“Estoy convencida de que a través del baile y el teatro se le puede arrebatar la vida de muchos chicos y chicas a la violencia que vive el Pacífico colombiano”, afirma Katherine Gil, líder del colectivo Jóvenes Creadores de Chocó, una organización cultural que nació en 2008 a partir de un proceso de formación artística liderado por el Ministerio de Cultura y la Universidad del Valle, el cual sentó las bases para una verdadera revolución pacifista a partir de la fusión del teatro con la danza urbana, tradicional y afrocontemporánea.
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Una organización de jóvenes para jóvenes que se creó con el objetivo de reivindicar los derechos de sus comunidades, transformar las narrativas con las cuales se cuenta el Pacífico de manera permanente, desarrollar procesos pedagógicos para la gente y convertirse en embajadores de su cultura. Sus creaciones enaltecen la cultura afro y ponen temas como el racismo y la discriminación sobre la mesa. Un ejemplo de ello es Amangualados, una obra inspirada en la vida de Manuel Saturio Valencia, poeta, pedagogo y dirigente popular chocoano, último hombre oficialmente sentenciado a la pena de muerte en Colombia. Fue llevada a escena con la dirección y dramaturgia del caleño Eugenio Gómez.
Episodios como el asesinato de George Floyd, en Mineápolis, originaron múltiples gestos de protesta en el mundo entero. Estas manifestaciones no son ajenas a la realidad de Chocó y sus habitantes. “En 2010, cuando estrenamos Amangualados, visitamos varias ciudades del país, pero en Popayán, la ciudad blanca, nos enfrentamos a la discriminación y el racismo, recibimos insultos por las calles de la ciudad y a la función solo llegaron 10 personas. Éramos jóvenes y negros, por eso decidimos luchar contra esas estigmatizaciones y trabajar para empoderar a nuestra gente a través del arte. Entendemos el compromiso que tenemos contando las historias de nuestro territorio, por eso nos exigimos”, asegura Gil.
Los asesinatos frecuentes de niñas, niños, adolescentes y jóvenes chocoanos es una realidad que no se puede ocultar. No es posible ignorar las historias de jóvenes talentosos que se convierten en víctimas o victimaros del conflicto armado, que son asesinados o reclutados por grupos al margen de la ley. Conscientes de estas y otras problemáticas instalaron Crearte, una escuela de formación artística que, superando las adversidades, llegó hasta varias comunidades. Ocho años después, además de los procesos pedagógicos en danza y teatro, también brindan herramientas para construir un proyecto de vida que parta de la pregunta. ¿Qué lugar ocupamos en el mundo? Se tienen en cuenta la orientación en liderazgo, los derechos sexuales y reproductivos, la construcción de paz y el emprendimiento.
La sede tenía agujeros en el techo. Los integrantes de Jóvenes Creadores de Chocó tienen el sueño de convertirla en un gran centro cultural, pero la solvencia económica sigue siendo un reto, sobre todo durante la pandemia, que ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de un departamento rico en recursos naturales y artísticos, pero con grandes necesidades sociales y económicas.
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Con sus bailes, la compañía Jóvenes Creadores de Chocó nos expone sus preocupaciones sobre el mundo que los rodea: la guerra, la falta de oportunidades, la seguridad alimentaria amenazada por el mercurio que invade los ríos, el racismo, el desplazamiento forzoso, el clasismo y el sexismo.
Varias de sus creaciones ya han girado por Colombia y el mundo, pero la pandemia también abrió la posibilidad de compartir su trabajo a través de canales digitales. Es así como del 20 al 26 de julio, su más reciente creación, Revolución PazCífica- Bailes de resistencia, será parte del Ciclo Negr@ Soy, organizado por L’explose Danza, un espacio online que busca rendir un homenaje a la riqueza de la cultura afro.