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Uno de los libros favoritos de Indhira Serrano cuando estaba pequeña era El amor en los tiempos del cólera, escrito por Gabriel García Márquez, novelista colombiano, ganador del Premio Nobel en 1982 y considerado como uno de los maestros de la literatura. Esta novela cuenta la historia entre Florentino Ariza y Fermina Daza, en donde el amor verdadero perdura a pesar de las adversidades.
Serrano tuvo la oportunidad de participar en el proyecto de llevar al cine esta obra de Gabriel García Márquez. Un día común y corriente recibió una llamada de su manager, al día siguiente tenía el casting para participar en la película del que era su libro favorito. Había tenido una mala experiencia con un casting de una película que había presentado días antes, esto había sucedido porque estaba basada en un libro y ella no lo había leído. Esta vez, no quería que le sucediera lo mismo.
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Empezó a leer el libro nuevamente después de varios años, con la incertidumbre de revivir esos recuerdos de su niñez, de cuando lo había leído por primera vez. Terminó de leerlo en un día y se dio cuenta de que no quería interpretar al personaje que le habían asignado para hacer el casting: era Digna Pardo, la cocinera de la familia Urbino Daza. A Indhira le interesaba, en cambio interpretar a Bárbara Lynch: Una mulata alta, elegante, de huesos grandes, con la piel del mismo color y la misma naturaleza tierna de la melaza, vestida aquella mañana con un traje rojo de lunares blancos y un sombrero del mismo género con unas alas muy amplias que le daban sombra hasta los párpados. Parecía de un sexo más definido que el del resto de los humanos. Ello según las propias palabras de García Márquez en la novela original.
El día del casting, Indhira se fue sin maquillaje y con el cabello recogido. Las instrucciones que había recibido era que debía ir muy neutra. Se quería que la selección de los personajes fuera algo muy limpio. Indhira llegó al lugar donde la habían citado y al abrir la puerta se encontró con la directora del casting, quien al verla se sorprendió y le dijo inmediatamente – Tú eres Bárbara Lynch –. Luego de conversar unos minutos con la directora, le dio la razón e iba a interpretar al personaje que quería.
Indhira es de constitución delgada. Tiene 46 años. Sus ojos son oscuros, tiene pelo afro de color negro, cejas no tan pobladas, una dulce sonrisa y acento costeño. La caracteriza su dedicación, disciplina, determinación y sensibilidad social.
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Desde muy pequeña, con la idea de que el mundo transcurre de manera predeterminada, se resignó a recibir tratos discriminatorios por su raza. No se cuestionaba entonces si aquella práctica social era correcta o no. “A mí me enseñaron que era fea; me enseñaron que no tenía derecho a aspirar a ciertas cosas por ser negra. Para mí eso era normal. Yo crecí rodeada de racismo, pero no lo sabía”, dijo Serrano.
El actor Juan Sebastián Aragón, uno de los mejores amigos de Indhira, la considera como una mujer fantástica, luchadora, perseverante, con una calma y sabiduría impresionante. Justamente, su perseverancia la ha llevado a participar en series televisivas como Azúcar, Celia Cruz, El Clon, Flor Salvaje, Amor Sincero y Tres Milagros. Además, conquistó la pantalla grande en películas como Piel y Paraíso Travel.
Hoy interpreta uno de sus papeles más importantes como miembro fundadora de la corporación OMENKA y es creadora de la conferencia Reconstruyendo Imaginarios, un espacio que tiene como objetivo cambiar patrones negativos a través de la persona misma, la autopercepción y los imaginarios que se tienen con respecto al otro.
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Esos imaginarios rigen en la sociedad pero de cierta forma desaparecen cuando interpreta a un personaje. El rodaje de la película estuvo lleno de magia para ella. “Hice una de las mejores escenas de mi vida y no me acuerdo de cómo la hice. El director bajó de su silla y dijo que quería hacer otra toma. Quería hacer un primer plano, algo que solo tienen los protagonistas o personajes importantes en la historia”, contó Serrano.
A la actriz le gustaban muchas cosas de García Márquez. El libro El amor en los tiempos del cólera era una de ellas. Para muchas personas habría sido un placer conocer al Premio Nobel, pero Indhira es la excepción: "No sé si hubiera querido conocerlo, no me siento identificada con el mundo costeño del que habla García Márquez: todo está tejido a todas sus experiencias, que no se parecen a las mías. Es un mundo que para mí es ajeno. Ese mundo de los grandes solares y las grandes casas con mecedoras y sirvientas no se parece a mi vida.
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Indhira consideró no poder llegar a Europa y convertirse en una súper modelo como uno de sus mayores fracasos, así como el hecho de no convertirse en una actriz que pudiera llegar a Hollywood. Sus momentos más difíciles la han impulsado a seguir adelante y el tiempo ha hecho la tarea de explicarle por qué las cosas sucedieron así. Hoy en día tiene sueños completamente diferentes: sus fracasos dejaron de ser derrotas. “Las cosas que no sucedieron como debían suceder es porque me estaban llevando a cumplir mi misión de vida. Esos fracasos se convirtieron en motivación para llevarme a lugares mucho mejores en los que estoy hoy en día”, concluyó.