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“En honor a Sergio y por Sergio” fueron las palabras de Alba Reyes, madre de Sergio Urrego, quien recibió ayer el diploma del grado póstumo de su hijo, durante el acto de reparación que realizó el Gimnasio Castillo Campestre, en cumplimiento de la Sentencia T-478 de 2015 de la Corte Constitucional. “En este evento se están reconociendo las virtudes de Sergio Urrego y el respeto que se le debió haber dado a su proyecto de vida”, fueron las palabras con las que empezó el homenaje.
Después del himno nacional se escuchó el clamor de justicia de los asistentes, mediante el grito: “¡Ni uno más!”. Luego vinieron las palabras de los voceros de las instituciones que participaron en el homenaje y que reflejaron lo que significó la muerte de Urrego: un hecho para generar conciencia en la sociedad y un cambio en el sistema de educación, para hacerlo más incluyente y respetuoso de las diferencias.
El primero en intervenir fue Guillermo Camacho, el actual rector del colegio y quien reemplazó a Amanda Castillo, que hoy enfrenta un proceso penal por la posible discriminación de la que fue víctima Urrego. “Siempre es más fácil elegir el resentimiento que el perdón. Lo digo, porque lo sentimos hoy, cuando nos hemos reunido para hacer lo más difícil: perdonar... La muerte de Sergio salvará la vida de muchos niños, niñas y jóvenes en el país”, indicó el directivo, para luego resaltar el excelente rendimiento académico del joven, recordando que obtuvo 370 puntos en el examen del Icfes, siendo el mejor del colegio en 2014.
Luego vinieron las palabras del viceministro de Educación, Víctor Saavedra, quien después de recordar que han pasado un año y 101 días desde la muerte del joven, calificó este caso como la muestra de que una persona puede cambiar a una sociedad en un corto período precisamente como el joven lo quería. El funcionario dijo que el Ministerio de Educación y el Gobierno Nacional acompañaban el dolor de la familia Urrego Reyes y agregó: “Estamos comprometidos con su clamor: ni un caso más y rechazamos cualquier tipo de violencia en los colegios oficiales y privados, que constituyan graves violaciones a los derechos de los niños. Los colegios de Colombia deben ser escenarios de construcción de paz”. Finalmente, el viceministro reafirmó el compromiso de la entidad para dar total cumplimiento a la sentencia de la Corte Constitucional.
Llegaría el momento más conmovedor y las palabras más significativas, las de Alba Reyes, quien tuvo que sufrir cómo las directivas del colegio, tras la muerte de su hijo, arremetieron en su contra al denunciarla por supuesto abandono. Ella aseguró que el acto era un momento de alegría y regocijo, pero también de mucho dolor. Recordó a Sergio con una frase de Dante Alighieri: “La raza humana se encuentra en la mejor situación cuando se encuentra en el más alto grado de libertad” y le agregó: “Con tu pensamiento libertario e inteligente, ocupando los primeros puestos, con fuerza y carácter, así eras tú, volaste y te fuiste”.
Su discurso siguió: “Partiste dejando a tu abuela; a oreo, tu gata, sin tu compañía; a tu madre, esperando tu regreso; a tu padre, deseando haber compartido más tiempo a tu lado; a un amor arrepentido de no haber luchado junto a ti para que no te rindieras; a miles de seguidores en tus redes, extrañando tus debates e irreverencias; una toga y un birrete, sin usar; un grupo de amigos que vinieron el día de su grado y vieron una silla vacía, y a una sociedad que, a pesar de los años que han pasado, no ha logrado admitir que hay personas diferentes”.
Alba dijo que para su familia, la reparación del buen nombre de su hijo fue gratificante y restaurador. “Sergio se negó a vivir en una sociedad donde no se construye, sino que se destruye, y donde pensar libremente y escoger no es posible, pero a su vez era un pensador crítico, que tenía ilusiones, de que es posible levantarse y realizar cambios sociales desde cada persona”.
Agradeció a los jóvenes de la ULE, a Colombia Diversa y a todos las personas que le han dado la fuerza que la mantiene de pie trabajando, para que el legado de Sergio siempre lleve su nombre y trascienda hasta garantizar un ámbito escolar feliz y seguro para todos los niños y niñas del país.
En el acto, que estaba dirigido a la familia del joven, que se suicidó el 4 de agosto del año pasado tras ser víctima de discriminación en su colegio por su orientación sexual, se develó una placa en su nombre con la leyenda: “Una educación ética es el único mecanismo para obtener la perfección, destino último de los ciudadanos. La misma sólo es posible si enseñamos en la diferencia, la pluralidad y el imperativo absoluto de respetar a los demás. En memoria de Sergio David Urrego, 1997-2014”.
El acto terminó con el unísono de los asistentes diciendo “Sergio Urrego ¡Vive!”.