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Winston Morales es el único poeta colombiano que junto con otros treinta del resto del mundo participa en el Formosa International Poetry Festival in Tamsu 2018. Se reunió con el vicepresidente Chien-Jen Chen, en el Palacio Presidencial en Taipéi, y escribió en sus redes: “contrario a lo que pasa en ciertos países que conocemos, en Taiwán el arte, la poesía, la narrativa, la música cumplen un papel preponderante y fundamental para el crecimiento espiritual y material del país”.
En pocos dias regresa a Cartagena, para seguir enseñando periodismo y lógico, amando a Aniquirona, la fuente de su inspiración.
Antes de salir a su viaje recordó que Aniquirona es una mujer que apareció en sus sueños mientras estudiaba en la Tadeo Lozano “…y una noche cualquiera soñé con este personaje onírico, de hecho soñé con la dulce Aniquirona y en 1998 publiqué mi primer libro de poesía, que se llama así, Aniquirona”, sostiene, mientras en una de sus manos intenta esconder las manillas que siempre lo acompañan. “Aniquirona se me aparecía con cierta frecuencia en sueños, me dictaba versos, me mostraba escenarios, imágenes y bueno, a partir de ella comencé a crear la primera parte de mi obra”.
Con su obra, Lámpara cifrada , recorre Taiwan y lee sobre esa mujer que puede ser Aniquirona, muy seguro de que en sus palabras quedará esa poesía de espiritualidad, erótica a veces, “de un erotismo que trasciende el aspecto humano, entonces Lámpara cifrada podría ser ella, podría ser cualquier otra mujer, pero vista esa mujer como esa fuente que emana luz”.
Este huilense, que se encuentra con el mar todos los dias, ha escrito 14 libros y sostiene que la poesia es su hogar, “es mi lugar de enunciación ese es el lugar desde donde yo hablo” y quisiera ser un hombre en absolutamente en estado contemplativo para poder ser libre”.
Mira su reloj, hace la cuenta de las horas en el avión para llegar a la China, “yo creo que uno como creador, como poeta, entra en ese delito de apropiarse de las palabras que fueron dichas antes por muchos hombres de tiempos inmemoriales, y uno se apropia un poco de ellas y las usa para el beneficio personal y para el beneficio de la colectividad”
Su obra ha sido traducida a varios idiomas, rumano, francés , inglés , alemán, chino, pero llama la atención el polaco. No hace hace más de ocho meses paseaba por el centro amurallado con su traductora, Barbara Stawicka-Pirecka, quien hizo las traducciones al español del premio Nobel de literatura Czeslaw Milosz en 1980. Ella muy seguramente quería reconocer el espacio de vida del poeta. Los sentimientos para Morales son universales y frente a las traducciones de sus libros recuerda a escritores como Octavio Paz, quien decía que traducir es traicionar, “se traicionan justamente la emoción, la profundidad de esa emoción, porque de todas maneras tú cifras a través de la palabra, y el lector descifra”.
En la Universidad de Cartagena lo esperan sus alumnos antes de que acabe el mes, la cita es en un salón de clases, en los mismos pasillos por donde Gabriel García Márquez ya hace unos años caminaba, pareciera que la literatura se niega a salir de las aulas. Allí algunos le preguntaran por el viaje, otros pedirán que lea sus textos. Morales entonces será el que se fue, el poeta , el profesor, el periodista que empezó leyendo cómics y se dejó seducir por las palabras de Amado Nervo y Pablo Neruda, entre otros, y nunca se va a divorciar de Aniquirona. “ No, nunca, además, porque ella no me deja.”