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16 de abril de 2020
Calígula era un emperador sanguinario.
Pero se metía con miedo en la cama cuando oía truenos.
Cuando besaba a una de sus amantes, bromeaba: "Basta una orden mía y esta linda cabeza rodará." (D.)
Si desea leer la entrada anterior de este diario, ingrese acá: Aquí está un poco difícil (Diario de la peste, del escritor Gonçalo Tavares)
"Se proclamó Júpiter y mandó decapitar las estatuas de los dioses para poner en ellas su cabeza"
También quería dominar el cielo.
Mando a hacer una máquina que imitaba el estruendo de los relámpagos.
Y ésos no le daban miedo.
Calígula sufría muchos insomnios.
Por la noche andaba de un lado a otro en el palacio "exigiendo a grandes gritos que surgiera el día".
La razón no es la misma.
Si desea leer una de las entradas de este diario, ingrese acá: Todas las mujeres mexicanas están enamoradas (Diario de la peste, del escritor Gonçalo Tavares)
Pero hoy hay muchos que tampoco pueden dormir.
Y a la mitad de la noche, a las dos de la mañana, gritan exigiendo que comience el día.
Pero no ha comenzado.
(Rubem Fonseca, Luis Sepúlveda y Maria de Sousa, in memoriam)
Traducción: Paula Abramo
Los textos originales de este diario se están publicando en el diario Expresso, de Portugal.