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El Sol parece un disco amarillo de brillo constante, pero la realidad es más compleja: Emite altos niveles de radiación, tiene un gran número de manchas y expulsa de manera violenta partículas que podrían llegar a la Tierra. Pero, ¿cómo genera toda esta enorme actividad? (Lea La sonda japonesa Hayabusa2 abre, por primera vez, un cráter en un asteroide)
La Agencia Espacial Europea (ESA), en colaboración con la NASA, va a tratar de dar respuesta a esta y otras preguntas gracias a Solar Orbiter, la misión que fotografiará el Sol desde más cerca, a 42 millones de kilómetros, con un escudo térmico hecho de titanio, fibra de carbono, mantas térmicas y un recubrimiento de huesos animales para soportar temperaturas de hasta 500 grados. (Lea La NASA revela el audio del primer sismo registrado en Marte)
Solar Orbiter, equipada con antenas, detectores, sensores y nueve telescopios, será lanzada al espacio en febrero de 2020 desde Cabo Cañaveral (EE.UU.), y llegará a su destino dos años después, para lo que empleará la asistencia gravitatoria de Venus y la Tierra.
En la actualidad, la misión está en un ensayo de pruebas ambientales, al que le seguirá uno de parámetros electromagnéticos, que se realiza en unas instalaciones a las afueras de Múnich (Alemania).
Solar Orbiter, que acumula tres años de retraso por sus dificultades técnicas, "está ahora más que lista para ser lanzada", aseguró en una rueda de prensa en la sede de la ESA en Madrid el jefe de proyecto, César García.
Para comprender por qué esta misión es tan difícil hay que entender las complejidades que se ocultan en el Sol. Nuestra estrella presenta un ciclo de unos once años en el que su actividad magnética varía entre un mínimo y un máximo. En la actualidad está en un mínimo solar, pero, cuando está en su máximo de actividad magnética, expulsa grandes cantidades de material y muestra un gran número de manchas solares que se aprecian como zonas más oscuras. Estos cambios de actividad tienen un impacto gigante en el espacio interplanetario, pero también puede afectar a la Tierra.
¿Cómo? Según Luis Sánchez, jefe de desarrollo de operaciones de ciencia del Solar Orbiter, cuando las partículas son altamente energéticas, podrían vencer el escudo natural que posee nuestro planeta, lo que podría dañar satélites de comunicaciones, sistemas de navegación como GPS o redes de transporte de energía eléctrica.
Esta misión, justamente, quiere estudiar de dónde proceden estas partículas y cómo se aceleran para, entre otros, tratar de dar pistas y avisar con antelación sobre su posible llegada a la Tierra, resumió Javier Rodríguez-Pacheco, investigador principal del Energetic Particle Detector (EPD).
Además, Solar Orbiter tratará de comprender por qué el viento solar se acelera hasta 800 kilómetros por segundo o por qué su corona se calienta hasta entre 1 y 2 millones de grados, indicó Yannis Zouganelis, responsable científico adjunto del proyecto.
Para ello, la misión, que en su punto más cercano estará un poco más cerca del Sol que Mercurio, tiene diez grandes instrumentos con antenas, detectores y telescopios que deberán trabajar de manera coordinada y planificada: "Ahí está la clave", apuntó Anik de Groof, coordinadora de operaciones de instrumentación de la misión.