que el COVID-19 llegó al país. Cada medida para controlar su propagación le ha generado consecuencias negativas, pero entiende que son necesarias.
“La crisis del coronavirus nos ha afectado a gran escala, puesto que nos ha tocado cambiar nuestros hábitos en la casa y en el trabajo, pensando así en nuevas estrategias para poder brindar un buen servicio. Sin embargo, pienso que las medidas son correctas, ya que por el momento lo más importante es tener un aislamiento social para evitar la propagación del brote”, manifestó Gómez, quien advirtió que por ahora no ha sabido de planes de ayuda para los comerciantes de la plaza de mercado.
Ella está convencida, tal como lo ha asegurado el gobierno departamental y distrital, que Bogotá no vivirá desabastecimiento durante la cuarentena nacional obligatoria que comenzó este miércoles, pero le preocupa las personas inescrupulosas que buscan sacar provecho subiendo exageradamente el precio de los alimentos. “Debe haber un control riguroso porque, por ejemplo, nosotros hemos evidenciado un alza de hasta el 400 % en algunos productos. Ahí se ve el abuso y la especulación por parte de los comerciantes de la Central de Abastos”.
Además, Janeth destaca las ayudas económicas a la población más necesitada, pero anhela que “verdaderamente se haga a cabalidad mediante unos controles muy estrictos y rigurosos, evitando así que otras personas se adueñen de esos recursos”. Y piensa en cómo combinar el cuidado de la salud de su familia ante la pandemia con la consecución de dinero a través de su labor. No obstante, hay momentos en los que su mente viaja años atrás y allí se queda un rato, rememorando una niñez colmada de campo.
@SebasArenas10 (sarenas@elespectador.com)
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