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“¿Te molesta que fume?”, pregunta Juliette Binoche (Paría, 1964), a punto de sacar de su mini bolso unos cigarrillos largos y delgados. ¡No, adelante!, escucha como respuesta, y de este lado se inicia una tregua al tabaco.
El objetivo es que la actriz francesa se sienta a gusto, cómoda, mientras cuenta de dos filmes que protagoniza y que forman parte de la selección oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
En High Life, de la francesa Claire Denis, Juliette Binoche es parte de un grupo de presidiarios, entre los que se encuentran Robert Pattinson, que son enviados al espacio como Conejillos de Indias. En la estrechez de una nave espacial parecida a una cárcel, encarna a una científica criminal obsesionada con la inseminación artificial.
Mientras que para realizar Vision, de Naomi Kawase, Binoche se internó en un bosque en Japón. “Fue un viaje en todos los sentidos”, termina la frase con una risilla refiriéndose a su experiencia con la realizadora japonesa, quién citó a Juliette para encarnar a una escritora en medio de las montañas en la región de Nara, primero en pleno verano con altísimas temperaturas, y luego hacia noviembre cuando el frío empezaba a volverse inclemente.
Esta no es la primera vez que rueda en una cultura distinta, ni en condiciones extremas, pero ¿cuáles fueron las diferencias que notó de inmediato en el trabajo?
Me llamó mucho la atención cómo el equipo técnico se movía alrededor de Naomi (Kawase), lo hacían con mucho silencio y con rapidez. Como hubo mucho trabajo de improvisación, no había nadie que gritara “¡silencio! ¡rodando! ¡acción!” (pone un todo de voz rudo), ¡nada de esa tontería! (se ríe). Entonces se produjo como una conexión entre la vida y el rodaje en sí. Para un actor esa forma de trabajo es mucho más agradable.
Después de esa experiencia tan espiritual, ¿se le hizo difícil volver a su “vida normal”?
Pues tuve otros rodajes y una gira de teatro en Francia, de manera que eso de volver a mi vida fue más bien meterme en más trabajo (se ríe) Tengo una vida bastante frenética, la verdad. De hecho, cuando terminé Vision, y me encontraba en medio de los ensayos de Non-Ficcion, de Olivier Assayas, hacía conexiones por Skype con Claire Denis a modo de preparación para High Life. Ya ves, es una vida de locos…
¿Puede disfrutar de cada uno de esos momentos?
Por eso lo hago, de lo contrario no lo haría. Hice tres películas seguidas, y si bien en papel parecían bastante sencillas de realizar, resultaron rodajes muy intensos.
Dos de esas películas son de directoras. ¿Siente las diferencias a la hora de trabajar con realizadoras?
Cuando estoy en un rodaje no me fijo en el género, de si es mujer u hombre, tampoco de si estoy en otro país. Se trata de estar con ese ser humano que escucha, que habla, que tiene alma… Para mí es más importante constatar cómo trabajamos juntos, de si tengo o no la capacidad para hacer esto o aquello en relación a mi rol, o de si nos entendemos. En el caso de Naomi, ella ha creado una manera de rodar que se verdad le pertenece, por eso es fácil entrar en él, y me encanta porque está lleno de respeto.
¿Qué la llevó a rodar con Claire Denis dos películas prácticamente de seguido y tan diferentes entre sí como lo son Un sol interior y High Life?
Por su inteligencia y su sensibilidad. Me encanta verla dirigiendo porque puedes palpar su creatividad, y eso hace que mi creatividad propia se active. Además me gusta mucho el respeto que muestra hacia el ser humano, y hay algo invisible que tiene que ver con su alma que me conecta a ella.
Como Claire Denis, que tiene una filmografía muy variada, también tiende a negarse a hacer el mismo tipo de rol, a repetirse…
Es cierto. Poseo ese sentimiento muy fuerte. Si me repitiese todo el tiempo, estaría muerta (se ríe) Y es que a mí los hábitos tampoco me gustan; si bien es cierto que los necesito y de alguna manera los disfruto para tener cierta estructura en la vida diaria, en términos de la creación artística lo que necesito es algo que me llene, quiero sentirme viva y tener la sensación de que estoy logrando algo nuevo. Al fin y al cabo la creación es arriesgarte ante algo que nunca antes habías hecho, como también es seguir en la búsqueda de caminos que te lleven a la cima de ti misma, sin importar dónde está ni cómo, porque lo importante es seguir en esa búsqueda.