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Llama de amor viva: la poesía de Fernando Charry Lara

Recuperamos las palabras de presentación de Llama de amor viva, libro en el que el escritor hizo una recopilación de su producción poética.

José Luis Díaz-Granados
21 de octubre de 2020 - 05:45 p. m.
Fernando Charry Lara es autor de "Nocturnos y otros sueños", "Los adioses", "Pensamientos del amante" y "Llama de amor viva".
Fernando Charry Lara es autor de "Nocturnos y otros sueños", "Los adioses", "Pensamientos del amante" y "Llama de amor viva".

La poesía de Fernando Charry Lara se nutre de recuerdos, pero también de visiones inmediatas. Su idioma comunica rumores como sombras que se fugan, como sollozos de alas al anochecer.

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En la primera etapa de su trayectoria acusa leve influencia del penúltimo José Asunción Silva, el del ciclo de los tres Nocturnos. Sus poemas se pueblan de brumas, de cabelleras oscuras, de estrellas, de noches y de lúgubres vientos. No debe ser de ninguna manera gratuito ni casual el que su primer libro se titule Nocturnos y otros sueños. Quizás el primer Aurelio Arturo también visitó sus territorios poéticos. Si la primera luz del día inaugura el ciclo del volumen, los cierra la noche como el final de la vida misma en la presencia del cuerpo exánime del hermano querido.

Entre uno y otro poema, veinte textos recorren la obra primigenia de Fernando Charry Lara. En cada uno de ellos, el lector se invade de una serena y recóndita emoción, de una melodía subterránea, de un ritmo persistente que atesora dolores y nostalgias.

A través del poderoso milagro de la palabra poética recobramos la luz, el resplandor de algún olvido, el fuego de una lejana caricia, el fulgor de un paisaje extraviado.

Tendido de fatiga aquí en el lecho,

De los países extraños amaste

La belleza remota del otoño

Y el obstinado anochecer en el invierno.

La ternura húmeda del paisaje,

Tus pasos mudos en la ciudad descubierta,

Tus pasos solitarios, el encuentro

De la adorable palidez corno fantasma.

(De Tendido en el lecho).

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El mismo Charry Lara ha confesado que “a medida que se intensificaba el amor a la poesía pude constatar simultáneamente la aversión que no ha dejado de pervivir hacia lo que en ella puede tomarse por literatura. Esta me pareció más producto de la habilidad o en el mejor de los casos, de la cultura. La poesía, en cambio, se me figura una operación mágica”.

Y debió ser precisamente por la afirmación anterior la persistencia de este maravilloso creador por sostener un permanente reto a la natural verbosidad del medio cultural colombiano, especialmente en una época en la que todavía resonaban los ecos de la exuberante pedrería del Modernismo.

Cerca de quince años transcurrieron entre Nocturnos y otros sueños y su segundo libro Los adioses, publicado este último por la Dirección de Extensión Cultural bajo la regencia de Aurelio Arturo.

El libro reúne tan solo once poemas, pero resumen una vivencia total, transmutación fosforescente de sueños y realidades de milagros y fantasmas, de la campiña y de la ciudad, que irradian una sorprendente carga expresiva, testimonio triunfal de plenitud creadora.

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Allí Charry Lara repasa en su vida la vida, en la alegoría de la poesía o de la noche, adivinando el vacío de los fantasmas en forma de desesperación de desencadenados caballos nocturnos.

Sin embargo tu desnuda sombra es dulce,

fantasma, como yo, ¡de polvo y nostalgia!

y si aparte de esta avidez en llamas

fueras leve criatura al lado,

junto a ti el aire a tu paso como ángeles serían blancas,

blandas espadas,

un diluvio, a lo lejos, un caer de invisibles,

inmóviles relámpagos.

(De Fantasma).

