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"Me encanta la música", dice Yaafari, alumna de la escuela Al Nawares, donde los tutores intentan que los estudiantes olviden durante un rato la guerra en curso en el país.
"Cuando me siento triste o molesta, toco música", dice.
Nazira ya cuenta con un ecléctico repertorio que va desde el "Cumpleaños feliz" hasta canciones de los íconos árabes Fairuz y Umm Kulthum.
"Espero que Yemen gane esta guerra", dice con un suspiro, antes de añadir: "Y que podamos vivir una nueva vida".
Taez, una ciudad de la zona montañosa del sudoeste de Yemen, era conocida por sus granos de café, cultivados en altura y exportados desde el puerto de Moca.
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En la actualidad, la ciudad es escenario de algunos de los combates más intensos en la guerra entre los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, y las fuerzas gubernamentales, aliadas con una coalición militar regional liderada por Arabia Saudita.
Naciones Unidas instó a ambas partes a abrir corredores humanitarios a la asediada Taez, donde las tropas gubernamentales están incrustadas dentro de los límites de la ciudad, rodeadas por las fuerzas rebeldes.
La escuela Al Nawares, de tres pisos, fue blanco de un ataque en 2015-2016, justo después de que Arabia Saudita y sus aliados se unieran en la lucha del gobierno contra los hutíes.
Cuando volvió a abrir sus puertas, con las paredes aún llenas de agujeros de bala, los maestros decidieron ampliar el programa de música y convertirlo en una parte fundamental del currículum educativo, junto con las matemáticas y el árabe, con la esperanza de que eso devolviera la alegría a sus estudiantes.
"El estado psicológico de los estudiantes cuando reabrimos era muy complicado, tras los bombardeos y los combates", cuenta el director Shehabedinal Sharabi.
El jefe de una universidad de la vecina Moca recomendó la música y prestó instrumentos gratis a Al Nawares.
"Aquí la música no es una actividad extracurricular. Podemos ver el impacto que tiene en nuestros estudiantes, cómo con la música son más receptivos", dice Sharabi.
- "La educación es mi arma" -
Aunque las clases no forman parte de un programa formal de salud mental, la terapia musical se usa en todo el mundo para ayudar a las víctimas de traumas.
En las humildes aulas de Al Nawares, decenas de niños y niñas encuentran cada día, aunque sea temporalmente, un descanso de las atrocidades sufridas por un país que la ONU considera que vive la peor crisis humanitaria del mundo.
Entre sonrisas y golpes en sus escritorios, una clase de alumnos con los ojos iluminados cantan en inglés "My face, my face, this is my nose".
En otra, alumnos algo mayores entonan "La educación es un arma".
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Alrededor de dos millones de niños yemeníes no pueden ir a la escuela, y medio millón abandonaron las aulas desde 2015, según datos de la ONU publicados en marzo.
En Taez, el profesor Abir al Sharabi se toma el tiempo de ayudar a estudiantes como Yaafari a tocar los instrumentos ellos mismos.
"Parece que los estudiantes se sienten más cómodos aquí que en otras clases", cuenta Sharabi a la AFP. "Su energía en esta clase es diferente".
"¡Algunos estudiantes hasta tienen experiencia cantando! Sus voces son lindas. Cantar ayuda a la mente", señala.
"La guerra es motivo de mucho sufrimiento y a veces es más fácil expresarlo con la música".
El conflicto en Yemen ha dejado unos 10.000 muertos desde el inicio de la intervención de la coalición liderada por Riad, en marzo de 2015, según la Organización Mundial de la Salud, aunque algunos grupos de defensa de los derechos humanos creen que el balance podría ser cinco veces superior.