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Gustavo Dudamel: el poder espiritual de la música

La música tiene la capacidad de unir a las personas, es un derecho casi que fundamental, que une comunidades más allá del entretenimiento: forma vínculos a través de un lenguaje común y universal.

María José Noriega Ramírez
20 de diciembre de 2020 - 02:00 a. m.
Gustavo Dudamel Especial conversaciones a prueba de pandemia
Gustavo Dudamel Especial conversaciones a prueba de pandemia
Foto: Forografía: Danny Clinch para la Filarmónica de Los Ángeles. Ilustración: William Botía Suárez
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Gustavo Dudamel cree fielmente en que la música tiene el poder de transformar la sociedad. Formado en el Sistema y en los Coros Infantiles de Venezuela, bajo las enseñanzas de José Antonio Abreu, a quien considera su maestro, creció bajo la convicción de que la música es una herramienta de cambio social. “Este no solo ha sido mi modelo a seguir, sino también mi vida: considerar esa conexión y esa comprensión de la música más allá de un aspecto de entretenimiento, para comprenderla como un valor esencial en el crecimiento de niños y jóvenes”, asegura. De ahí se entiende que su trabajo, detrás de la batuta que ha llevado en nombre de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de Venezuela, así como de La Filarmónica de Los Ángeles y de la Orquesta Filarmónica de Viena, tenga de trasfondo un vínculo con personas alrededor del mundo, formando así una comunidad a través de un lenguaje común y universal.

Para el director de orquesta, la música es un derecho casi que fundamental. Él entendió, gracias a su mentor, que la exclusión social implica un despojo de identidad y que la cultura, precisamente, permite su construcción. En medio de ello, el artista es un ser con una sensibilidad especial. Esta se logra transmitir no solo a través de la interacción que se da entre la orquesta, sino también por medio de la relación que hay con el público. En sus palabras, “la música es conexión y es de las acciones comunitarias y sociales más bellas que pueden existir”. Compositores como Beethoven, Stravinsky y Bach, entre muchos más, brindan la posibilidad de conectar con algo que va más allá, que, a criterio de Dudamel, incluso alcanza una dimensión divina. Ese, a su parecer, es el poder de la música: enriquecer el espíritu. Justamente esta es la razón de ser del Sistema. Bien lo dijo Unamuno: “La libertad que hay que darle al pueblo es la cultura”.

Según Dudamel, la humanidad está atravesando una crisis que para varias generaciones es nueva, pues el mundo se detuvo. En este escenario, “el espíritu va a necesitar curarse. Aparte de lo físico, el alma va a necesitar la medicina de la música, pues esta funcionará como un gran bálsamo de sensaciones, que ni las mismas palabras podrán explicar. Así, la música nos va a unir en una sensación, sea cual sea”. Ese poder de comunión, Dudamel, con tono de emoción, pero también de nostalgia, lo recuerda con el último proyecto que realizó antes de que se empezaran a sentir los estragos de la pandemia. “Power to the People”, una iniciativa en la que La Filarmónica de Los Ángeles tocó música contemporánea, como góspel, jazz y rap, de la mano de Yolanda Adams, Herbie Hancock y Residente, entre otros artistas, se pensó como un espacio de diálogo y discusión a través de la música. Esa frase que a lo largo de la historia se ha usado como eslogan en protestas sociales, la música la ha inmortalizado y la ha usado para apelar a la solidaridad y al espíritu humano. Este festival, creado para reunir diferentes tradiciones musicales y movimientos sociales, es símbolo de lo que ha sido el norte del trabajo musical de Dudamel: la justicia social.

Si bien la pandemia frenó el certamen, Dudamel recordó una frase de su maestro Abreu: “Todas las crisis son una oportunidad”. Y es que el director de orquesta, desde hace unos años, viene trabajando en un proyecto de realidad virtual con el que busca llegar a las personas que no son asiduas a la música clásica, con la idea de que puedan entender el significado que hay detrás de este estilo musical: Symphony, con la intención de llegar al alma del público, es un viaje de fantasía, a partir de la fusión entre tecnología y música, por medio del cual “las personas pueden hacer la música suya”. El proyecto no se pensó para un contexto de pandemia, ese no era el fin. Sin embargo, ahora cobra más sentido, “pues la gente está ávida de poder sentir, de poder conectarse. Así, la música es un elemento de recuperación del espíritu”. Dudamel va más allá y admite que a través de Symphony se ha reconectado con la esencia original de su oficio, en la medida en la que ha podido transportarse hacia ese Gustavo niño, hacia ese amante fiel de la música.

El proyecto de realidad virtual, que se realizó en conjunto con La Fundación La Caixa, bajo los principios compartidos de respeto por las diferencias, empoderamiento individual e integración social, tiene cuota colombiana. Manuela Díaz Henao, una de las Artistas 2019 de la Fundación Gustavo Dudamel, hace parte de este relato musical, en el que se plasma la conexión que hay entre los sonidos del ambiente y los artistas, en un intento por vincular culturas diversas. El maestro Dudamel admite tener un lazo fuerte con Colombia, al punto de que la reconoce como su propia patria. “A pesar de la realidad, somos países hermanos y siempre lo he sentido así. Yo amo a Colombia como mi propia tierra y es también mi tierra querida”. Varios conciertos binacionales, en los que participó la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, así como la presentación que la Orquesta Filarmónica de Viena hizo bajo su dirección, hacen parte de la relación que Dudamel ha consolidado desde hace décadas con el país.

El maestro no deja de enfatizar en el poder de unión que tiene la música. “Piensa en cómo funciona una orquesta”, me dice. “Esta está conformada por distintos instrumentos, pero forman una armonía en el momento en el que suenan juntos. Vamos más allá: los mismos músicos vienen de diferentes escuelas, cada uno produce un sonido particular e, incluso, tienen distintas formas de pensar; sin embargo, al momento de hacer música, crean armonía. Esa acción se lleva a un colectivo más amplio y llegamos al público, que en sí mismo también es diverso”, agrega. De ahí se entiende que el mensaje de Dudamel en estos tiempos sea el de mantenernos conectados con aquello que nos inspira.

*Texto escrito por María José Noriega Ramírez, periodista de la sección Cultura de El Espectador.

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