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A finales del siglo XIX, apareció en Panamá un hongo que entraba por la raíces de las plantas bananeras y en cuestión de días, acababa con la palma de adentro hacia afuera. El hongo, llamado Fusarium oxysporum, causa una enfermedad que, desde el principio, se convirtió en el peor dolor de cabeza de los exportadores de banano en Centroamérica.
En la década de 1950, los cultivadores perdieron la batalla: la enfermedad de Panamá arrasó con prácticamente todos los cultivos de la especie Gros Michel de la región, la principal variedad exportada. Desde entonces, los cultivadores han luchado año tras año para mantener a raya al hongo, que también ataca –aunque no con tal intensidad– a las especies que hoy son comercialmente valiosas, como la Cavendish.
Buscando una solución a este problema, el investigador Gert Kema acaba de convertirse en la primera persona en cultivar bananos en Holanda, y lo hizo sin necesidad de sembrarlos en la tierra.
El profesor de patología de plantas tropicales en la Universidad de Wageningen, en Holanda, dijo en una entrevista con BBC mundo que la enfermedad de Panamá “es una amenaza para la producción mundial de banano”.
“El hongo que acusa la enfermedad las raíces de las palmas de banano y desde allí coloniza el sistema vascular de la planta, que muere”, le dijo a la radio pública inglesa (BBC). Y es que este hongo, inmune a los fungicidas, se propaga a través del agua y las partículas de barro que pueden quedar incrustadas en la ropa, instrumentos y zapatos sucios de los trabajadores de las plantaciones. Además, explica Kema, esta espora puede vivir inactiva hasta diez años en el suelo hasta encontrar un nuevo huésped.
“Lo que hicimos fue sacar al banano del suelo. Y las plantas crecieron muy bien con la aplicación de nutrientes”, señaló.
¿Cómo lo hicieron?
Kema le explicó a BBC que él y su equipo usaron dos tipos de sustrato, comúnmente usados para la siembra de tomates y paprika. Se trató de fibra de coco (que se obtiene de la cáscara del coco) y lana mineral o de roca, que son fibras provenientes de la roca basáltica.
A las 60 plantas que hicieron parte del experimento las sembró en este material y les agregó los nutrientes y el agua necesaria a través de goteros. Aclaró que gracias a este método, fue posible controlar con precisión la pérdida de nutrientes.
Según le dijo a BBC radio, “a esta enorme planta le fue muy bien, el desarrollo de las raíces fue excelente y ahora tiene 5 metros de alto”.
La gran pregunta es si este tipo de cultivos podría usarse a gran escala en países productores de banano, especialmente en el Sudeste Asiático y América Latina. Kema dice que aún es pronto para dar una respuesta definitiva, pero que no lo descarta como “una de las maneras en las que podemos proteger a las plantas de la enfermedad antes de que aparezca una planta de banano resistente a este hongo”.
“La plantación en sustratos ya se usa mucho en horticultura, por ejemplo en tomates y pepinos", señaló el patólogo a BBC Mundo y añadió: “Creo que este método tiene mucho potencial y permitirá evitar pérdidas por enfermedades o pestes”.