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Meleagro y la primavera: un mismo idilio, dos traducciones

El único poema hexamétrico que conservamos de Meleagro se ha transmitido bajo el nombre de “Idilio de la Primavera”. Aquí encontrará dos versiones en español de este texto escrito por aquel poeta-editor, políglota y viajero.

David Noria*
12 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
Obra hecha por Jacques Jordaens e inspirada en “Idilio de la  Primavera”, poema escrito por Meleagro.
Obra hecha por Jacques Jordaens e inspirada en “Idilio de la Primavera”, poema escrito por Meleagro.
Foto: Museo del Prado

De veintidós años llegó Horacio a Atenas, en el 45 ante. Para entonces, el poeta Meleagro había muerto hacía dos décadas y su obra ya era ampliamente reconocida a lo largo del Mediterráneo. Entre los muchos autores griegos que Horacio y la juventud latina estudiaron en su lengua original no pudo haber faltado aquel poeta-editor, políglota y viajero, que se dio a la tarea de recopilar la producción poética de su tiempo en una antología conocida como Corona o Guirnalda, que alcanzó gran notoriedad en la antigüedad y fue definitiva, aunque menguada por el tiempo y depurada por Bizancio, para la transmisión del corpus de epigramas alejandrinos a la modernidad. Contra una lectura equívoca de Diógenes Laercio, que situaría a Meleagro dos siglos antes, los filólogos han determinado que este tuvo su madurez hacia el año 94 ante. De aquí se ha inferido que debió nacer entre 140 y 130, y morir alrededor del 70. La curiosa tradición que mueve a los poetas a escribir sus propios epitafios tiene en él a uno de sus precursores:

La isla de Tiro me crió, fue mi tierra ma

terna

el Ática de Asiria, Gádara, y nací de Éu

crates

yo, Meleagro, a quien dieron antaño las

Musas

el poder cultivar las Gracias menipeas.

Sirio soy. ¿Qué te asombra, extranjero, si

el mundo es la patria

en que todos vivimos, paridos por el

Caos?

(Antología Palatina I, epigramas helenísticos, traducción e introducción de Manuel Fernández-Galiano, Gredos, Madrid, 1978 (2008, segunda reimpresión), p. 401. MF-G dice “siro”, donde nosotros “sirio”).

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Mas, ¿cuál de las dos Gádaras del Asia Menor fuera su ciudad natal, la de la provincia de Perea, cerca del río Jordán, o la de Idumea? “Personne que je sache n’a discuté la question”, confiesa Henri Ouvré en su magno Méléagre de Gadara. Baste saber que era una ciudad griega en un medio sirio, cuyas lenguas y culturas poseyó el poeta. La fama lo alcanzó en sus días y no sería de extrañar que su obra, una verdadera primicia editorial entre los círculos cultos del momento, hubiera sido un texto consultado con avidez por los estudiantes, entre ellos los helenizados romanos de la generación de Augusto.

Poema “Idilio de la Primavera”

Un idilio, etimológicamente, equivale a estampa o viñeta. El único poema hexamétrico que conservamos de Meleagro se ha transmitido bajo el nombre de Idilio de la primavera. Con vocabulario jónico y formulación estudiadamente homérica, describe la llegada de la estación florida con varios motivos que se harán convencionales a partir de entonces en la poesía lírica. El final del poema bien podría ser considerado un descubrimiento estético.

En español este poema no escapó a la atención de José Luis Martínez, quien presentó su traducción a partir de la versión francesa de Robert Brasillach y Simone Weil, en el volumen que sobre Grecia realizara en la memorable serie El Mundo Antiguo, de la Secretaría de Educación Pública en México. Su versión recrea el poema antiguo con libertad, buen gusto y buen oído (“golondrina en alero y el alción en las olas”). Por mi parte, acometí una traducción directa. Dos versiones para la misma primavera, según fue vista en toda su frescura por Meleagro, el amable estudioso sirio-griego.

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Versión de David Noria

Distante el ventarrón de un invierno ya

ausente

púrpura sonrió la primavera que da flo

res.

La renegrida tierra se coronó del verde

de la grama y con nuevas hojas las plan

tas

se dejaron crecer el cabello.

Bebiendo el delicado rocío matinal

ríen los prados, abierta la rosa.

Se deleita en la flauta un pastor

y en los grises cabritos se goza el cabre

ro.

Ya navega por anchas olas el marino

con el soplo apaciguado del céfiro

que abulta insinuante las velas de lino.

