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No se sabe muy bien cuándo pasó pero hace poco, tras los exámenes rutinarios a los que se exponen los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS), apareció entre ellos una urgencia médica. Se trataba de un coágulo en la yugular como efecto de la escasez de gravedad en el espacio. El riesgo de este trombo, considerado el primero que se detecta fuera de la Tierra, solo podía tratarse con 20 anticoagulantes y jeringas limitadas, que era con lo que contaba la tripulación en órbita. De manera improvisada, salvaron al paciente.
Su tratamiento, para el que se necesitaban suministros que llegarían a la nave 40 días después del hallazgo, puso en jaque a los astronautas de la ISS. Sin antídotos y con la amenaza de que el coágulo pasara a mayores, convirtiéndose en una sepsis sistémica y embolia pulmonar (complicaciones mortales), la agencia espacial empezó a asistirlo a distancia. En el plan, en el que participaron expertos de otras agencias, fue clave la presencia del doctor Stephan Moll de la Universidad de Carolina del Norte, que propuso racionar las dosis de anticoagulantes hasta que llegaran las demás provisiones.
La primera idea de Moll fue visitar la estación para examinar él mismo al paciente. Pero la negativa de la agencia lo obligó a acomodarse a la situación: lo debía tratar a distancia. Así que durante los meses que siguieron, el médico habló con el astronauta enfermo como si fuera cualquier otro paciente. “Solo quería hablar conmigo como si fuera uno más de mis pacientes. Y, sorprendentemente, la conexión de la llamada era mejor que cuando hablo con mi familia de Alemania, a pesar de que la ISS recorre la Tierra a 28.000 kilómetros por hora", aseguró Moll citado por El País.
Mientras el médico lo asistia desde la Tierra, en la nave se contaba con otra mano experta. Se trata de Serena Auñón-Chancellor, doctora certificada en medicina del espacio. Ella, que publicó en la revista New England Journal of Medicine un estudio sobre el incidente, insiste en que "todavía no hemos aprendido todo sobre medicina aeroespacial o fisiología espacial". Porque el coágulo inesperado obligó a una coordinación tal que el paciente logró estar en órbita durante cuatro meses, inyectándose las dosis recomendadas y esperando con paciencia que llegara el nuevo fármaco más apropiado, esta vez en pastillas.