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El modo de operar de una persona se define según cómo asume la existencia y converge acorde a la realidad impuesta.
Las asimilaciones individuales frente a la forma de vivir se alteran según el proceso en el que los colectivos sociales captan una determinada época.
Como por ejemplo: la mano de obra en relación con el desarrollo industrial y tecnológico, la música según el flujo del tempo de acuerdo con el sentimiento, el medio ambiente sujeto al ejercicio de consumo, la moda en tendencia de acuerdo con el estilo de expresión, la arquitectura diseña según la necesidad de construir el entorno, las obras plásticas exponen su concepción libre frente a la realidad, el teatro proyecta el valor humano en consecuencia de la identidad, la poesía evidencia verdad según el acontecer, el cine es acorde al pensamiento colectivo, la fotografía congela el instante, la gastronomía concibe la exquisitez, el baile articula el movimiento al compás de la emoción del momento y entre todo, una vez más, resurge la incertidumbre.
Crear mediante la incertidumbre da razón al compromiso que la persona en relación con la sociedad inicia, a través de la búsqueda interior causada por la alteración según su percepción, mediante la duda y la asimilación subjetiva.
Le sugerimos leer R.H. Moreno Durán, “Un hombre de alma hacia afuera y otro de alma hacia adentro”
Nada es igual de la misma manera para todos, aunque se comulgue con principios éticos, estéticos, políticos o económicos.
El dualismo fundado por Descartes reconoció la existencia a partir de dos distintas dimensiones a través de la historia, marcadas entre la corpórea y la espiritual como lo es en: la época clásica más precisa desde la razón aristotélica (materia y forma), la medieval (existencia y esencia) y en la moderna (apariencia y realidad).
Las dualidades se ligan entre sí, al transformar dos realidades en una misma.
Aristóteles en su metafísica pronunció en el libro séptimo del fragmento X, a su inicio, lo siguiente: “Toda definición es una noción, y toda noción tiene partes; por otro lado, hay la misma relación entre las partes de la noción y de las partes del objeto definido, que entre la noción y el objeto. Debemos preguntarnos ahora si la noción de las partes debe o no encontrarse en la noción del todo”.
La indeterminación es problemática en toda situación, hace referencia a la posibilidad que existe entre la elección por la aserción de la afirmación o la aserción de la negación. Es entonces cuando la realización de la persona a través de la incertidumbre se convierte en una paradoja, la realidad es y la existencia como ente subsiste de acuerdo a ella.
La incertidumbre profundiza la otredad, se determina por el vacío o por la carga de un contenido completo. El conflicto interior asume el enfrentamiento desconcertante que la persona tiene por su creación alterna.
En un libro sobre Cézanne de la Editora Cinco, en el segmento de, en procura de nuevos caminos, menciona un pensamiento de él: “Yo soy la conciencia subjetiva de este paisaje y mi tela es su conciencia objetiva. Mi tela es el paisaje, ambos están fuera de mí, pero el paisaje es caótico, accidental, confuso, sin una vida lógica, sin ningún tipo de racionalidad; mientras que mi tela es permanente, categorizada, y participa del mundo de las ideas”.
La capacidad creativa otorga a la persona la habilidad para superar la dificultad, el conflicto personal que pone de manifiesto Cézanne, por su intención de representar un paisaje que en él es confuso e irracional pero en la tela es evidente, permanente y claro, evidencia la convergencia por las alteraciones que necesitó reflexionar para comprender y articular una estructura que conformó la composición del paisaje como resultado final.
Nada en realidad es controlable por uno mismo, y todo a su vez por alguna razón pareciera que sí lo fuera.
Todos somos organismos finitos entre espacios infinitos.
El vacío es la carencia o la ausencia de algo, ya sea por causa de la luz, de la materia, del tiempo, del espacio, del sentimiento, de la acción, de la determinación, o de la disposición.
Es necesario entonces saberse sostener entre la incertidumbre, para superar las crisis en relación con la existencia frente al vacío, la duda y la angustia.
En la actualidad hay una nueva expectativa sobre las nociones y el sentido, la percepción frente a lo humano se distorsiona, cambia y varía, imponiendo un nuevo estilo de vida en forma de aparente permanencia.
La incertidumbre proyecta entre los encuentros comunes de los distintos círculos posmodernos, cambios constantes que infieren en las determinaciones estructurales de la ciencia en las culturas actuales.
Entre lo viejo y lo nuevo, lo conocido y lo inédito, siempre queda un desaliento, una melancolía. El tiempo conforme a su constante ocasión deja rastro y en ese rastro, la zozobra, que constituye parte del valor que condiciona la incertidumbre.