En esta segunda obra de Fernando Charry Lara, la palabra lírica se torna directa, desnuda, ásperamente dulce y se despoja de secretos ropajes y va directamente al objeto de su homenaje: Jorge Gaitán Durán, su contemporáneo y amigo, regresa a la existencia sin olvidar la muerte al lado; el exilio es morir secretamente a solas; la violencia es ocasión de voraces negras aves; la ciudad es la desolación de la columna esbelta contra el tiempo en medio de rieles por donde coches pesados de sueños viajan hacia las estaciones del infierno. Y, en fin, la poesía, altar de ceremonias silenciosas y de veneraciones permanentes, es la secreta amante que bulle o lo devora o lo enajena o lo redime.

Tú, sola, lunar y solar astro fugitivo,

contemplas perder al hombre su batalla

mas tú sola, secreta amante,

puedes compensarle su derrota con tu delirio.

Míralo por la tierra vagar a través de su tiniebla:

crúzalo con la espada de tu relámpago,

condúcelo a tu estación nocturna,

enajénalo con tu amor y tu desdén.

Y luego, en tu desnudez eterna,

abandóname tu cuerpo

y haz que sienta tibio tu labio cerca de mi beso,

para que otra vez, despierto entre los hombres,

te recuerde…

(De A la poesía).

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Con razón afirma el escritor y pensador colombiano Rafael Gutiérrez Girardot que la obra poética de Fernando Charry Lara es “un asedio poético a la poesía, un esfuerzo constante y radical de arrancar a la poesía el velo con que se encubre. Es poesía en, sobre y contra la poesía, es decir, desesperado de amor por ella”.

Y casi veinte años después de Los adioses, da a la luz Charry Lara un tercer libro que titula Pensamientos del amante, compuesto por diez poemas en los que encuentra su máxima expresión en la palabra reflexiva, inusitadamente reveladora, que es misión primordial de la poesía.

Su ritmo llega al clímax de la emoción depurada, prescinde de toda puntuación visual y reserva para quien lea el poema la armonía intimista del texto:

Encantamiento sucesión de labios

Cadena

Cuerpo sin fin

Ola perpetua en mar sonando triste

Beso en rostro desierto

Casi piel casi mujer

Collares

Labios labios entreabiertos

Y sin embargo siempre hostil

Siempre vestida de impalpable

Atardecer como la lejanía.

(De El solitario).

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Soledad, suburbios, lejanías, visiones brumosas que se pierden en el amanecer de la infancia, y una narración sorprendente: la presencia y la ausencia de un José Eustasio Rivera único, desconocido, nuevo, pero seguro de sí mismo y de sus creaciones:

Tiempo después en tierra lejana

Apenas recordar la mueca

Con que engreídas bocas de la tertulia periodística

Hablaron de su folletín o relación de viajes

Condenándole en nombre de incuestionables principios

Como en todo caso son los suyos

E importa poco a él entonces

En riquezas también porfiadamente iluso

Lo que cuando menos sinfín llegue a decirse

En su elogio o desdén.

(De Rivera vuelve a Bogotá).

A semejanza del gran Jorge Guillén, que reunió su Fe de vida en un volumen titulado Aire nuestro, el cual contiene: Cántico, Clamor y Homenaje, Charry Lara cristaliza su suma poética en Llama de amor viva, libro que recoge su labor de 40 años y que constituye una ejemplar dimensión de delicada y contenida emoción y de aproximación al más perfecto territorio de la palabra.

Ya lo había vaticinado en los albores de su primer libro el maestro Vicente Aleixandre: “Fernando Charry Lara es uno de esos nombres nuevos, nuevos para la general lengua que no se conformaría con un remedo de lo anterior, sino que adelanta un eslabón distinto para la sucesión libre y encadenada, que es la voz de los hombres, la voz de sus poetas en el transcurso de las edades, hasta la triste consumación del tiempo”.

Vamos a escuchar en su palabra viva la poesía de Fernando Charry Lara. Solo su generosidad infinita podía aceptar el que un aprendiz le precediera. Para mí es un reto y también un premio. Pero me disculpa ante él la devoción permanente por su obra y el viejo y profundo afecto hacia el maestro y el amigo.

(Palabras de presentación del libro Llama de amor viva, de Fernando Charry Lara, en la Casa de Poesía Silva, el 19 de mayo de 1987).

Por José Luis Díaz-Granados

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