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El descenso de los testículos durante el desarrollo sirve para situarlos en un lugar donde puedan estar más frescos que el resto del cuerpo, lo cual es importante para la maduración de los espermatozoides. Sin embargo, en un grupo de mamíferos, los afroterianos –que incluyen manatíes, elefantes y varios insectívoros pequeños–, los testículos no descienden, sino que se retienen en lo más profundo del abdomen durante la edad adulta. (Lea: Los caballos relacionan expresiones faciales y la voz de una persona)
Según un estudio publicado en la revista PLOS Biology, los testículos del ancestro de los mamíferos placentarios indican que esta parte del cuerpo descendió durante el desarrollo evolutivo del grupo. La existencia de mamíferos africanos modernos que aún los conservan en el interior del abdomen se debe a cambios genéticos específicos tardíos.
Debido a que, como la mayoría de los tejidos blandos, los testículos no se conservan en el registro fósil, no estaba claro si los ancestros de los mamíferos los tenían en el interior o no.
"Los vestigios moleculares ofrecen una estrategia alternativa. En lugar de investigar directamente una estructura de tejido blando, se puede rastrear la evolución de los genes que son cruciales para el desarrollo de esta estructura", explica Michael Hiller, científico del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética en Dresde (Alemania) y coautor de la investigación.
Para explorar esta cuestión, el equipo liderado por el Instituto Max Planck analizó los genomas de 71 especies placentarias de mamíferos, centrándose en dos genes clave (RXFP2 e INSL3) que se sabe que inducen el desarrollo del gubernáculo, unos pliegues que ayudan a empujar a los testículos hacia abajo.
Este trabajo revela que los dos genes están completamente inoperantes en cuatro especies de afroterianos: tenrec, musaraña elefante del Cabo, topo dorado del Cabo y manatí. Las pérdidas de genes ocurrieron después de que el grupo afroteriano se separara del mamífero placentario ancestral, hace alrededor de 100 millones de años.
Además, las mutaciones que existen en estos cuatro linajes evolutivos sugieren que las causas moleculares por las que han retenido los testículos son aún más recientes (de hace entre 20 y 80 millones de años) e independientes en las cuatro especies.
“Más allá de resolver un acertijo específico en la evolución de los mamíferos, el examen de los vestigios genéticos de los tejidos blandos puede tener aplicaciones para reconstruir los cambios en las partes del cuerpo y los procesos de desarrollo a lo largo de la historia evolutiva”, concluye Hiller.