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Estamos acá en este tiempo presente. Atravesamos cada día con la incertidumbre entre las manos y es con esa sensación que miramos hacia delante. Continuamos la vida con la boca cubierta y evitando los cuerpos de los otros. Respirar es ahora un signo de amenaza. Y así, habitamos este mundo que - de manera inevitable - se entrelaza con nuestro entorno más íntimo. De alguna forma todo ha cambiado, pero aún no comprendemos la dimensión de ese cambio; llevará tiempo lograr ver, o por lo menos entrever, lo que está sucediendo.
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Especulamos con la información que tenemos a nuestro alcance, nos atrevemos a decir cosas, las borramos e inventamos otras hipótesis; y de esta manera - todas y todos - nos reescribimos, intentamos relatarnos. No sabemos nada (y esto no es un eufemismo). A lo mejor estamos en medio de una “catástrofe de significado”, como lo diría Nelly Richard refiriéndose al intenso carácter fragmentario de los tiempos vivos, latentes; una crisis del lenguaje, de los lenguajes. ¿Cómo enunciar o representar lo que apenas intuimos? Nos queda el titubeo: los pedacitos del habla, la intención de la palabra, los sonidos mínimos, la frase suelta (perdida), la idea esbozada, el susurro, el gesto (sutil o exagerado), el silencio, la figura diluida. Richard sugiere confrontar los estados rotos: “la tensión entre esos trozos que ha dejado lo destruido nos incita a crear nuevas formas de incidencia crítica que contengan la imagen de esa destrucción”. Tal vez uno de los modos de “estar acá y ahora” es haciéndole frente al sin sentido, a esa condición entrecortada, a la imagen de lo que va haciéndose pedazos.
Con esta boca, en este mundo1 es la expresión que entrecruza las obras de artistas que movidas por este tiempo impropio nos dicen cosas sobre los “estados rotos” (físicos e intangibles) que ahora mismo inquietan nuestra existencia. Con esta boca, en este mundo nos vincula - sobre todo - con lo íntimo y lo complejo de la humanidad. Consideraciones acerca del afecto, de las formas de la violencia, de la incapacidad de comunicarnos con los otros(as), del cuerpo como contenedor de las emociones, del valor de la vida (nuestra y ajena), de asumirnos vulnerables, pero también invencibles y solidarios; entretejen estéticas que tuvieron su origen en el deseo de hacer manifiesto lo que ha permanecido oculto o si acaso apenas visible. Aún en esos “estados rotos” hay unos brazos que se alzan, unas lenguas a punto de enunciarse, unos ojos que miran desorbitados, unas bocas cosidas que dicen, unas manos que activan el lenguaje, unos cuerpos que aún cansados y abusados resisten. Hay entonces que atreverse a exponer las fuerzas intangibles que constituyen la vida y preguntarnos qué son los cuerpos, qué significan los cuerpos, pero, sobre todo, qué sentido tiene en este presente vivir (estar) juntos (todos los cuerpos) en este mundo.
Cuando pienso en las soledades y en los cuerpos aislados de estos tiempos (asuntos en los que también han pensado los artistas que nos convocan), recuerdo la alusión que hacía la crítica de cine Alessandra Merlo sobre aquellos personajes de las películas de Fellini (Gelsomina o Cabiria, por ejemplo) que nos dejan ver el carácter revolucionario de las marginalidades, de lo que está marginado. Fellini había encontrado una forma de hacer manifiestas esas vidas (hacerlas imagen); les había entregado un sentido a esas y a todas las que se les parecieran. Hay en esta exposición cierta resonancia de lo citado en las líneas anteriores: las obras montadas en el espacio levantan una imagen de lo frágil (que suele ser lo marginal) y hay una agitación en ese pronunciamiento estético.
La expresión “con esta boca, en este mundo” que da título a este proyecto fue arrancada de un poema de la uruguaya Olga Orozco. En su lírica la boca aparece como metáfora abierta, múltiple. La boca que parece solicitar otras bocas porque una no nos alcanza para dar cuenta de la experiencia en este mundo. Pero esa boca también es el cuerpo (todo). Se clausura el poema con un último interrogante que nos enfrenta con esa imposibilidad: cómo nombrar con esa boca, cómo nombrar en este mundo con esta sola boca, en este mundo con esta sola boca.
Estamos, entonces, arrojados en esta realidad encarando el sin sentido, una imagen rota del mundo en la que nos miramos, y el lenguaje como lo conocemos, si acaso, nos alcanza para enunciar la palabra; nos queda la expresión entrecortada, esa que se que escapa al significado: una coreografía torpe de lo indecible.
Los artistas participantes de la exposición son:
Camila Botero
María Teresa Cano
Juliana Góngora + Taller Masipai (Comunidad Koreguaje)
Lindy y Azul Márquez
Libia Posada
Abigail Reyes
Daniela Serna
Paula Úsuga
1. Aunque la exposición estaba proyectada para realizarse a mediados de 2020, se trastocó por las circunstancias y de forma inevitable puso a temblar sus premisas iniciales. La “máquina de pensamiento” se detuvo y se reactivó lentamente en búsqueda de otros sentidos. Esa “suspensión” posibilitó otras ideas, otras estrategias creativas, otras decisiones. Era imposible no estremecerse frente a las imágenes que el mundo producía y las estadísticas que anunciaban la adversidad.