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En una pequeña sala del hospital de Kennedy se han concentrado ocho unidades de cuidados intensivos (UCI), que en total suman 112 camas. No están físicamente ahí, están distribuidas entre este y los hospitales de Bosa y Fontibón, pero el monitoreo que se hace desde allí es casi igual al del personal que está presencialmente atendiendo a los enfermos.
En la sala hay seis televisores. En tres de ellos se ven en alta definición los pacientes que están en las UCI, en otro se accede a sus historias clínicas, mientras que en los últimos dos monitorean sus signos vitales: la frecuencia cardíaca, la saturación, la tensión arterial, la temperatura y el electrocardiograma. “Podemos solicitar corregir algunas cosas, porque minuto a minuto estoy viendo todo y en comunicación con el médico, el terapeuta o la enfermera”, dijo Giovanni Rodríguez, jefe de anestesiología del hospital de Kennedy.
Su misión es importante. Junto a él está otro anestesiólogo, un cardiólogo, un internista y una terapeuta, que en el transcurso del día están pendientes de cada paciente asignado a esta teleuci. “Lo que hacemos es dar apoyo en los lugares donde falta un médico con nuestra especialidad. Por la pandemia se ha demandado más personal, que requiere mínimo de cuatro años de preparación, por lo que nos ha tocado dividirnos en diferentes unidades. No obstante, a través de este mecanismo lo que hacemos es dar asistencia oportuna como cuando, por ejemplo, hacen falta medicamentos, la patología es difícil de manejar en la parte de la ventilación o se requiere un apoyo adicional en determinadas circunstancias”, indicó otro de los médicos en la sala.
También han servido de alerta. La semana pasada evidenciaron que un paciente entró en paro y rápidamente con el personal del hospital de Fontibón no solo dieron el aviso, sino que acompañaron todo el proceso de reanimación. “Las cámaras son de alta definición y no solo veo su evolución diaria, sino que también podemos participar, y en estos casos ver el masaje cardíaco y lo que hace el personal. Es como si estuviera en la cabecera de la cama, lo único que me falta es estar allá, pero desde acá veo claro todo lo que pasa”, explicó Rodríguez.
Han tenido que asistir procesos más complicados. Fuera de participar en la toma de decisiones, como la de determinar quién entra o quién sale de una UCI, apoyar a los pacientes más complejos, así como situaciones en las que faltan medicamentos o de disponibilidad en el lugar, se requieren otras prácticas no convencionales, como si hay que cambiar las dosis por resistencia al fármaco o se debe preparar una extubación.
“En el día se pasa una revista mirando cómo están los pacientes, qué tienen pendiente, cómo han evolucionado o si alguien está mejor y lo podemos trasladar a piso. Pero también se solucionan dudas puntuales y se toman decisiones sobre los exámenes que se van haciendo y lo que va saliendo en el día a día”, comentó el anestesiólogo.
Aunque con este mecanismo han podido apoyar a 112 UCI de la Subred Sur, donde requieren determinados especialistas, la idea no surgió con la pandemia. La telemedicina se reguló desde 2010, por lo que en los últimos años se ha estructurado el proyecto. “La pandemia nos aceleró la necesidad de lo que requeríamos”, manifestó Rodríguez.
Con la Fundación Santa Fe y con algunos intensivistas se articuló la idea y desde la subred se apoyó con la parte tecnológica, es decir, con la inversión de las cámaras, la instalación de los monitores y garantizar la conexión. Además, son pioneros y los únicos que están haciendo seguimiento minuto a minuto, pues en otros hospitales, como el de la Universidad Nacional, también se han abierto espacios de telemedicina, pero que no cuentan con un monitoreo permanente.
Por ahora están dedicados de lleno a pacientes COVID-19, por eso se ha buscado reforzar el grupo de especialistas con más expertos en cuidados intensivos, pero la esperanza está puesta en lo que puedan hacer después. “Tal vez nunca tengamos a unos intensivistas en San José del Guaviare, pero si traemos a unas personas, las capacitamos y luego instalamos nuestras cámaras allá, para apoyarlos desde acá, sería un gran avance en telemedicina”.
Lo que está claro es que esta es una de las alternativas que ha encontrado el Distrito para suplir las necesidades de personal de la salud en la red pública, o por lo menos, en este caso, en la Subred Sur, en especial ahora que las UCI alcanzan una ocupación del 93 %, con 2.440 camas ocupadas y solo 197 disponibles, en medio del tercer pico de la pandemia, que según los expertos podría durar una semana más, aumentando la presión a toda la cadena del sistema de salud en el Distrito.
Frente a lo que están haciendo, los médicos de esta teleuci, quienes tienen claro que no verán cara a cara a los pacientes a los que se dedican a diario, y ellos seguro no sabrán todo el trabajo que hubo detrás. La compensación final está en que a través de este mecanismo están ayudando a salvar más vidas y construyendo un camino del que no podrá ser más esquiva la medicina en la ciudad y con el cual ahora sí tendrá una posibilidad de llegar a todos los rincones del país.