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Mientras usted lanza piedritas a todos los ríos y conduce ese juego entre usted, la piedrita y el río, Berta Cáceres le hablará al río, le contará sus luchas y él se las llevara. Las conducirá al mar, y el mar las volverá vida, tierra y luz.
De tantos y tantos ríos, se dice que el río Gualcarque, ubicado en Honduras, fue el mayor destino de sus luchas. Allí reunió al pueblo Lenca y cofundó en la década del 90 el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Hasta su muerte, fue coordinadora General de dicho movimiento. Lenca significa lugar de muchas aguas, y constituye la mayor etnia indígena de aquel país centroamericano.
Berta Cáceres nació el 4 de marzo de 1971, cerca al Río Blanco en Intibucá, una región al occidente de Honduras. Su madre, Berta Flores, refugió a varias víctimas de El Salvador en la guerra civil (1980 - 1992). Aquellos salvadoreños perseguidos por la crueldad de las armas, que el poeta y activista político Roque Dalton retrataría en sus versos: “los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos.”
La activista creció en una familia de mujeres, valientes y convencidas de que el presente y futuro se forjaban cerca a las comunidades, lejos de lujosos escritorios y edificios. Supieron comprender que la defensa de la vida en el campo era el verdadero bienestar del futuro.
Por eso, una de sus hijas, Laura Zúñiga, recordaba en una entrevista al portal Radio Mundo Real las palabras de su madre: “No quiero que sean apáticas a la sociedad, quiero que luchen y esa era la exigencia que nos dijo. La otra cosa que son de las grandes enseñanzas de mi mami, a la par de la coherencia, de radicalizar la ética y los valores profundamente humanos, es también la esperanza, alimentándola constantemente en medio de las violencias. Nosotros enfrentamos un golpe de Estado, la reactivación de escuadrones de la muerte, la militarización, ver cómo atacan y cómo van avanzando sobre nuestros territorios. Es algo que puede llegar a desesperanzarlo a uno, pero la confianza en los pueblos del mundo, de nosotros mismos y del futuro es una de las cosas más lindas que nos dejó”.
Berta Cáceres creía firmemente que el río era libre. Estaba convencida de que a las grandes historias, que no están en función del dinero, tampoco se les puede detener. No se pueden construir grandes represas para evitar que corran libres y viajen con soberana libertad. No se les puede obligar a permanecer inmóviles.
Junto al pueblo Lenca, hizo que el Banco Mundial y empresas como Voith Hydro (Financiado indirectamente por Siemens) y Desarrollo Estratégico S.A. (DESA), desistieran de sus intenciones de realizar hidroeléctricas en el proyecto Agua Zarca. Incluso llegaron a detener la mayor constructora de represas en el mundo, Sinohydro. Por otro lado, el Banco de Desarrollo Holandés (FMO) y el Banco de Desarrollo Finlandés (Finnfund) suspendieron la financiación del proyecto Agua Zarca.
Las batallas contra los poderosos dieron como resultado un sinnúmero de amenazas en su contra. Atemorizaron a su familia y otros líderes del pueblo Lenca fueron asesinados. De hecho, Cáceres tenía medidas cautelares por la CIDH para garantizar su seguridad.
Sin embargo, el 2 de marzo fue asesinada en su casa. El poema Gualcarque en orfandad describe la escena. “Bertha, Bertha...Y ella lo atiende…¿Quién anda por ahí?, pregunta. Y las balas le responden…¡Ah, las corbatitas de seda, ay de los que caminan por alfombras doradas!”. Este fragmento hace parte del libro Berta Cáceres, una compilación de poemas escritos por Elisa Logan. El libro seguirá incorporando poemas, obras artísticas y fotografías en homenaje a la activista ambiental.
Muchas veces, la vida no se agota en la muerte. Sobreviven el legado, las enseñanzas, la gran obra de quien ha partido. Pese a ello, su asesinato conmovió todos los rincones del planeta. “A veces es necesario fingir demencia, tomar un respiro y mirar el brillo bajo unos desleídos ojos. Todo el rumor de acumulados siglos, abalanzarse sobre esta realidad absurda para poder continuar”, revela el poema en su honor titulado A fuego cruzado.
Dicen que ahora es guardiana de los ríos. Ha sido contemplada sentada sobre el gran río Gualcarque aguardando en su defensa, divisando el esplendor de sus aguas que corren aún con libertad. De allí, del agua, es que es posible la vida y sacia la sed de todo ser vivo. Del río depende que el pescador y el campesino sigan sembrando y tejiendo alegrías.
La investigación judicial para esclarecer los responsables ha sido cuestionada por su escasa celeridad y se ha reiterado que incluso la escena del crimen fue alterada por las autoridades. De hecho, Gustavo Castro, miembro de Amigos de la Tierra y testigo del asesinato, ha denunciado que el crimen de la activista “podrá significar para muchas empresas e intereses la oportunidad para avanzar sobre los territorios del pueblo Lenca”.
A la fecha, ocho personas han sido detenidas por el homicidio. Algunas de ellas tienen algún vínculo con las trasnacionales y compañías mencionadas, cuyo objetivo es el avance de proyectos hidroeléctricos.
"En nuestras cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De los ríos somos custodios ancestrales el pueblo Lenca, resguardados además por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos, es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta. El río Gualcarque nos ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados en todo el mundo. Debemos acudir. La Madre Tierra militarizada, cercada, envenenada, donde se violan sistemáticamente derechos elementales, nos exige actuar. Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida. Juntémonos y sigamos con esperanza defendiendo y cuidando la sangre de la tierra y sus espíritus”. Estas palabras fueron dichas cuando recibió el Premio Goldman al medio ambiente el 22 de abril de 2015. Ellas fueron la síntesis de sus convicciones, un llamado de atención a la humanidad y la reafirmación de la esperanza en los territorios.
Para el 2015, y según el informe de Witness for Peace, los países que más registran una alta tasa de homicidios y criminalización a activistas ambientales son Brasil, Colombia, Filipinas, Honduras, México, Perú, Guatemala y Tailandia.
Esta historia hondureña, y de otros activistas ambientales asesinados, será un llamado a las generaciones presentes y futuras para que el agua permanezca como un canto de vida y libertad. Hay tantos relatos narrados y escondidos en cada río que Florentino Ariza y Fermina Daza sólo hicieron posible El amor en los tiempos del cólera en aquella embarcación sobre el suntuoso río Magdalena.