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La humanidad y el arte en crisis: ¿qué sigue para nosotros? (II)

Este artículo es la segunda parte de una investigación sobre cómo se ha comportado el sector cultural en este año de pandemia, considerando cómo y con qué recursos se han consolidado los proyectos artísticos, teniendo en cuenta, además, las iniciativas emergentes y la proyección del sector en medio de tiempos de incertidumbre, en los que la solidaridad y la resistencia de los gestores han contribuido a la sobrevivencia del sector.

13 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
Cuando empezó el confinamiento, la Galería Nueveochenta reconfiguró su página web para no pausar sus actividades.
Cuando empezó el confinamiento, la Galería Nueveochenta reconfiguró su página web para no pausar sus actividades.
Foto: Galería Nueveochenta

Entre 2018 y 2020, según cifras oficiales, los recursos nacionales destinados para la inversión del Ministerio de Cultura han oscilado entre $117 y $145.000 millones. En el marco de la emergencia del COVID-19, a través de los decretos 475 y 561, el Gobierno nacional destinó $120.000 y $30.000 millones, respectivamente, en formas de apoyo al sector cultural. Para 2021, y dado este contexto, el presupuesto de inversión del ministerio se amplió a $262.000 millones. Sin embargo, voces del sector argumentan escasez de recursos y el posible cierre de sus apuestas artísticas, frente a lo cual la defensa del trabajo cultural y la solidaridad entre los gestores se han hecho notar.

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El Museo Nacional de la Fotografía de Colombia está por cerrar. Cargando con una deuda de $140 millones y con la reducción de las ayudas distritales desde 2018, que pasaron de $160 a $30 millones, el Fotomuseo está en números rojos. “Trabajando con las uñas”, expresión que utiliza Gilma Suárez, su directora, para explicar la situación por la que atraviesa este proyecto cultural, el Fotomuseo impulsó la Fotomaratón 2020, bajo el lema Bogotá: territorio de todos. Como una exploración de los espacios íntimos de los hogares, y con alcance mundial, el evento se llevó a cabo bajo la premisa de continuar con la construcción de una memoria visual sobre la riqueza que existe en la capital del país, trabajo que viene realizando el museo desde hace dos décadas. Asimismo, y sabiendo que sus planes de este año dependen de recibir ayuda del Distrito, aunque este ya rechazó la solicitud de Apoyos Concertados, pues, según dice Suárez, refiriéndose a la respuesta oficial que recibieron, “nuestros indicadores financieros están muy bajos”, con la Bienal Fotográfica 2021 se planea generar un espacio de reflexión alrededor del activismo en Colombia, explorando temas como el medio ambiente, los derechos humanos, el género y las libertades individuales, entre otros. Esto, con la intención de confrontar a los colombianos con la realidad en la que vive el país, apostando por la construcción de paz.

Un plan de salvamento, eso es lo que el Fotomuseo le propuso al distrito a través de una carta firmada por varios actores del sector, como Beatriz González, Patricia Ariza, Patricia Lara, William Ospina, Piedad Bonnett, Fernando Cano Busquets, Juan Manuel Roca, entre otros (que aún no tiene respuesta), ofreciendo exposiciones itinerantes, pues el museo cuenta con 1.127 obras de grandes maestros de la fotografía del mundo, como León Darío Peláez, Henry Agudelo, Roger Ballen y Michael Kenna, así como talleres curatoriales y documentales de la vida y obra de fotógrafos reconocidos. Su propuesta es ofrecer al distrito estos materiales, con la idea de que la ciudadanía pueda disfrutar de este patrimonio visual, a cambio de espacios para poder mostrar los trabajos que cobija el Fotomuseo. “Esto es una inversión a largo plazo para el país”, concluye Suárez.

Las convocatorias en el sector de las artes plásticas también suscitan varios interrogantes. El director de la Galería Nueveochenta, Carlos Hurtado, comenta que lo que más afectó a la Galería en la pandemia fue perder el contacto con la audiencia. Esto los afectó en dos sentidos. Primero, porque la pandemia obligó el cierre temporal de la Galería. Y segundo, porque las ferias de arte internacionales fueron canceladas: el 60 % de los ingresos de la Galería Nueveochenta proviene de las ventas que logra en dichas ferias.

Cuando empezó el confinamiento, en marzo del año pasado, la Galería reconfiguró su página web; las ferias también pasaron al formato view rooms. Sin embargo, todo esto ayudó a la Galería a triplicar su audiencia, mas no a generar ventas.

Con la crisis de 2020, el sector de las artes plásticas se unió en torno a la ausencia de convocatorias. Hurtado comenta que aplicaron a las convocatorias que podían, “que son básicamente las del Idartes. Se volvió muy evidente que nuestros organismos de orden nacional, como el Ministerio de Cultura, no registran nuestro sector, no hay convocatorias para las galerías. Entonces, a nivel nacional, con las convocatorias que desarrolló el ministerio para muchos entes del sector, nosotros no aplicábamos porque éramos absolutamente invisibles. La pandemia nos permitió agruparnos y acercarnos al ministerio”.

