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Para que exista la vida tal y como la conocemos, dos piezas son fundamentales: agua y energía. El primero de estos elementos ya sabemos que existe en algunas lunas de los gigantes gaseosos; y ahora, una nueva investigación publicada en Icarus, sugiere que estos satélites tendrían mareas ocultas justo debajo de sus capas de hielo.
Europa y Encelado, las lunas heladas de Saturno y Júpiter, albergan océanos subsuperficiales. La idea es que la atracción gravitatoria de los planetas masivos estira y deforma esos helados satélites, proporcionando suficiente energía para mantener el agua líquida en el interior y crear ondas que rebotan entre sus núcleos rocosos y las capas externas de hielo.
Un equipo de investigadores liderados por Marc Rovira-Navarro, del Instituto Real de los Países Bajos para la Investigación del Mar, ha calculado cómo estas ondas se propagan en los océanos profundos de estos pequeños mundos. Encontraron que, debido a la profundidad relativa de los océanos en comparación con el tamaño de sus lunas, las ondulaciones pueden enfocarse a lo largo de trayectorias particulares. Lo que las haría más como corrientes de chorro, en vez de fluir al azar. (Lea: China, primero en llegar al otro lado de la Luna)
Debido a eso, las ondas imparten la mayor parte de su energía a la superficie en puntos cercanos a los polos norte y sur, ya que rebotan de un lado a otro a lo largo de esas líneas. Inicialmente, los investigadores pensaron que esto podría explicar por qué Encelado irradia una cantidad inexplicablemente grande de calor desde su polo sur.
Energía insuficiente
Sin embargo, otros cálculos revelaron que las ondas probablemente no transportan suficiente energía para afectar significativamente la superficie del hielo. "Si estuvieras flotando en una de estas ondas de inercia, estarías retrocediendo y avanzando a unos pocos centímetros por segundo", explica a New Scientist Rovira-Navarro. "Es bastante suave", agrega.
Según el investigador, los cálculos adicionales que tomen en cuenta las diferentes profundidades de estos océanos revelarán si realmente podría haber un efecto de enfoque más fuerte que podría afectar a las capas de hielo. Pero incluso si no afectan la superficie de las lunas, las olas pueden ser importantes para cualquier organismo vivo potencial en estos océanos. (Puede leer: Captan imágenes del cometa 46P/Wirtanen en la Tatacoa)
"Puedo imaginar organismos anclados al fondo marino o al hielo que se beneficia de estas olas", dice Steven Vance en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en California, porque podrían mover nutrientes y energía entre el núcleo y la superficie helada. "Si estas ondas estacionarias ocurren, quizás estos puntos donde se enfocan también sean puntos focales para la vida", agrega.
El caso para encontrar vida en alguna de estas alejadas lunas se hace cada vez más fuerte. A mediados del año pasado, datos transmitidos por la fenecida sonda Cassini informaron la presencia de moléculas orgánicas complejas en los geiseres de agua salada que brotan de Encélado. (Lea también: Llegan las cuadrántidas, la primera lluvia de estrellas del año)