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Una historia de la literatura en Occidente necesariamente debe incluir la leyenda de unos amantes míticos que han servido de referente para una variopinta selección de expresiones artísticas. Proviene de la tradición oral y, como muchos de estos relatos, se desconoce la autoría original. Probablemente se trata de historias dinámicas que se van adaptando a los tiempos y a las necesidades socioculturales y que van quedando en registros escritos diversos.
La leyenda es parte del llamado “ciclo artúrico o de Bretaña”, que corresponde a textos literarios celtas que narran la historia de las islas británicas. Dentro de dichos contenidos encontramos personajes míticos cuya existencia real se desconoce, como lo fue, por ejemplo, el rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda.
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Uno de los mitos celtas más famosos es aquel de unos amantes que se enamoran por culpa de una pócima mágica y cuyo amor resulta imposible. Aunque la leyenda remonta mucho antes, desde la entrega de Blancaflor (madre de Tristán y hermana del rey Marco de Cornualles) al valiente Rivales (padre de Tristán), el nacimiento de Tristán, la muerte de sus padres, su crianza por parte de Governal, el reencuentro con su tío (el rey Marco) y varios otros episodios, el eje temático de la leyenda es el siguiente: Tristán es sobrino y caballero de la corte del rey Marco. Este último ha recibido el cabello dorado de una mujer por parte de una golondrina y promete a sus súbditos casarse con su dueña, una princesa irlandesa. El rey le pide a su fiel sobrino que vaya en busca de la rubia y se la traiga para desposarla. Al llegar a Irlanda, Tristán descubre que la rubia es la princesa Iseo, hija de la reina, quien manifiesta a Tristán que le entregará a la princesa para que se despose con el rey Marco únicamente si logra vencer al dragón Morholt, quien viene azotando la población desde hace meses (en otras versiones Morholt es simplemente un malvado gobernante de Irlanda). Tristán es herido, pero vence a Morholt y luego es curado por la reina y sus poderes mágicos. Posteriormente, Tristán emprende su regreso junto con la princesa. Ella está muy triste por tener que casarse con el rey Marco y, por eso, su criada (en otras versiones es su madre) hace una poción mágica para que se enamore del rey y sea feliz. Sin embargo, por error, el brebaje es tragado por Tristán e Iseo, por lo que se enamoran perdidamente entre ellos. Al llegar a Cornualles el rey y la princesa se casan, pero Tristán e Iseo se siguen amando a escondidas hasta que son descubiertos. Luego Tristán es perdonado y exiliado por parte de su tío a Bretaña, se casa con otra mujer del mismo nombre (la de las blancas manos), pero nunca puede olvidar a su amada. Finalmente, después de muchos ires y venires se podrán reunir de nuevo, pero el destino les tiene un final dramático.
En los estudios literarios se han identificado varias versiones de la leyenda celta en distintos momentos de la historia y a partir de diversos géneros literarios. Tomás de Inglaterra (Thomas of Britain), por ejemplo, recrea el mito, más o menos, en el año 1158 y muy seguramente dentro del ala protectora de una de las más importantes madrinas de la literatura medieval (Leonor de Aquitania); también está la versión de Béroul, quien reelabora la leyenda unos años antes, posiblemente 1150; de la misma manera, está la alemana elaborada por Gottfried von Strassburg (murió en 1210), de quien procede la versión de la famosa ópera de Wagner que se estrenó en 1865; igualmente, está otra interpretación en verso, más corta, de María de Francia, también del siglo XII, quien enaltece las formas poéticas clásicas.
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En fin, las diferentes creaciones mantienen la trama argumental de la leyenda, pero cambian algunos desarrollos y escenas. Por ejemplo, en la versión de Béroul, en algún momento se acaba el efecto de la poción, mientras que en la de Tomás de Inglaterra no se termina nunca. Igualmente, cuando Iseo le pide al rey Arturo que sea testigo de su juramento de inocencia conmina a Tristán a que se disfrace de mendigo (en la versión de Béroul) para que la ayude a cruzar un pantano, así ella jura que solo ha tenido a Marco y a ese leproso (en Tomás de Inglaterra) entre las piernas.
En síntesis, se trata de un referente ineludible proveniente de la tradición oral, específicamente de las sagas artúricas. Incluye otros matices como el amor carnal, sexuado, a diferencia del amor cortés idealizado, pues la relación de Tristán hacia Iseo no es vasallática. Por eso la pócima se convierte en un simbolismo esencial que desbarata los postulados platónicos del amor cortés.