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Los primeros humanos que entraron en América por el Estrecho de Bering se encontraron con un clima y una alimentación totalmente diferentes. Un estudio publicado recientemente en la revista PNAS demuestra que esta migración dejó huellas en el genoma de los nativos americanos, descendientes de aquellos primeros colonos. Se trata de variantes genéticas que les facilitan la digestión de las grasas, rasgo distintivo de la adaptación a clima ártico y las dietas ricas en proteínas.
"Las presiones ambientales y dietéticas que se encontraron los primeros pobladores de América los marcaron genéticamente", declara David Comas, científico en el Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona y director del departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) que ha participado en la investigación.
De hecho, se trata de lo que en biología evolutiva se conoce como efecto fundador. Es decir, del pequeño grupo de personas que cruzó el estrecho por primera vez, solo sobrevivieron los que tenían estas mutaciones que les permitieron subsistir. "Como resultado, todas las poblaciones que surgieron a partir de estos primeros pobladores llevan las mismas variantes genéticas", explica Comas.
Genes que permanecen en los inuit
Los inuit que viven en el círculo polar ártico todavía se benefician de esta adaptación biológica, pero los indígenas del Amazonas, que viven en un clima tropical, también las conservan. Según el experto, "el hecho de que poblaciones actuales contengan adaptaciones del pasado no es necesariamente negativo, pero puede comportar disfunciones en el metabolismo".
Estas mutaciones ya se habían visto en los inuit, pero ahora también se ha encontrado con altas frecuencias en muchas de las 53 poblaciones actuales y prehistóricas que se han estudiado, incluyendo tribus del Amazonas y pueblos nativos de América del Norte. Al estar en casi todas, los científicos creen que la adaptación sucedió en una población ancestral, antes de cruzar el estrecho, y que entonces se seleccionó debido a las condiciones ambientales.
Entender cómo la selección natural ha perfilado nuestra fisiología actual en respuesta a cambios del clima, dieta y enfermedades del pasado permite entender la composición genética actual de los humanos en relación a la susceptibilidad de diferentes enfermedades.