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Buscando construir nuevos espacios de diálogo, la décimo primera Feria del Libro de Manizales organizó su programación de forma virtual, trasladando conversatorios y lanzamientos de libros hacia el encuentro masivo de la pantalla.
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Aunque posiblemente el formato virtual promueva un mayor acceso de espectadores a las actividades de la Feria, los encuentros y las discusiones que abordan lo humano –como, diríamos, lo poético, lo artístico, lo sensible-, devienen en extrañas cuando se dan a través de esas presencias que imponen las pantallas y que resultan siendo, de algún modo, vacías.
Shir o shiir en árabe, que traduce poesía, significa sentir o percibir. ¿Cómo el confinamiento ha transformado la percepción que tenemos hasta de los pájaros que ya no sólo cantan en la mañana sino también al final de la tarde antes de dormir? ¿Cómo los vínculos humanos se han visto afectados por la añoranza y la esperanza del reencuentro más que por la presencia acostumbrada?
Hace pocas semanas entrevisté a una escritora que decía que aunque extrañaba el rito del café o la copa de vino con los amigos, el confinamiento le había permitido tener más tiempo para leer. Y tal vez esa sea una de las ventajas del encierro: descubrir que la libertad está realmente en la imaginación y no en otro lado. Pero, ¿de qué sirve leer sin dialogar -ergo, vivir- ni discutir lo leído en una mesa con amigos?
Previo a la inauguración de la Feria del Libro de Manizales, la escritora argentina Bibiana Ricciardi, autora de novelas como Una mujer corre, Algunas cosas que estuvieron pasando desde que te fuiste y La lista, expresó acerca de los procesos de escritura en medio de la pandemia y de la multiplicidad de plataformas virtuales literarias y periodísticas que “esta oportunidad que nos da la pantalla de poder seguir pensando en torno a la escritura, en torno a las letras, en torno a las palabras, a pesar de que no nos podamos ver de cerca, a pesar de que los cuerpos no puedan estar más comprometidos, es importante, como un gesto de resistencia, el poder seguir pensando a pesar de que no podemos movernos y encontrarnos como en otras épocas. Son tiempos difíciles, rarísimos. Nos toca vivir un momento bisagra de la humanidad. Yo creo que la vida no va a volver a ser nunca la que fue; pero probablemente siga siendo algo muy interesante, que valga la pena de ser escrito. Creo que las palabras que ahora comencemos a escribir van a ser distintas, van a venir desde otro lugar”.
Argentina, Brasil, Ecuador, España, México, Portugal y Venezuela, además de Colombia y algunos países de Europa, son los países que tienen representación en esta edición de la Feria, la cual es un proyecto fomentado por la Universidad de Caldas.
Entre las discusiones que se organizaron, entraron las preguntas de cómo se narrará la vida en los años venideros. Así mismo, la pregunta tan latente de si el periodismo sufrirá transformaciones en adelante y cuáles serían, con Elda Cantú, periodista del New York Times en español. También, se incluyeron mesas de discusión literaria, como la centrada en Clarice Lispector, quien alguna vez escribiría: “la vida es igual en todas partes, lo que se necesita es gente que sea gente”.
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El escritor Carlos Chernov estará hablando el 1 de agosto de distopías y pandemia, sobre lo que apuntó previamente que “ocurre que esta pandemia es bastante rara. La vida está alcance de la mano pero no se la puede tocar. Es una enfermedad extraña, muy contagiosa, pero no es tan mortífera. Cuando ocurrió lo de la gripe española se murieron entre 50 y 100 millones de personas, que era entre el 1 y el 2% de la población del mundo; o sea, como si hoy dijéramos que se mueren 75 a 150 millones de personas, cuando en realidad la pandemia no llegó al millón; sin embargo, es peligrosa, pero deja esta sensación de irrealidad, de enfermedad abstracta, que nos tienta a romper la cuarentena porque las guerras, las catástrofes naturales, etcétera, son todas más visibles. Ahora las cosas están enteras, estás conservadas: los amores, las familias, las fábricas, los comercios; todo está entero pero no se le puede tocar. También, se supone que las distopías son lugares ubicados en un futuro y lugares indeseables; hay una cuestión moral puesta en la escritura de una distopía”.
Además de los conversatorios y las presentaciones de libros, la Feria incluye una muestra editorial centrada en proyectos de universidades, también en algunos autores y editoriales independientes del Eje Cafetero.
Hasta el 2 de agosto se estará celebrando esta edición de la Feria de Manizales, completando así seis días seguidos de programación. Los eventos son y han sido transmitidos por las cuentas de Facebook feriadellibrodemanizales y CCURogelioSalmona.
Una mesa en homenaje a Rubem Fonseca, quien falleció el pasado mes de abril, estará a cargo del dramaturgo y guionista brasileño Aimar Labaki, este 31 de julio a las 5 p.m. Luego seguirá la conversación entre la editora con experiencia en el mundo del audiolibro Atu Núñez y la periodista Ana María Mesa, sobre la literatura que se oye, buscando repensar la literatura en estos tiempos de confinamiento y del aparente reinado de lo digital: aunque, siguiendo a Lispector, en estas épocas lo que habría que implorar que reinara es que la gente sea gente.
La programación de este 31 de julio comienza a las 10 de la mañana y puede ser consultada en el sitio web de la Universidad de Caldas.