Las investigaciones científicas más raras de 2017

La física de la defecación, un extraño método para descubrir el sexo de las tortugas y la inutilidad de comer placentas, hacen parte de los estudios más extraños publicados este año.

Sergio Ferrer - Agencia Sinc
28 de diciembre de 2017 - 08:10 p. m.
Para analizar cómo es la física de la defecación, investigadores estudiaron los desechos de todo tipo de animales, desde gatos hasta elefantes.  / Pixabay
Para analizar cómo es la física de la defecación, investigadores estudiaron los desechos de todo tipo de animales, desde gatos hasta elefantes. / Pixabay
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Estos estudios no figurarán en las listas de mayores descubrimientos del año, pero eso no quiere decir que no merezcan un artículo. El portal Agencia Sinc seleccionó algunos de los trabajos más originales, descabellados e innovadores que se han publicado en los últimos doce meses.

La física de la defecación

“Los animales defecan en una amplia gama de tamaños y formas […]. Sin embargo, la física por la que las heces son descargadas es poco comprendida”. Así comienza el fascinante paper publicado este año en la revista Soft Matter con el título de ‘Hydrodynamics of defecation’ (Hidrodinámica de la defecación).

Investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia (EE.UU.) analizaron los desechos de todo tipo de animales, desde gatos a elefantes, gracias a modelos matemáticos, muestras y grabaciones de 34 especies diferentes capturadas en su momento más íntimo en el zoológico de Atlanta. Su objetivo: entender mejor la física de la caca.

Los resultados revelaron algunos misterios de la evacuación animal. Por ejemplo, que todos tardamos más o menos lo mismo en terminar: 12 segundos. El estudio permitió a los investigadores diseñar un pañal que permita a los astronautas pasar una semana dentro de su traje sin contratiempos, un proyecto por el que quedaron finalistas en el Space Poop Challenge (Reto de la caca espacial) de la Nasa, orientado a solventar esta problemática.

¡Peligro! Huevo al microondas

Cuenta la leyenda que un restaurante fue demandado por un cliente que alegó que un huevo calentado en el microondas había explotado en su boca, provocándole quemaduras y daños auditivos.

El riesgo de que la comida explote en el microondas no es baladí. Dos investigadores de una consultoría especializada en acústica decidieron comprobar si esta leyenda urbana tiene alguna base científica. Para ello, calentaron un centenar de huevos y midieron su potencia acústica. Los resultados fueron adelantados en la 174º reunión de la Sociedad Acústica de América.

“Los niveles cubrieron un amplio rango que fue de los 86 a los 133 decibelios”, explicaba uno de los investigadores en la nota de prensa. “Solo el 30% de los huevos sobrevivieron el calentamiento en el microondas y explotaron al ser perforados con un objeto punzante. Estadísticamente hablando, la probabilidad de que dañe la audición de alguien es muy remota. Es un poco como jugar a la ruleta huevo”.

Por fin demuestran que comer placentas es inútil

La placentofagia es común entre el resto de los mamíferos, pero ninguna cultura humana contemporánea alberga esta tradición. Esto no impide que en EE.UU., famosos como Kim Kardashian, Jennifer López y Tom Cruise hayan mostrado su interés por la práctica.

Los defensores de comer placentas aseguran que cura la depresión posparto, mejora la lactancia y aumenta la energía. Los médicos discrepan: una revisión publicada en la revista American Journal of Obstetrics & Gynecology niega que consumir placenta, ya sea cruda, cocinada, deshidratada, encapsulada o en batidos tenga algún efecto.

La forma más habitual de ingerir este efímero órgano es en cápsulas, tras ser cocida y deshidratada, un proceso que elimina cualquier nutriente u hormona que pudiera llegar a la madre. El problema es que no mata los posibles patógenos: los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC) han tenido que advertir contra el consumo de placenta después de que un recién nacido sufriera una sepsis por estreptococos contagiada por su madre, debida a unas cápsulas contaminadas.

El hombre que susurraba a las cabras vuelve al ataque

Christian Nawroth es un investigador de la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido) que ha centrado su trabajo en saber más sobre unos animales poco conocidos: las cabras. Gracias a él hoy sabemos que estos seres tienen una excelente memoria y que incluso son capaces de resolver pequeños puzles.

Nawroth también descubrió que las cabras nos analizan en busca de pistas y, este año, publicó un estudio en la revista Biology Letters en el que demostraba que estos mamíferos saben cuándo son el centro de atención y lo que esto conlleva.

El curioso experimento colocaba a dos investigadores, uno atento a la cabra y otro que fingía estar distraído. Los animales podían aproximarse a uno de ellos para obtener comida y entendieron quién era el candidato idóneo para ello: la persona que ya estaba pendiente de ellas.