Ya claman a Dioniso, dador del racimo,

los tres veces ataviados con las flores de

la hiedra.

Trabajos con arte forjados hay de la abe

ja:

miel deliciosa produce cada una en su

celda,

blancos ungüentos del panal perforado

de cera.

La familia de aves resuena por todo ca

mino:

golondrina en alero y el alción en las

olas,

cisne a la vera del río, ruiseñor sobre el

bosque.

Y, si la fronda de las plantas saluda y ha

prosperado la tierra,

si toca la flauta el pastor y la oveja lanu

da

está alegre,

si el navegante navega y si danza Dioni

so,

si el pájaro silba y la abeja procrea…

¿Cómo, poeta, no cantar a tu vez la pri

mavera?

Versión de José Luis Martínez

Despeja al fin el cielo el viento del invier

no

y tú llegas sonriendo primavera opulen

ta.

La tierra sombría se cubre de verde hier

ba,

brotes y nuevas hojas engalanan los ár

boles,

ríen los prados con el rocío de la aurora,

las rosas han abierto con el sol sus coro

las,

alegre es la tonada del pastor en su flau

ta,

frente a las cabras salta una cabra más

blanca,

navegan ya marinos sobre las amplias

olas

y con la brisa hínchanse como senos las

velas,

festejan a Diónisos con ramos de sus vi

ñas.

La abeja, surgida del toro, ya se ingenia

en la labor magnífica de su panal activo

y funde la hermosa frescura de la cera,

y los pájaros lanzan sus cantos y sus gri

tos,

golondrina en alero y el alción en las

olas,

el cisne en el lago y el ruiseñor del bos

que.

Y si el prado florece y el árbol se engala

na,

si la flauta que canta divierte al pastor,

si la alegría anima los rebaños lanosos,

si el marino navega y el vino hace dan

zar,

la abeja hace su miel y el pájaro su canto,

¿Cómo podría dejar a su vez el poeta

de cantarte a ti también, la primavera?

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Texto original

χείματος ἠνεμόεντος ἀπ᾽ αἰθέρος οἰχομένοιο,

πορφυρέη μείδησε φερανθέος εἴαρος ὥρη.

γαῖα δὲ κυανέη χλοερὴν ἐστέψατο ποίην,

καὶ φυτὰ θηλήσαντα νέοις ἐκόμησε πετήλοις.

οἱ δ᾽ ἁπαλὴν πίνοντες ἀεξιφύτου δρόσον Ἠοῦς

λειμῶνες γελόωσιν, ἀνοιγομένοιο ῥόδοιο.

χαίρει καὶ σύριγγι νομεὺς ἐν ὄρεσσι λιγαίνων,

καὶ πολιοῖς ἐρίφοις ἐπιτέρπεται αἰπόλος αἰγῶν.

ἤδη δὲ πλώουσιν ἐπ᾽ εὐρέα κύματα ναῦται

πνοιῇ ἀπημάντῳ Ζεφύρου λίνα κολπώσαντος.

ἤδη δ᾽ εὐάζουσι φερεσταφύλῳ Διονύσῳ,

ἄνθεϊ βοτρυόεντος ἐρεψάμενοι τρίχα κισσοῦ,

ἔργα δὲ τεχνήεντα βοηγενέεσσι μελίσσαις

καλὰ μέλει, καὶ σίμβλῳ ἐφήμεναι ἐργάζονται

λευκὰ πολυτρήτοιο νεόρρυτα κάλλεα κηροῦ

πάντῃ δ᾽ ὀρνίθων γενεὴ λιγύφωνον ἀείδει,

ἀλκυόνες περὶ κῦμα, χελιδόνες ἀμφὶ μέλαθρα,

κύκνος ἐπ᾽ ὄχθαισιν ποταμοῦ, καὶ ὑπ᾽ ἄλσος ἀηδών.

εἰ δὲ φυτῶν χαίρουσι κόμαι, καὶ γαῖα τέθηλεν,

συρίζει δὲ νομεὺς, καὶ τέρπεται εὔκομα μῆλα,

καὶ ναῦται πλώουσι, Διώνυσος δὲ χορεύει,

καὶ μέλπει πετεεινά, καὶ ὠδίνουσι μέλισσαι,

πῶς οὐχ; χρὴ καὶ ἀοιδὸν ἐν εἴαρι καλὸν ἀεῖσαι;

David Noria es escritor y filólogo. Nació en Ciudad de México, en 1993*

Por David Noria*

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