Héroe (Cuentos de sábado en la tarde)

Caminaba por el empedrado de la ciudad envuelto entre aplausos. En su espada se reflejaban las caras de gratitud  del pueblo y en su escudo caía el eco de los  gritos y alabanzas.

Pedro Mejía Galvis
04 de abril de 2020 - 10:42 p. m.
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Cargaba en su mano la cabeza degollada del lobo, que aun con los ojos abiertos parecía observar con cierta desconfianza la situación. 

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Consumido por la celebración el héroe perdió la noción de sus propios pasos. Estos ya no retumbaban contra las piedras, las rosas que recubrían el suelo disipaban el sonido y lo hacían sentir como si flotara entre la multitud. La realidad se hacía cada vez más tenue. Con cada paso veía mas cerca el olimpo donde sería coronado por sus actos  y pasaría a unirse a los dioses en el firmamento como una conglomeración de estrellas inmortales. 

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Tan absorto estaba que no se dio cuenta de que la multitud lo había dejado tiempo atrás y él caminaba divagante ya llegando al borde de la ciudad. Al acabarse el empedrado tropezó cayendo colina abajo.

La cabeza del lobo fue a parar encima del guerrero enterrándole los dientes en la tráquea acabando con su vida de manera instantánea. Y así fue como murió el héroe, entre las fauces de un lobo muerto que desde el comienzo miraba con recelo la gloria.

 

 

Por Pedro Mejía Galvis

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