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Y frente a la coyuntura del COVID-19, reflexiona que “todo esto fue una parada que deja cosas interesantes: por un lado, la visibilidad de un sector; por otro lado, es una parada que nos ha servido, en Nueveochenta, para repensar muchos procesos, para reestructurar muchas de nuestras relaciones para nuestros artistas y clientes y coleccionistas. Y nos deja sobre todo el clarísimo entendimiento de que sin cultura no podemos vivir y que experimentarlo y entenderlo con convicción es muy importante para definir los procesos hacia adelante”.

Botero Delgado Dúo se une a esa última premisa. Juanita Delgado, integrante de la agrupación, afirma que el 2020 fue un año de “apocalipsis”, pero también de explorar nuevas formas de estar y de hacer. Asimismo, Santiago Botero, su compañero, cuenta que en un momento de crisis y de dolor, como la pandemia, se tenían que saciar frustraciones y aprendizajes, y el arte fue el medio para ello. Tejiendo lazos interdisciplinarios, a través de Anatomía de lo intangible, un proyecto llevado a cabo con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, la agrupación admitió que corrieron con suerte, pues “no se les cayó” el proyecto más grande que tenían. A partir de ahí, se dio una inercia de iniciativas y creatividad: por ejemplo, a fin de año, el dúo grabó Interferencias, su primer CD. Como un proyecto que se debían, pues la música improvisada es un género con el que se deja registro del ahora y con el que, desde la rebeldía, se permite la inmediatez, este disco lo llevaron a cabo con recursos propios. Tuvieron que invertir en gastos operativos, como en la calidad de sonido, pero la producción de este tipo de música, por su misma naturaleza, no implica mayores costos, según cuentan los artistas.

La realidad de la banda Saturna nos muestra otra cara del sector musical. En medio de la coyuntura por la pandemia, el bajista y el mánager de la banda tuvieron que renunciar. Los conciertos fueron aplazados; además, aunque ya tenían el dinero para grabar su primer álbum, terminaron usándolo para gastos personales. “Nosotros somos una banda que se financia con los toques y los conciertos. Si no hay toques, no hay plata y si no hay plata, no hay música”, comenta Mariana Ordóñez, vocalista de la banda.

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No obstante, el primer videoclip de la banda fue grabado y lanzado el año pasado, porque lo hicieron entre los integrantes de la banda. Para la canción Insomnia cada uno se grabó en su casa con su instrumento y luego editaron todas las partes.

A la fecha, Saturna no se ha podido presentar en convocatorias porque no han encontrado un bajista. La banda se ha estado autofinanciando con un fondo que habían creado; sin embargo, la incertidumbre del sector sigue siendo una gran preocupación.

El no buscar apoyos estatales también es un rasgo que destaca la investigación académica “La escena punk de Chapi en tiempos de covid”, realizada por los semilleros de investigación Música y Resistencia y Desarrollo Empresarial Javeriano, con apoyo de la Red de Estudios Punk Latinoamericanos. Siendo una expresión contracultural, es decir, desde donde se cuestiona el sistema social en el que vivimos, de ahí que en el circuito punk se discuta sobre nuevos hábitos de consumo y de relaciones, reflexionando sobre medio ambiente y feminismo, por ejemplo, algunos gestores no mostraron interés por las convocatorias, debido a cuestiones ideológicas. Los que sí lo hicieron o se informaron sobre ellas no obtuvieron beneficios y no conocieron razones específicas de por qué no pudieron acceder a ellas. “En cambio, los apoyos colectivos son prevalentes, tanto en lo relativo a campañas de crowdfunding, como recibiendo donaciones de clientes y públicos, así como participando en actividades de apoyo colectivo”, según se lee en el artículo académico.

La solidaridad entre los artistas es un rasgo que han destacado varios de los gestores entrevistados, es una de las razones por las cuales la cultura ha seguido resistiendo en tiempos de pandemia. Frente a la ausencia de recursos económicos, los recursos humanos han sido constantes. El sector de las galerías y las artes plásticas se unió para hacerse visible ante el Ministerio de Cultura; Botero Delgado Dúo afirma que la grabación de su disco se logró gracias a la solidaridad de quienes los apoyaron; la escena punk de Chapinero ha construido tejidos sociales desde los cuales se apoyan entre sí; y el Fotomuseo, a partir de la Fotodonatón, con la que buscan reunir recursos, sabiendo que no serán suficientes sin la ayuda estatal, hace un llamado para que los fotógrafos donen algunas de sus fotografías para venderlas y recibir algo de liquidez. Esto demuestra la conformación de redes de colaboración, la solidaridad en el quehacer cultural.

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