Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
"La comprensión (understanding), diferenciada de la información correcta y del conocimiento científico, es un proceso complicado que nunca produce resultados inequívocos. Es una actividad sin final, en constante cambio y variación, por medio de la cual aceptamos la realidad y nos reconciliamos con ella, esto es, intentamos sentirnos a gusto en el mundo", afirmaba Arendt en Comprensión y política.
Arendt no busca hacer de la comprensión una herramienta para generar perspectivas y verdades exactas (intención que la ciencia sí busca), por el contrario, lo que la filósofa alemana busca es hacer de la comprensión un medio que nos permita interpretar la realidad y, aunque esta sea incómoda u opaca, será menester en el ser humano buscar esa reconciliación que se menciona como el primer paso para erigir los giros de la historia. En otras palabras, la comprensión es necesaria para generar y hacer consciencia sobre la cotidianidad y sobre la historia que se cierne sobre nosotros y que, de alguna manera, ha determinado el acontecer de lo que se vive en la actualidad de la sociedad a la cual pertenecemos como individuos.
Para generar la actividad del comprender es necesario tener un conocimiento previo: “Aunque el conocimiento y la comprensión no son lo mismo, están relacionados. La comprensión se basa en el conocimiento, y éste no puede proceder sin una comprensión preliminar y todavía no articulada”, decía la alemana. De ese modo, comprender no significa que conocemos los supuestos absolutos que se construyen en el mundo fáctico, pues como se decía anteriormente, no se trata de un conocimiento exacto; sino que por el contrario se pretende mantener viva la intención de analizar el tiempo y el lugar al cual pertenecemos y el cual configuramos desde nuestras acciones y pensamientos, ello ocasiona que el ejercicio del comprender se convierta en una retroalimentación cíclica y constante, que muta conforme las circunstancias y según las transformaciones que estas mismas ocasionan individual y colectivamente.
¿Pero por qué el conocimiento se hace necesario para la comprensión? ¿Qué pasa si buscamos comprender sin conocer previamente lo que queremos entender? Según Arendt, en el proceso en el que buscamos comprender y encontrar algún tipo de revelación resulta necesario mantener plena consciencia del ejercicio que realizamos y siempre preservar el conocimiento para evitar caer en especulaciones que puedan perturbar o desviar nuestro proceso de descubrimiento y comprensión del mundo. Así, se entiende que la relevancia de la relación entre lo que conocemos y comprendemos se basa en evadir ese riesgo y esa irresponsabilidad de emitir juicios que no pertenezcan a la realidad y que por ende se conviertan en meras opiniones y especulaciones que confundan nuestra comprensión y la comprensión de los demás entorno a nuestro tiempo y al efecto o consecuencia de nuestros actos.
En el caso de la comprensión sobre la política, Arendt afirma lo siguiente: “La comprensión de los asuntos políticos e históricos, en cuanto que éstos son tan profunda y fundamentalmente humanos, tiene algo en común con la comprensión de las personas: sólo conocemos quién es esencialmente alguien tras su muerte”. Pero las armas y el combate pertenecen a la esfera de la violencia, y ésta, que es distinta del poder, es muda; la violencia empieza allí donde el discurso acaba. Las palabras usadas con el propósito de combatir pierden su cualidad de discurso: se transforman en clichés. La difusión con la que los clichés se han introducido clandestinamente en nuestro lenguaje y discusiones cotidianas nos puede indicar no sólo hasta qué punto nos hemos privado de la facultad del discurso, sino además hasta qué punto estamos dispuestos a usar medios violentos más efectivos que los malos libros con los que resolver nuestras disputas.
La comprensión de Arendt, de nuevo, nos ayuda a analizar la historia en tanto que aclara la importancia de conocer previamente lo que queremos estudiar o analizar y, también, nos hace conscientes de la necesidad que hay tras la comprensión como una acción de responsabilidad política y social con lo real, con aquello que nos permea y nos determina como individuos dentro de una sociedad: "Comprender quiere decir, más bien, investigar y soportar de manera consciente la carga que nuestro siglo ha puesto sobre nuestros hombros; y hacerlo de una forma que no sea ni negar su existencia ni derrumbarse bajo su peso. Dicho brevemente: mirar la realidad cara a cara y hacerle frente de forma desprejuiciada y atenta, sea cual sea su apariencia".
En la comprensión está implícito el objetivo de la reconciliación, es decir, que son acciones paralelas. Dicho de otra manera, en el instante mismo en que yo como sujeto analizo y comprendo mi objeto de estudio, logro establecer una postura que me acerca hacia aquello que quiero comprender, de manera que se hace indispensable que yo como sujeto pueda eliminar los prejuicios y las diferencias y así poder conciliar e iniciar mi acción de comprender sin elementos que determinen mi análisis y mi vivencia con el objeto de estudio.
Lograr la comprensión y ser comprendido no solo refiere al tiempo presente, al tiempo actual. Lograr ambas partes se da también en el momento en que tenemos contacto con el pasado y establecemos una especie de vínculo con las memorias y las historias de aquellas personas que habitaron este mismo escenario. Es por ello que la comprensión es asociada a la manera en que interpretamos y narramos el tiempo, específicamente en la manera en que Arendt ofrece un método de estudio de la historia, pues al relatar los hechos cumbres o relevantes de una época es posible entender las razones por las cuales sucedieron las cosas. En otras palabras, al narrar la historia desde los puntos álgidos y no desde una cronología y causalidad, es más factible determinar los factores y los detalles que hacen de una época una experiencia particular.