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Raúl Gómez Jattin, el poeta de la calle

Fue uno de los poetas más originales de Colombia. Nació y falleció en Cartagena, aunque vivió gran parte de sus años en Cereté. Dejó una prolífica y polémica obra.

Luis Eduardo Celis
01 de junio de 2015 - 01:26 a. m.
Raúl Gómez Jattin, un poeta inclasificable para los teóricos. / Archivo
Raúl Gómez Jattin, un poeta inclasificable para los teóricos. / Archivo
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Ayer, 31 de mayo, celebraría Raúl Gómez Jattin su cumpleaños número 70, pero un mayo de 1997 la locura lo arrojó a las ruedas de un carro que lo sacó de este mundo, en el que tanto vivió y sufrió.

Nació en Cartagena, creció en Cereté. La pobreza de la familia lo llevó a los diez años a donde su abuela Siria en Cartagena y regresó a Cereté, donde su madre, Lola, a quien tanto quiso, aunque le haya reprochado alejarlo de ella y haberlo enviado a donde una abuela a la que describía como huraña y tacaña, pero igualmente fuerte y decidida.

Al graduarse del bachillerato vino a Bogotá estudiar derecho en la Universidad Externado, más impulsado por su padre que por un interés en el tema. Allí se acercó al grupo de Teatro Universitario que dirigía Carlos José Reyes, pero su pasión era la escritura, lo cual lo llevó a desertar de las leyes y el derecho y regresar a Cereté iniciando los años 70.

En esos años se dedicó al montaje de obras teatrales, algunas propias y otras de escritores costeños o clásicos, que montó con jóvenes apasionados por el teatro, en su tierra cordobesa. Leyó con pasión a Machado, Lorca, Miguel Hernández, Kavafis, Rubén Darío, Pessoa, Octavio Paz, algunos de sus poetas predilectos, y lo marcaron de manera especial los colombianos Álvaro Mutis y Jaime Jaramillo Escobar, a quienes dedicó poemas. Igualmente gustó de manera especial de Juan Manuel Serrat, quien musicalizó un amplio repertorio de poemas de Antonio Machado.

Su poesía es tremendamente autobiográfica: su infancia, su madre, su abuela, sus amistades, su sexualidad, sus sabanas cordobesas, el río Sinú, todo ello está en sus primeros poemas, conocidos y publicados a principios de los años 80.

Al morir su padre se le desencadenó una esquizofrenia que lo atormentó de manera cruel, que lo acompañó el resto de su vida, con esa carga de locura, que va y viene. Construyó una obra vital que el país conocería de manera más amplia en el año de 1988, cuando la Fundación Simón y Lola Gubereck publicó un volumen titulado Tríptico ceretiano, que incluye su obra hasta ese momento, integrada por tres libros: Retratos, Amanecer en el Valle del Sinú y Del Amor, escritos entre 1980 y 1987, los cuales su amigo, el poeta Darío Jaramillo Agudelo, describe como un “libro, Río, donde los temas se entrecruzan como brazos de un mismo río”.

En su poema El dios que adora están su vida y su sensibilidad. En este cumpleaños 70, Raúl Gómez Jattin tiene su lugar en la poesía colombiana.

Por Luis Eduardo Celis

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