Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Escuelas que se ven abandonadas por niños que huyeron para no ser reclutados ni ser bombardeados por su propio Gobierno. Escuelas que en sus paredes guardan el rastro de la guerra con orificios que hablan de la balacera de días, semanas o meses atrás. Los pizarrones ya no tienen sumas y restas, ahora tienen silencios. Los niños ahora corren despavoridos para no caer muertos, ya no corren jugando a las escondidas. Los niños llegan a grandes ciudades. Ellos observan con curiosidad, también con algo de temor. El mundo se hace difícil y hablar del futuro es más incierto que nunca.
“La migración forzada es algo que ha venido ocurriendo desde que este país es país. La vida rural se vuelve casi insostenible, ya sea por la guerra, el latifundismo, el daño ambiental o la pobreza. Recuerdo una canción de Jorge Drexler que dice que somos “de ningún lado del todo y de todos lados un poco”. La tierra que se abandona siempre será parte de quien se va, lamentablemente, pero si no existen garantías para el regreso esa tierra será meramente un recuerdo que con el paso de los años y las generaciones se irá perdiendo”, afirma Santiago Briceño, autor de Un hogar diferente.
Puede leer: “Máquinas de guerra” y la tradición de violencia cultural en Colombia
No quisiera que se pierda la magia del relato, sin embargo creo que es importante preguntar por qué se habla específicamente de pájaros y grillos, si tal vez hay otra razón que vaya más allá del canto.
Los pájaros y los grillos tienen una particularidad, y es que se adaptaron a los espacios urbanos con gran facilidad. Lo mismo con las plantas que aparecen en el libro. Creo que esa capacidad de la naturaleza para no dejarse ahogar por el cemento es lo que me llevó a escoger estos personajes.
¿Cuál es la razón por la que los animales tienden a ser personajes de la literatura infantil? ¿Esa asociación del animal con algunas emociones o experiencias humanas logra que el mensaje o la idea del relato sea mucho más llamativa para los niños?
Desde siempre los animales han tenido una carga simbólica muy fuerte en la narrativa. El león como rey de la selva, el zorro astuto o el lobo feroz, por ejemplo. En cierta forma, los animales han servido para representar ideas o ideales concretos bastante humanos, y eso es atrayente para niños y adultos. ¿Cuántos equipos de fútbol no se asocian con animales o cuántos empresarios no se identifican con alguno? La cuestión, y esto me parece algo relativamente reciente, es darles más de una dimensión a los personajes animales. Puede que los animales sean llamativos, pero además los niños son más que capaces de comprender la complejidad de los personajes y las situaciones que atraviesan.
¿Por qué la metáfora del canto?
El canto es una de las formas de expresarse y comunicarse más antiguas que existen. Y también es algo subversivo, en cierta forma. La idea de tener una voz, de poder contarle al mundo lo que ha pasado y lo que se siente, me parece muy poderosa. Y siempre hay algo musical en los grillos y los pájaros.
Le puede interesar: La humanidad y el arte en crisis: ¿qué sigue para nosotros? (II)
Hablo más desde la ignorancia que desde el conocimiento: ¿cree usted que en la literatura, si se quiere en las artes, se ha hablado poco de los niños como víctimas del conflicto armado en Colombia?
No, creo que sí se ha tratado bastante el tema. Pero también creo que otros problemas que derivan del conflicto no han sido tan explorados, como el abandono ambiental o las luchas por visibilidad y reconocimiento; pero más allá de eso, creo que no se le ha hablado mucho del tema a la infancia. Pienso que estos temas se deben tratar desde edades tempranas para que los niños entiendan la situación por la que pasan otros. Muchas veces subestimamos la inteligencia, la sensibilidad y la capacidad empática de los niños.
¿Cómo surgió la idea de este libro? ¿Cómo se piensa en un relato que no revictimice ni desvíe un suceso tan lamentable como el desplazamiento forzado en los menores de edad?
La idea en realidad se fue construyendo por un largo tiempo. Cuando estaba estudiando Antropología formé parte de varios grupos de estudio sobre el conflicto y consumimos muchos informes del Centro de Memoria Histórica sobre desplazamientos y despojos, sobre las atrocidades cometidas por los grupos paramilitares. Pero muchas veces de ese estudio no salía ninguna propuesta concreta, acaso un artículo que no tendría mucha difusión. Luego empecé a ilustrar con más seriedad, y salí con el personaje de la Niña Grillo, con influencias del cortometraje de la Abuela Grillo que produjeron en Bolivia y de personajes de tiras cómicas. La Niña Grillo se convirtió en un vehículo para tratar temas de este estilo. Podría decir que ella se convirtió en mi voz. Y así se me ocurrió que ella me sirviera para hablar de los temas sobre los que había aprendido. Creo que para evitar la revictimización tenía que hablar más sobre la solidaridad entre aquellos que atraviesan dificultades similares, en lugar de mostrar tan enfáticamente los procesos de violencia que los llevaron a atravesar esas dificultades.
¿Cómo se puede hablar, narrar o enseñar algo tan difícil como la guerra a los niños?
Creo que hay que ser cuidadosos e informarse muy bien. En las narrativas hay que mostrarles que las personas que han atravesado estos procesos de violencia —el despojo, el abandono, la pobreza, el daño ambiental— tienen mucho en común con ellos. Por ejemplo, el amor entre una persona y un perro. Es una experiencia bastante común. La diferencia radica en la situación en la que ese amor existe. Pero esa similitud puede ayudar a generar empatía en los lectores. En todo caso, los niños son más que capaces de entender y apreciar estas emociones.
El amor, el miedo y la nostalgia son emociones o sentimientos que se expresan en el libro. Y aquí me devuelvo un poco: ¿cómo se piensan estos elementos a la hora de plasmarlos en una narrativa para niños? ¿Cómo ser sensatos ante la fuerza de los sucesos sin llegar a abrumar a los lectores?
Creo que una buena forma es mostrarlo y no contarlo. Las imágenes tienen una carga simbólica importante y pueden ser interpretadas de muchas maneras diferentes. Así, los lectores pueden asociar esos símbolos con su propia experiencia. No sé si pueda llegar a ser abrumador, pero en cierta forma eso podría ser positivo. Podría ayudar a comprender mejor la situación que intento retratar. Creo que los libros ilustrados e infantiles tratan de llegar primero al corazón y luego a la cabeza.
Mario Benedetti hablaba del “desexilio”: ¿usted cree que es posible tapar esa grieta que deja el desplazamiento? ¿Es posible recuperar el arraigo?
La vida es muy adaptable. Las personas son bastante resilientes y, mal que bien, logran adaptarse a sus dificultades. Si no hay una forma de regresar, si no hay garantías estatales para recuperar lo que se perdió, es muy difícil recuperar lo que quedó en la tierra despojada, lamentablemente. Pero las historias y las canciones pueden mantener vivos esos recuerdos, quizás una sensación de pertenencia. No creo que sea posible cerrar esas grietas, pero sí se puede permitir que en ellas nazcan las flores.