Seguridad en Bogotá, marcada por los contrastes

A pesar de la reducción de homicidios en 2017 en un 12 %, hechos como los atentados en el centro comercial Andino y en el barrio La Macarena marcan nuevos retos para este 2018, entre los que se destaca el índice de robos.

John Anzola Morales*
03 de enero de 2018 - 01:54 a. m.
Evitar hechos como el ocurrido en La Macarena, en febrero de 2017, es uno de los  desafíos para 2018.  / Gustavo Torrijos - El Espectador
Evitar hechos como el ocurrido en La Macarena, en febrero de 2017, es uno de los desafíos para 2018. / Gustavo Torrijos - El Espectador

La seguridad en Bogotá durante 2017 estuvo marcada por los contrastes. Por un lado se registró una importante reducción de los homicidios. Pero, por otro, la oleada de atentados y el incremento de los hurtos incidieron profundamente en la percepción de inseguridad de sus habitantes. (LEA: Cada día asesinan a tres personas en Bogotá)

Iniciemos con lo positivo. Según las cifras presentadas recientemente por el Ministerio de Defensa, en el año que termina los asesinatos en la capital del país disminuyeron un 12 % con respecto a 2016, lo que significa que la tasa de homicidios estuvo por debajo de los 14 por cada 100 mil habitantes. Este es, sin duda, un resultado muy importante. Estamos hablando del índice de violencia homicida más bajo de las últimas tres décadas. Para tener una idea acerca de la relevancia de este logro, basta con decir que en 1993 esta tasa fue de 80 por cada 100 mil habitantes, producto de los 4.352 asesinatos que tuvieron lugar en Bogotá durante ese año. Esta disminución del homicidio en 2017 es un paso adelante para alcanzar la difícil -aunque no imposible- meta de reducir este delito a cifras de un solo dígito en el futuro cercano. (LEA: Robo de celulares: un delito que puede costar la vida)

Sin embargo, varios fueron los factores que deterioraron la seguridad en la ciudad durante el año pasado. En tal sentido, se destaca la serie de explosiones acontecidas en el primer semestre, las cuales se concentraron especialmente en la localidad de Teusaquillo, pero además afectaron otros sectores como el barrio La Macarena, en donde fue detonado un artefacto contra la Policía Nacional antes de que se realizara una corrida en la Plaza de Toros de Santamaría. Estos estallidos no sólo provocaron decenas de heridos y cuantiosos daños materiales, sino que además sembraron incertidumbre entre la población debido a la dificultad para identificar con claridad a sus posibles autores.

Mención aparte merece el atentado en el centro comercial Andino, en el cual fallecieron tres mujeres y otras nueve personas resultaron heridas. Esta acción terrorista, que sucedió cuando el centro comercial se encontraba lleno de visitantes realizando compras en la víspera de la celebración del Día del Padre, y en una zona considerada tradicionalmente como una de las más protegidas de Bogotá, puso en evidencia la amenaza para la seguridad en la que se había convertido el autodenominado Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP), grupo señalado de planear este y otros ataques con explosivos en diferentes puntos de la ciudad.

Un segundo aspecto que repercutió negativamente en la seguridad de los bogotanos fue el aumento de los hurtos en todas sus modalidades (con excepción de los de automotores y motocicletas, que disminuyeron). Las cifras de la administración distrital dan cuenta de sustanciales incrementos en los hurtos a personas, celulares y bicicletas. Asimismo, los hallazgos de la más reciente Encuesta de Percepción y Victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá -publicada el pasado mes de septiembre-, evidenciaron que este tipo de hurto (atracos, raponazos y cosquilleo) es el delito que ocasiona mayor victimización directa. (LEA: Hurto, el delito que más afecta a los bogotanos)

Estamos ante un crimen que impacta fuertemente la percepción de los ciudadanos, porque, a diferencia de un homicidio o un atentado terrorista, es mucho más probable que un individuo sea robado en su vida cotidiana, como puede ser de camino al trabajo, al lugar de estudio o a su hogar. Lo anterior con el agravante de que el transporte público se ha convertido en un escenario habitual para la ocurrencia de este delito. En consecuencia, la mayor parte de los bogotanos están abocados a una constante sensación de temor ante la posibilidad de ser atracados en cualquier momento y en cualquier sitio.

Es claro que Bogotá está lejos de ser un paraíso en donde reinan la paz y la armonía. El homicidio, los hurtos, las riñas, el tráfico de estupefacientes y la violencia intrafamiliar, por citar algunos ejemplos, son conductas recurrentes que afectan no sólo a las víctimas de estos delitos, sino a la ciudadanía en general, la cual termina percibiendo que la situación de violencia e inseguridad es cada vez peor. No obstante, la implementación del nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia, así como el aumento de la inversión para la adquisición de equipamientos como cámaras de videovigilancia, son medidas que representan avances que les brindan herramientas a las autoridades para combatir a la delincuencia.

La Alcaldía tiene como uno de sus mayores activos la articulación lograda entre las entidades a cargo de la seguridad en la capital (Secretaría de Seguridad, Policía Nacional, Fiscalía, Ejército Nacional, entre otras), lo que le ha permitido obtener destacados resultados, como el desmantelamiento del Bronx, la captura de los miembros del MRP y la reducción del homicidio. La clave radica en la continuidad y consolidación de este trabajo conjunto, que posibilite alcanzar las metas trazadas en el Plan de Desarrollo, así como hacer frente a los retos en seguridad y convivencia ciudadana que 2018 nos depara a los bogotanos.

* Analista en seguridad ciudadana.

Por John Anzola Morales*

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