Si necesita electricidad, llore

La lisozima es una proteína presente en la clara de huevo y también en secreciones como lágrimas, saliva y mocos. Este año, investigadores irlandeses descubrieron que esta enzima genera electricidad al sufrir presión. El fenómeno, llamado piezoelectricidad, es bien conocido en materiales como el cuarzo, utilizados en sonares y escáneres ultrasónicos.

El trabajo fue publicado en la revista Applied Physics Letters. “La piezoelectricidad de la lisozima es significativa y del mismo orden de magnitud que el cuarzo. Sin embargo, al ser un material biológico no es tóxico, por lo que podría aplicarse a implantes médicos”, aseguraba uno de los autores en la nota de prensa.

Por suerte, la estructura de la lisozima es conocida desde 1965 y, según los autores, es fácil de fabricar a partir de fuentes naturales.

Gatos líquidos

Los IgNobel son una cita obligada para los amantes de la ciencia más extravagante y original, una parodia de los serios Nobel con la que se quiere hacer reír a la gente… pero también pensar.

¿Puede un gato ser líquido y sólido a la vez? Un trabajo trata a los felinos como un material viscoelástico, ya que estos animales tienen tal flexibilidad que, según los investigadores, se comportan como un fluido. Quizá por eso son capaces de entrar en una botella y moverse desde su interior.

Diyeridús contra los ronquidos

El diyeridú es un instrumento típico de los aborígenes australianos y muy popular como souvenir entre los turistas. Un estudio publicado en BMJ demostró que tocarlo de forma regular antes de dormir disminuye los ronquidos y la apnea, lo que lo convierte en el regalo ideal para estas Navidades.

Investigadores descubren que el orgullo no precede a la caída

Un famoso proverbio de la Biblia asegura que “el orgullo precede a la caída”. Esto sugiere que el orgullo podría ser un factor psicológico capaz de predecir unos accidentes que pueden llegar a ser fatales para la población anciana.

Sin embargo, un estudio publicado en la edición navideña de la revista BMJ refuta esta teoría. Los investigadores tomaron datos de más de 10.000 personas de más de 60 años, a las que preguntaron qué nivel de orgullo habían experimentado recientemente, así como si habían sufrido alguna caída en los dos años anteriores.

El análisis de los resultados mostró que las personas con un nivel de orgullo superior sufren hasta un 19% menos de caídas. Los resultados, una vez ajustados para tener en cuenta factores como la movilidad reducida y la capacidad visual, dejaron de tener significación estadística.

El primer estudio científico sobre midiclorianos

“Los midiclorianos son formas de vida microscópicas que residen en todos los seres vivos. Sin ellos la vida no podría existir y no tendríamos conocimiento de la Fuerza. Los trastornos midiclorianos suelen causar enfermedades cerebrales como el autismo”.

El fragmento anterior está extraído de un paper que fue publicado en cuatro revistas este año. No, los midiclorianos de las películas de ciencia ficción de Star Wars no son reales. Todo se trataba de una elaborada broma para desenmascarar los fraudulentos métodos que emplean algunas publicaciones supuestamente científicas.

Las revistas depredadoras no se basan en la revisión por pares que emplean Nature o Science como garantía de calidad, sino que cualquiera dispuesto a pagar puede publicar un artículo científico para engrosar su currículo. Unos 300 dólares era lo único que tendría que haber pagado el autor de la trampa, el bloguero Neuroskeptic, para que sus midiclorianos fueran publicados.

El secreto para sexar tortugas con eficacia

A todos nos ha pasado: vamos de paseo y nos encontramos una tortuga, pero no sabemos determinar su sexo. Sexar quelonios no es una tarea fácil, ni siquiera para los expertos, pero un grupo de investigadores ha descubierto un innovador método para hacerlo: masajearles la cola con un consolador de 18 cm para que tengan una erección.

La nueva técnica, descrita en la revista Acta herpetologica es tan cómica como efectiva. Las tortugas macho y hembra son idénticas a los ojos humanos, hasta el punto de que hasta ahora la única forma de distinguir ambos sexos era con métodos muy lentos e invasivos como análisis de sangre o la inserción de cámaras en sus genitales. Por suerte para los acorazados reptiles, eso se acabó.

Pero no todas las especies son igualmente impresionables: los investigadores lograron sexar correctamente el 100% de los individuos de algunas… y menos del 60% de los de otras. El siguiente paso, concluyen los autores, es probar diferentes estilos de vibradores para encontrar la llave de la felicidad de cada especie.

 

Por Sergio Ferrer - Agencia Sinc

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